Dulce duda

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Recientemente Judai se había vuelto fanático de los pasteles. Eran deliciosos pero él tomaba una eternidad escogiendo uno.
Johan podía estar más de una hora parado al frente de una vitrina viendo como Judai preguntaba por varios a la vez, sentía que las vendedoras ya estaban mareadas de tantas palabras por parte del castaño.

-¿Qué pastel quieres hoy?

Judai meditó un poco mientras soltaba una inocente sonrisa.

-Lo sabré cuando los vea.

-Pero-.

-¿No te gustan los pasteles?

-Me gustan pero... ¿No puedes elegir uno de inmediato?

El castaño sonrió mientras tomaba la mano de su pareja, le dio un breve beso en los labios y siguieron caminando. Johan suspiró al ser guiado por su pareja a una nueva pastelería.

El pastel ya estaba escogido así que tuvieron que ir a cancelar el pedido. Johan se alegró que esta vez solo fuera media hora en elegir el "adecuado".

Luego de unos días el europeo se encontraba solo en casa, así que decidió ir al mercado por los víveres que hacían falta.
Mientras avanzaba por los pasillos, vio algunos ingredientes de repostería, él nunca había hecho un pastel pero estaba seguro que aprendería para darle una enorme sorpresa a Judai.

El primer intento no le gustó para nada. La masa tuvo suficiente leche para hacer que quedara una mezcla viscosa. En el segundo intento logró terminar el pastel, estaba algo asustado de que no tuviera buen sabor así que sacó un poco y lo probó. Adoró el sabor y esperaba que Judai pensara lo mismo.

Luego de unas horas el castaño llegó, pero la emoción de Johan duró poco al verlo con dos trozos de pastel en sus manos.

-Te vi algo cansado hace unos días atrás.-Sonrió con vergüenza.-Así que compré esto para ti.

Johan se sentía enternecido pero a la vez sentía tristeza. Sentía que su esfuerzo por hacer feliz a Judai no valía nada en esos momentos.

-¿Sucede algo?

-Sí... Había hecho un pastel para ti pero... No creo que sea importante ahora.

-¿Qué? ¿Un pastel exclusivamente para mí, hecho por el increíble duelista Johan Andersen?

-Estás exagerando.-Balbuceó mientras tomaba el pastel que Judai le ofrecía, se sorprendió al ver como el castaño le entregaba también el otro.

-Tu come ambos, no necesito ninguno de ellos.

-No tienes que hacer eso.

-Tu dijiste que hiciste un pastel solo para mi, ¡exclusivo para mí! Así que iré a comerlo yo solo.

Johan sonrió mientras Judai iba a la cocina. Cómo si supiera de forma exacta en donde se encontraba el pastel más exquisito que recordaría por siempre.
Johan se encontraba en verdad sorprendido, pensaba que Judai estaba exagerando para hacerlo sentir bien pero en verdad parecía que el castaño disfrutaba aquel pastel; desde el relleno de fresas, hasta las pequeñas almendras que lo decoraban.
El europeo sonrió de forma tierna mientras partía un poco del trozo de pastel que su pareja había traído para él.

-¿Cuándo harás otro?

-¿Mmnh? ¿Otro? Si comes mucho te vas a enfermar.

-No importa, si haces un pastel todos los días, me los comeré.

-Olvidalo. No quiero ser el responsable si terminas perdiendo todos tus dientes.

-Sí... Debería dejarlo. ¡Lo tengo! ¿Podrías cocinar camarones fritos o qué tal curry?

-Judai...

-¿Y si me enseñas a preparar un pastel?

Johan sonrió de forma contagiosa. Amaba a Judai y no podía imaginar que estaría haciendo en ese momento si no estuviera con él, y también que hubiera hecho en esas horas en la que su pareja se decidía por uno de los dulces postres que tenía al frente de él en las tantas pastelerías que le hizo visitar.


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Reto del día: Haciendo repostería

30 Días [De Spiritshipping]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora