Charla

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Sasuke y Sarada caminaban por las calles de Konoha. Todos los miraban de cierta forma extraña puesto que no se veía frecuentemente a Sasuke pasear entre las calles tan abiertamente además de que aún había, en la mirada de los aldeanos, cierto atisbo de miedo y desagrado hacia él y su descendencia. Sarada no sabía por qué algunos aldeanos la miraban así pero casi nunca le tomaba importancia; sin embargo, a Sasuke si le importaba pues no iba a dejar que su hija cargara con todos los errores que él había cometido en el pasado. Miraba a los aldeanos con rencor por atreverse a juzgar a su hija de esa forma aunque, tratando de no perder los estribos, siguió su camino hasta el lugar donde Sarada quería comer.

- Aquí es papá –dijo mientras entraban a una pequeña cafetería–, ¿qué quieres ordenar?

Sasuke miró con cierto desagrado el menú, todo era dulce y empalagoso; terminó por sólo pedir una taza de té junto con unos onigiris. Sarada escogió el lugar en donde iban a sentarse y cuando la mesera llegó a saludar familiarmente a la pequeña Uchiha, se topó con la imagen imponente y varonil de su padre; estaba claro que Sasuke Uchiha sólo se ponía mejor con el pasar de los años. Sin embargo, éste por su parte soltó un suspiro fastidiado; era la maldición que perseguía a todos los Uchiha, sólo esperaba que no fuera así con su pequeña porque sería capaz de matar a aquel que tratara de tocarla.

Sarada notó el cambio de humor de su padre así que se apresuró en ordenar y casi correr a la mesera para que trajera rápido las órdenes. Cuando llegó la comida, de igual manera le agradeció y casi la corre a patadas pues sabía que la paciencia de su padre era escasa y no quería perder la oportunidad de hablar con él.

- ¿Te quedarás más tiempo esta vez, papá? –soltó con un atisbo de esperanza en sus palabras.

- Por ahora, me quedaré por tiempo indefinido –Sasuke esbozó una sonrisa casi imperceptible, de esas que sólo les brinda a las personas realmente importantes para él.

Sarada se llenó de una inmensa felicidad; con todo ese tiempo podría volver a unir a su familia. Sabía que la única manera de hacer que su padre se quedara era a través de ella, por eso se armó de valor y soltó lo que desde hace tiempo venía rondando por su mente.

- Papá, quiero un hermano –dijo, cerrando los ojos y sonrojándose un poco.

Sasuke, al escuchar la petición de su hija, se quedó atónito; no estaba preparado para algo como eso. Se atragantó un poco con el té pues estaba evitando escupirlo; miró con cierto asombro y algo de sospecha a su hija.

- ¿Sakura te metió eso en la cabeza? –preguntó con recelo, sabía que su hija no podría pedirle algo como eso.

- ¿Qué? ¡NO! –abrió los ojos, sorprendida de que su padre no le creyera pero al soltar su respuesta, observó cómo la expresión del ahora líder del Clan Uchiha cambiaba.

- ¿Por qué? –Sasuke, sin cambiar su semblante serio, cerró un poco los ojos para tratar de tranquilizarse; no podía estar más impactado.

No entendía las razones de su hija para pedirle algo como eso; tal vez se debía a que él hubiese sido el hermano menor y el más pequeño de su familia. Incluso se planteó la idea de que, en algún momento de su vida, su hermano Itachi pudiera haber pedido algo parecido. La cuestión ahora era que él no podía cumplir con la petición de su hija.

- La verdad... Es que, yo... No...–Sarada no sabía cómo expresar sus emociones.

Como digna heredera del clan Uchiha, el divulgar a todo el mundo lo que sentía no era su fuerte; eso más bien lo dejaba para el tonto de Boruto pero entonces, recordó las palabras que alguna vez Hinata le había dicho "Si tienes algo que decir, DILO, nunca te calles porque el arrepentimiento es el peor de los sentimientos que puede experimentar una persona; ese sentimiento mata lentamente el alma"

Lady UchihaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora