Reputación

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En la casa de los Uchiha todo se encontraba en silencio, sólo se escuchaba el tic-tac del reloj que colgaba en la pared para que no se olvidaran que el tiempo seguía su curso normal. Hacía varias horas que habían desahogado todo su pesar, llorando hasta cansarse, e incluso Himawari y Sarada se habían quedado dormidas en uno de los amplios sillones de esa sala. Hinata y Boruto, por otro lado, sólo hablaban en contadas ocasiones; la ojiperla no quería presionar a su hijo pues sabía que este tema era doloroso y no pretendía actuar como si nada ocurriera.

Sin embargo, la mente de Boruto no dejaba de pensar en las miles de opciones que tenían para salir de ese problema. Estaba seguro que él y Hima estarían a salvo pues su padre, a pesar de ser un gran idiota, no causaría mayor problema por ellos. Es decir, no pelearía por quedarse con ellos o algo por el estilo pues no podía hacerse cargo de la Aldea y, al mismo tiempo, cuidar de ellos, eso ya lo había demostrado mucho antes de que su aventura fuera descubierta. Al contrario, lo que le preocupaba era el problema que se avecinaba pues sabía que iba a haber una pelea más, seguramente entre los padres de Sarada contra su madre para que su amiga no formara parte de su pequeña familia.

- Mamá –rompió el silencio el pequeño rubio–¿qué pasará ahora?

Hinata suspiró y cerró un poco los ojos tratando de meditar la situación "¿Qué pasará ahora? La verdad, no lo sé" pensó algo afligida pero se negaba a darle esa respuesta a su hijo, no quería poner demasiado peso sobre sus hombros; era un niño aún y no deseaba que esa bella etapa fuera opacada por más dolor y un montón de preocupaciones sin sentido.

- Bueno, supongo que viviremos un tiempo con el abuelo, le explicaré la situación y trataré de que no intente matar a tu padre –trataba de destensar el ambiente la pobre peliazul pero, era mala haciendo chistes–. Emm, hablaré con tu padre para arreglar algunas cosas y seguiremos con nuestras vidas, te lo prometo.

Boruto miró a su madre y lo tranquilizó ver en ella una determinación inquebrantable, la amaba y admiraba de sobremanera por la forma en que ella se sacrificaba por sacarlos adelante a pesar de que, seguramente, estaba igual o más afectada que ellos por todo el asunto.

- Y ¿qué pasará con Sarada? –preguntó algo apenado, no quería causarle más problemas a su madre pero necesitaba saber qué pasaría con su amiga.

Hinata miró a Sarada un momento. Si bien recordaba las crueles amenazas de la madre de la pequeña, ya no le importaba; se lo había prometido y no retrocedería a su palabra porque ese era su camino ninja. Sonrió ante aquellos pensamientos y regresó la mirada a Boruto.

- Voy a pelear por ella, no dejaré que siga sufriendo –apoyó su cuerpo un poco en el respaldo del sillón individual, suspirando y mirando al frente donde se encontraban sus pequeños–. Espero que esto no les moleste, ni a ti ni a Hima. No quiero que lo vean como si yo tuviera algún favorito porque no es así, yo los amo mucho, a los tres.

- Eso lo sabemos mamá, 'ttebasa –y esa sonrisa era suficiente para alumbrar el abismo en el que se sentía atrapada la ojiperla. La sonrisa de su adorado hijo era incluso más brillante que la de su, ahora, ex-esposo–. Entonces, Hima y yo te ayudaremos para que Sarada se quede con nosotros, 'ttebasa.

- Gracias tesoro –Hinata se levantó y le dio un beso en la frente–. Ahora, no quiero despertar a tus hermanas así que ¿me ayudarías a cargar a Hima? Yo me llevaré a Sarada.

- ¿A dónde iremos? –preguntó Boruto, curioso.

- Vamos con tu abuelo, necesito explicarle todo yo misma antes de que se desencadene el caos con él­ y con tu tía –rió un poco nerviosa.

Boruto asintió con la cabeza también nervioso pues, si su madre era aterradora cuando se enojaba, no quería imaginarse cómo se ponía su tía en las mismas situaciones.

Lady UchihaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora