Familia

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- La niña del Sharingan –dijo con cierta malicia la persona que estaba frente a la pequeña Uchiha–. Tu papá es toda una leyenda, debes estar feliz de que haya gente como nosotros tras ese preciado dojutsu

Todos los que estaban con el tipo frente a ella comenzaron a reír, Sarada estaba acorralada y no sabía si su agresor era un ninja o un civil. Por otro lado, el sujeto al notar la actitud seria y tranquila de la pequeña, decidió presentarse.

- Pequeña, nosotros no somos ninjas. Bueno, no todos –sus compañeros rieron de nuevo–. Sólo somos comerciantes de objetos preciosos, si te nos unes respetaremos tu dojutsu y te protegeremos, así no tendrás que volver a llorar.

- Hmp, como si unirme con una bola de vándalos fuera lo mejor del mundo, por favor –contestó la pequeña Uchiha, sacando a relucir el orgullo y personalidad típica de los miembros de su clan–. Que desperdicio de mi tiempo.

- Típico de los Uchiha, su orgullo es tan peligroso como su técnica pero, debiste pensar antes tus palabras chiquilla –el hombre desenfundó su katana haciendo que Sarada sacara una kunai de su porta armas, poniéndola frente a ella en posición de defensa–. Veamos si sigues con esa patética arrogancia luego de enfrentarnos.

Sarada sonrió, estaba segura de sus capacidades pues entrenaba arduamente, de lo que no sabía era si podría aguantar el ritmo. La lucha comenzó y, como tenía previsto, todos se abalanzaron contra ella. Activando el Sharingan, logró predecir los movimientos de sus oponentes, lo que le permitía esquivar con facilidad los ataques que le lanzaban e intentaba contraatacar con un genjutsu pero, aún se le dificultaba crear alguno lo suficientemente fuerte como para darle una ventaja significativa aunque, gracias al control de chakra que poseía, la fuerza con la que golpeaba era igual o más potente que la de su madre.

Su ataque había logrado vencer a varios contrincantes, el problema era que había perdido completamente de vista al que era el líder puesto que, al intentar atacar directamente contra él, varios de sus subordinados corrían para tratar de protegerlo.

- Creo que, después de todo, no eres tan buen contrincante como lo hubiera sido tu padre –escuchó una voz detrás de ella y, al girar, fue sorprendida por una bomba de humo. Ágilmente retrocedió pero, no contaba con que el ninja la estuviera esperando justo detrás de ella–. Hasta aquí llegaste chiquilla –Sarada trató de esquivar el ataque de la katana del sujeto pero, los movimientos del ninja resultaron ser más rápidos; no pudo esquivar a tiempo y sólo cerró los ojos esperando el impacto que jamás llegó. Cuando los abrió, pudo notar que algo había caído y había creado un hoyo en la tierra, haciendo retroceder al líder y a sus subordinados.

- ¿Ma-mamá? –se quedó estática, mirando de reojo a la figura que la había protegido y a los atacantes, que se encontraban igual de asombrados.

- Veamos si eres tan buen contrincante como dices –decía su padre, apareciendo justo a lado de la persona que la había protegido antes–. No me hagas perder el tiempo –Sasuke desenfundó su katana y le apuntó al líder de todo ese grupo.

- No pensé que la madre de la chiquilla fuera una Hyuga –sonrió algo nervioso el líder. 

Sarada giró completamente para ver al acompañante de su padre y, fue cuando cayó en cuenta de quién se trataba.

- ¿Vas a seguir diciendo estupideces? Si no me atacas yo lo haré y no volverás a ver la luz del día –amenazó el Uchiha y, sin dejarlo pensar un segundo, se lanzó contra él. 

Algunos bandidos, al ver aparecer al Uchiha habían huído, otros se habían quedado paralizados del miedo y muy pocos se habían reunido con su líder para atacar pero, cuando vieron cómo se abalanzaba contra todos, terminaron huyendo de igual manera. Sasuke estaba determinado en asesinar a quien se había atrevido a ponerle un dedo encima a su hija.

Lady UchihaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora