Disculpa

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El atardecer caía ya sobre la aldea. Boruto y Sumire caminaban por las calles de Konoha y, a pesar de la negativa que la pelimorada le había dado al rubio hiperactivo, éste la ignoró completamente y la acompañó hasta su casa. A decir verdad, Boruto no sabía siquiera dónde vivía así que se sorprendió al llegar a una parte algo retirada del centro.

- Uhm, Delegada ¿vives por aquí? –preguntó curioso pues él había imaginado que vivía cerca del centro al igual que todos sus compañeros.

- ¿¡Eh!? Yo, uhm sí –sonrió algo nerviosa–. Disculpa por haberte traído hasta aquí Boruto-kun.

- ¡No, no! Yo fui el que se ofreció, no te preocupes Delegada, 'ttebasa –contestó algo nervioso, pensando que había ofendido a su amiga.

- Está bien –sonrió la pelimorada al ver los gestos graciosos que había hecho el rubio– ¿quieres pasar, Boruto-kun? –él asintió con la cabeza y ambos entraron al edificio hasta llegar al departamento de Sumire.

- Disculpa el desorden Boruto-kun, se-se me hizo tarde en la mañana –susurró lo último algo apenada.

"¿Cuál desorden? Si viera mi habitación entonces sí tendríamos la misma definición de desorden, 'ttebasa" pensó el rubio al ver el pequeño pero acogedor departamento. No había nada que se le asemejara al desorden, todo estaba limpio y en su lugar a excepción de algo de ropa que se encontraba en uno de los sillones así como de un vaso de leche medio vacío.

Sumire se apresuró a recoger su ropa apenada, pues era su pijama, y se la llevó rápidamente a su habitación. Boruto se sentó en el sillón ahora despejado y miró un poco a su alrededor, no había más que una pequeña mesa frente a él. Las paredes pintadas de un acogedor color crema estaban algo vacías, sólo las adornaban algunos cuadros con fotografías de paisajes y flores que iban a juego con la decoración del lugar y la misma personalidad de su amiga; a su izquierda había un ventanal corredizo que daba acceso al balcón además de una espectacular vista de la aldea y, a su derecha, se encontraba un pequeño comedor con una mesa más grande y una silla. Al fondo de ése último podía verse una cocina pequeña y, mirando detrás por sobre su hombro, pudo ver un pasillo que conectaba dos habitaciones, una frente a la otra. Sumire salió repentinamente de una, haciendo que el rubio volviera a su posición normal.

- Di-Disculpa la demora Boruto-kun –decía nerviosa mientras pasaba rápidamente a su lado hasta llegar a la cocina para preparar té–, ca-casi nunca tengo visitas –decía mientras reía nerviosa.

- No te preocupes Delegada –sonrió el rubio–. Yo, lamento haberte molestado.

- Para nada –decía mientras sonreía y traía ambos vasos, los dejó sobre la pequeña mesa mientras tomaba asiento a lado de Boruto. Hubo un pequeño silencio pero fue Sumire la que se dispuso a romperlo–. Uhm, Boruto-kun ¿a dónde te dirigías cuando nos encontramos?

- Yo, acababa de hablar con mi padre y –Boruto guardó silencio y Sumire lo miró, se veía realmente triste. Jamás lo había visto de esa manera aun a pesar de que siempre se encontraba peleando con su padre–. Bueno, las cosas se complicaron un poco –suspiró el chico, tratando de sonreír pero simplemente, logró hacer una mueca extraña que sólo impacientaba y preocupaba a su amiga.

- Boruto –Sumire se acercó un poco, depositando su mano sobre la del rubio con el único afán de tranquilizarlo pues se notaba bastante tenso–, está bien. Es normal pelear con tus padres pero, no dudo que tu papá en verdad te quiere y se preocupa mucho por ti y tu familia –le sonrió y antes de que ella pudiera alejar su mano, Boruto la tomó y tirando un poco de ella la abrazó, ocultando su rostro en su hombro.

- Su-Sumire, mis padres –la pelimorada se asustó al principio pero, al escucharlo sollozar sobre su hombro sintió cómo su corazón se apretujaba; de verdad, el chico más fuerte que hasta ahora había conocido, estaba destrozado–, van a divorciarse –ella guardó silencio y sólo dejó que Boruto se desahogara; lo rodeó con sus brazos y él la apretó más contra sí sin dejar de llorar.

Lady UchihaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora