Judai

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Nuestros amigos nos invitaron de paseo a un picnic o eso me informó alegre Johan; me dirigí a él con una sonrisa fingida, no me molestaba ver a nuestros amigos... Para nada, es solo que él estaría ahí... Johan. Desde hace un tiempo no es lo mismo, él está cada vez más atento y cariñoso conmigo y eso duele, duele que no pueda corresponderle.

Llegó el fin de semana y sentí un fuerte remordimiento, la canasta que había preparado Johan estaba llena de cosas deliciosa y la mayoría era mi comida favorita. Quise llorar pero me contuve, nuevamente fingí y me dirigí a él para que nos fueramos. Muchas veces trató de tomar mi mano, pero tratando de que pareciera casualidad apartaba mi mano. Al llegar Asuka y Rei estaban preparando una mesa plegable mientras Sho y Kenzan preparaban unas pequeñas sillas.

–Llegaron los tortolos.-Informó Manjoume mientras no hacía nada debajo de un arbol, por alguna razón el apodo me molestó.

–No te pongas celoso.-Bromeó Johan.– ¿Puedo ayudar en algo?

–Ya está todo listo.-Sonrió Sho.– O quizas no, la mesa ya está lista, ¿pueden colocar los alimentos?

Ambos asentimos y colocamos la comida sobre la mesa.

–¿Quién más vendra?.-Preguntó Johan al notar una silla extra.

–Se supone que Edo pero no contestó el teléfono cuando lo llamé esta mañana.-Respondió Rei.

De todos modos acomodamos el lugar para él. A los minutos de sentarnos llegó Edo como si nada, Manjoume le reprochó pero éste ni se inmuto. Solté una leve sonrisa, por un momento recordé nuestros días en la Academia. Luego conversamos y tuvimos algunos Duelos hasta el atardecer. Me ofrecí para ordenar todo, mientras hacía eso sentí unos brazos rodear mi cintura, pensando que era Johan fingí una sonrisa y di media vuelta.

–... ¿Edo?... Sueltame.

–Así que... No eres feliz con Andersen, es tan obvio, ¿por qué sigues con él?

–¿Pero qué— ¿Cómo lo sabes?-Dije mientras volvía a lo anterior.

–Te lo acabo de decir, es obvio. Pero parece que nadie más se da cuenta o quizas no quiere verlo.

–Como sea, ¿vienes a ayudar? Entonces encargaté de las sillas.

En segundos Edo me dio vuelta a su dirección, cerré mis ojos pensando que me golpearía o me amenazaría por la “orden” que le di pero a los segundos sentí como comenzaba a besarme, no entendía a qué se debía pero seguí su juego y comencé a corresponder; abracé su cuello y lo atraje más hacía mí, era tan excitante como emocionante, nuestras lenguas se estaban entrelazando cuando sentimos unos pasos atrás de nosotros. Edo me soltó y yo volteé de inmediato viendo a Johan.

–Así que... Por eso estabas tan distante.-Su rostro demostraba lo devastado que estaba, sus ojos rojos y cristalizados, tenía su mano sobre su pecho estrujando con fuerza su blusa, luego cambió por un rostro inexpresivo y se fue de ahí a paso rápido. Edo tocó mi hombro llamando mi atención.

–Lo siento, ve con él.

Observé a Edo, una parte de mi quería quedarse y preguntarle por que lo había hecho pero tambien quería ir con Johan. Finalmente fui con Johan. Aunque lo más común era ir corriendo tras él solo fui caminado pero mi rostro reflejaba preocupación.

Al llegar a nuestro hogar solo había silencio hasta que escuché un leve ruido en la habitación, me acerqué y Johan estaba preparando una maleta, me acerqué un poco más y él me escucho.

–¿Desde cuando tienes esa relación con Phoenix?

–No tenemos ninguna relación.

–No me mientas Judai.

–Es la verdad, yo—.-Me detuve cuando vi como Johan se llevaba su mano al rostro... Lo estaba haciendo llorar así que guarde silencio, él siguió sacando sus cosas y guardándolas en la maleta, al terminar y darse la vuelta. Un fuerte arrepentimiento cayó sobre mí, me acerque rápidamente a él y lo abrace con fuerza mientras lloraba.–¡Johan, no te vayas! Haré lo que quieras, cocinaré tu comida favorita para la cena, haré los trabajos pendientes pero no te vayas, por favor.

–Judai.-Escuché en mi oído su voz a punto de quebrarse.– Yo era realmente feliz a tu lado, tan feliz que no me di cuenta que tú no lo estabas.-Sentí como sus lágrimas comenzaban a caer sobre mi hombro

–También lo era.-Dije entre llantos.– Soy feliz contigo, hoy solo fue un error, ya sé. Tomemos un tiempo ¿sí? Y luego volvemos a ser tan felices como siempre.

Johan no dijo nada, solo tomó mí rostro con ambas manos.– Te amo, Judai.-Dijo mientras depositaba un beso sobre mi frente, juntó mis manos con las suyas y luego se fue. Al sentir la puerta cerrarse caí de rodillas y comencé a llorar fuertemente, caí en cuenta de lo estúpido que fui, ahora lo entendía, no tenía para nada una «aburrida relación» besé a Edo por que creí estúpidamente que faltaba “emoción” pero no era así. Yo estaba mal, solo necesitaba a Johan para ser feliz.

                                 “...”

Pasaron seis meses y Johan y yo volvimos a ser amigos. Cada día era perfecto para mi, bromeabamos sobre cualquier cosa y teníamos pequeños juegos como chocarnos levemente ante alguna broma dicha por el otro. Extrañaba a Johan, mis sentimientos por él no habían disminuido para nada. Me puse al frente de él y quise decirle lo mucho que lo extrañaba, lo vital que es para mí.

–Johan... Te a—.

–¡Johan!-Escuché a lo lejos. Observé a mi ex novio y él sonrió y noté un leve sonrojo pero pude haber visto mal o eso quería convencerme.

–Jim, llegas temprano... Judai, ya que somos mejores amigos nuevamente quería decírtelo... Estoy saliendo con Jim hace algunas semanas.

–Dos, para ser exactos.-Johan le observó sorprendido y luego sonrió, mientras yo me quedé sin respirar por unos breves segundos. Me invitaron a pasar la tarde con ellos y estúpidamente acepté. Veía como ambos se abrazaban y se tomaban de las manos, mi mundo estaba destrozado o más bien mi mundo desbordaba alegría por que mi mundo es Johan.

«¿Necesitas algo, Judai?».

–A tí.-Susurré al recordar las palabras que Johan solía decirme cuando me encontraba desanimado.

«Ya veo, pues yo siempre estaré para tí, así que no te preocupes».

–Johan... ¡Johan!-Lo abracé con fuerza mientras el acariciaba mi cabello.– Te amo, aún te amo.

–Pero... Yo ahora estoy con Jim.

–Judai, ¿quieres que te lleve a casa?

Jim se ofreció y terminé aceptando. Ya no podía seguir humillandome más. Camino a casa él me hablaba pero no presté atención a nada. Al llegar al frío y silencioso lugar que era el hogar que compartí una vez con Johan me hizo recordar cuando él estaba conmigo, cuando aún me amaba, comencé a llorar nuevamente, ya no había nada más que hacer, había perdido a mi Johan para siempre.

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Reto del día: De paseo con amigos



30 Días [De Spiritshipping]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora