35. "Cascanueces" - Calum Hood.

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Era tan dura, de esa manera en la que las mujeres con las que han jugado en el amor lo son. Lo mismo podría romperte el corazon con sus palabras que la cara con sus manos. Había algo en ella que la hacía terriblemente encantadora, en el sentido en el que lo son las cosas peligrosas, como los acantilados, o los rosales. Ambos ejemplos de infinita belleza, y dolor.

Había miles, infinitas chicas en esa ciudad, y yo decidí enamorarme de la más peligrosa. De ella decían que te consume, como los cigarros entre sus labios. Que  te seduce, para luego hacerte caer. Era como una droga, te enganchaba hasta no poder sobrevivir sin ella, y luego se iba, y te dejaba solo y deshaciéndote en tu propia miseria.

Llegué a ese pequeño pueblo que ni aparecía en los mapas una mañana lluviosa de diciembre. Hasta ese tiempo, mi mes favorito. Nada, allí no había absolutamente nada interesante, a parte de un cine viejo de los que suelen aparecer en las guías turísticas debido a su antigüedad, y terrenos inmensos de campo. Nada.

Y ella.

No conocía ni siquiera su nombre, y ya sabía que debía ser mía. No iba a parar hasta que lo fuera. Nadie impediría que lo fuera. Y lo fue. La conseguí. 

 Era como uno de esos seres que atraen a sus presas para luego chuparles la energía, la felicidad, el alma. Tenía un aura, un halo que te atraía inevitablemente hacia ella, sin opciones de resistirse.

 Todavía no sé cómo, pero conseguí acercarme a ella. Me permití el error de intentar conocerla de verdad, cosa que ninguno se había propuesto antes. Y también lo conseguí. Aquellos solo eran puntos en mi contra, y yo iba corriendo detrás de ellos. Los buscaba desesperadamente, y ni siquiera me daba cuenta.

La manera en la que ella decía mi nombre me volvía loco. Su olor me hacía perder la razón. El color de sus ojos a la luz del sol me absorbía. La forma en que su cuerpo se ajustaba a mis camisetas me hacía perder la cabeza. Y cuando reía, era lo mejor del mundo. Pero todo lo bueno se acaba. Y ella acabó conmigo.

 Se llamaba Vani, pero era la mismísima Lillith en carne y hueso. Y yo me sentía como Adán. Lillith. Ella me contó su historia una tarde sentados en un parque. Lilltih, la madre de todos los demonios, el ser mas despreciable, rastrero y malvado jamás creado. Y salido del mismísimo Jardín del Edén. Y expulsado por pura maldad.

 Es cruel que me recuerde a ella. Pero son lo mismo. 

 La conocí en una de las proyecciones de ese viejo cine. Una película de terror, encajaba muy bien con ella. No sé cómo no lo vi venir. Me enseñó el pueblo. No me presentó a nadie. Parecía que las calles sabían cuando ella pasaba por ellas, nunca había ni un alma cuando nosotros pasábamos por ellas. Como si ellas los espantara a todos con su presencia.   

Pasamos lo que quedaba de invierno y la primavera juntos. Y en verano ella se fue, y yo me quedé completamente solo.  Me veía perdido en medio de ninguna parte. Todo a mi alrededor me parecía desconocido sin ella. Nada tenía allí sentido para mi. No había mañana.  

 Me quedé atascado en el pasado, en los días que pasé con ella, y no era capaz de salir de ahí. Me estaba volviendo loco. Todos lo sabían, todos lo veían venir, menos yo.

La veía pro todas partes. En cada esquina. En cada sitio en el que habíamos estado juntos. Siempre.

Pero ella se había ido, y yo no era capaz de hacerme a la idea.  No veía un mundo sin ella, ella era mi mundo. Pero se fué. Y me dejo solo.

Y me destruyó.

Como un cascanueces.

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Hola baes, soy Lu. Este es el segundo imagina que escribo, el primero fue Baby doll de Michael. Espero que os gusta, un besoooooooooooooooooooooo  o o  o o o o o  o o o o o o.

5 Seconds of Summer ImaginasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora