No es necesaria una respuesta

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Era el cumpleaños de Judai. Y qué mejor que celebrarlo en grande, o eso pensaron sus amigos. Pero al pasar la mayoría de edad hace mucho, pensaron que la clásica fiesta con un pastel y ellos alrededor no era buena idea, necesitaban hacerlo con un tema más maduro y lo único que se les venía en mente era invitarlo a una discoteca; pero no a muchos les gustó, incluido al cumpleañero.
Entonces, Fubuki tuvo la idea de organizar una pequeña fiesta, invitando varios amigos y así Judai no se sentiría incómodo ante la idea de ir a algún lugar desconocido y ruidoso.

Se estaba divirtiendo y lo mejor era que no era el centro de atención, pues el hermano mayor de su amiga había omitido el decir que se trataba el cumpleaños de Judai, para así no incomodarlo. Pero a la vez no podía dejarse de preguntar por qué tantas personas seguían llegando.

–Al parecer mi hermano dio libertad en que sus amigos invitaran a sus amigos.

Respondió en un suspiro Asuka mientras el castaño asentía solo por instinto.

Luego de unas horas, Judai decidió que era hora de irse.
Fue a despedirse de Fubuki pero éste lo detuvo mientras le presentaba a uno de sus amigos.

–¡El cumpleañero aún no se puede marchar!

Dijo alegre mientras Judai lo observaba asustado. Lo había evitado durante toda la tarde que todos supieran que esa fiesta en realidad era para celebrar su cumpleaños y no una fiesta aleatoria que el mayor había hecho.

–Así que es tu cumpleaños.

Dijo sonriente uno de los hombres que le acababa de presentar.

–Ah... Sí. Ya debo irme.

Respondió incómodo antes de que todos los de la fiesta comenzaran a cantar esa forzada e incómoda canción.

Salió del lugar mientras veía las pequeñas tiendas a su paso. En la vitrina logró ver un pequeño muñeco de madera. Quedó fascinado mientras veía otras cosas más complejas y de mayor tamaño.
Entró con la idea de encontrar un regalo para él.

Se encontraba camino a casa cuando su teléfono sonó. Al ver quién era el remitente de aquel mensaje, los músculos de su cuerpo se tensaron; un gesto de incomodidad se formó en su rostro, y finalmente decidió abrir el mensaje.
Un mensaje lleno de emoticones deseándole feliz cumpleaños y pidiendo disculpas por decirle tan tarde.

Johan se encontraba en Australia junto a Jim. Debido a su trabajo, Johan podía ser de gran ayuda mientras el moreno buscaba un fósil del cual se le había contratado hace unos meses para su búsqueda; fueron acompañados de varios expertos.
Pero antes de marcharse, Andersen le había confesado a Judai sobre los sentimientos que hace tiempo habían nacido por él; mucho más que una simple amistad.
Johan había imaginado la reacción de Judai, pero en ninguna de sus fantasías había reaccionado como en la vida real.
Completamente asustado mientras balbuceaba que lo pensaría.

Se encontraba observando la reciente respuesta del nipón. Mientras suspiraba.

–Qué egoísta...

Soltó mientras comenzaba a observar las fotografías de ambos; cuando aún eran amigos.

–Soy tan egoísta.

Volvió a decir mientras apagaba el teléfono.
No podía obligarlo a nada, no podía esperar que al volver a Japón, él y Judai comenzaran una relación. Pero aún así, no podía dejar de imaginar qué al volver, el nipón iría a sus brazos y lo besaría como en los dramas.

Pasaron los días y Judai se encontraba en su hogar, llegando de su trabajo.
Estaba exhausto y solo quería irse a dormir.
Tocaron la puerta, desvió la vista mientras se dirigía a abrirla.
Un obsequio frente a él despejó un poco su cansancio. Inclinó la cabeza viendo que quien se escondía detrás del presente, era Johan.
Nuevamente volvió a sentirse incómodo.

30 Días [De Spiritshipping]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora