Capítulo 3

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Matt

—Era hora de iniciar con lo que tenía planeado tenía ya demasiada presión sobre mí y tenía que darle fin a esto, las personas pensaban que era fácil ser dueño de todo un " Imperio " que estar "forrado de dinero" era lo mejor, ir a los mejores restaurantes, los mejores hoteles, comer las mejores comidas, era tan fácil y satisfactorio como comprar una corbata, pues lamento informarles que no saben el maldito esfuerzo que he tenido que hacer para tener todo lo que tengo. No por nada me habían apodado la " bestia "

Arregle mi corbata, ajuste mis gemelos de oro blanco y baje las escaleras, era hora de conocer a mi víctima.

Subí a mi auto el cual mi fiel chófer tenía listo para partir, subí dando un simple asentimiento de cabeza como saludo al cual el respondió igual, al subir le di la orden y una dirección diferente, me miró algo descolocado sabía lo que estaba pensando, pero no dijo una palabra al llegar le pedí aparcar del otro lado de la calle.

Unos minutos después la vi salir la seguí a distancia no podía creer la amabilidad con que saludaba a todos. La vi detenerse para ayudar a una señora a cruzar la calle no la perdía de vista quería ver todos sus movimientos, al pasar por una pequeña florería la vi detenerse, un señor ya mayor (podría ser su abuelo) le regalo una rosa roja y ella estaba más que feliz le dio un beso en la mejilla y continuó su camino.

Decidí bajar del auto no sé porque maldita razón lo hacía, pero lo hice ella iba muy distraída caminaba mecánicamente ¡¿era bipolar o algo así!? hace unos instantes se veía ¿feliz?

La seguía a una distancia prudente haciéndome pasar por un peatón más del montón sin perderla de vista, todo sucedió en cámara lenta, la vi cruzar la calle, escuche la bocina del auto y lo único que se me ocurrió fue correr hacia ella, la abrace haciéndonos caer a la orilla de la calle sentía su respiración acelerada y mis fosas nasales fueron inundadas por un olor poco particular.

No era consciente del tiempo, ni de las personas que nos habían rodeado, el tiempo para mí se había detenido en el mismo momento en que la ábrase, su llanto me hizo despertar de aquel estúpido trance y la solté como si su cuerpo quemase el mío, como " el diablo a la cruz " vi a Harris mi chófer acercarse y con una señal le di a entender que no se acercara a mí.

Las personas amontonadas murmuraban, ella me observó y lo que para mí pareció una eternidad fueron apenas unos minutos o segundos no lo sé.

—Gracias señor.

Al escuchar su voz una ira recorrió mi cuerpo y con un odio casi tangible para todos los presentes le grite.

—¡¿Porque no te fijas por donde vas chiquilla?! ¡¿Eres estúpida o algo por el estilo?! Casi te atropellan por no prestar atención.

—Lo siento señor no fue mi intención molestarlo.

Fue lo único que dijo y salió corriendo como alma que lleva el diablo, las personas ya no estaban amontonadas a nuestro alrededor observe el camino por donde ella se había ido, noté que Harris había aparcado el auto y decidí entrar cuando me disponía a hacerlo observe que algo había quedado en la calle aquel paraguas que llevaba en sus manos junto con la rosa, los tome y entre al auto con ambos objetos.

—A la oficina Harris.

—Como ordene señor.

Ninguno dijo nada referente a lo sucedido solo quería llegar y refugiarme en mi oficina tome la rosa la observe unos instantes y la guarde en el interior de mi saco, minutos después el auto se detuvo. Salí de él y sin mirar a nadie entre a mi empresa ignorando todos los saludos que escuchaba.

Los escucho porque no soy sordo hipócritas....

Reicher

Mis manos aun sudaban, mi corazón estaba peor que cuando corres un maratón, mi respiración era muy inestable, cerré fuerte los ojos intentando tranquilizarme un poco y tratando de asimilar lo que había pasado. Todo por mi estúpido sueño. Cuando continúe mi camino luego de saludar al señor José dueño de la pequeña floristería.

Me sentí observada y aquel horrible sueño llego a mi como un balde de agua fría, no quise mirar atrás temía encontrarme con aquella mirada que había tenido en mis sueños, aceleré el paso, lo demás paso en cámara lenta el sonido de una fuerte bocina que aturdió aún más mis sentidos, unos fuertes brazos rodearme y por último el concreto duro bajo mi cuerpo no era capaz de reaccionar mi cuerpo entro en shock y no sé cuánto tiempo tarde en reaccionar.

No sé en qué momento había abandonado el suelo no era consiente ni de los movimientos que hacía solo quería agradecer a la persona que había arriesgado su vida para salvar la mía le estaré eternamente agradecida, mas no pude decir ni una palabra no con la imponente persona que se encontraba frente a mí, y no lo digo solo por su belleza.

 ¡Oh vamos Reicher al parecer lo que ha sucedido te afecto el cerebro! Grito una vocecita algo molesta conciencia creo que le llaman.

Quise golpearme internamente era una mole, un hombre muy alto de unos 6 pies o más alto, ojos claros, pelo claro y alborotado por lo sucedido, vestía un traje hecho a la medida, pero lo que más llamó mi atención fue su altura, salí de mi pequeño trance seguro que parecía una puberta destilando baba y acalorada, pero ese no era el caso, tenía que agradecerle por su ayuda y verificar que no se hubiese lastimado.

—Gracias señor. 

Dije a modo de intentar al menos saber su apellido, pero automáticamente lo escuché gritar de una manera tal que podía casi percibir su odio.

—¿Porque no te fijas por donde vas chiquilla?

No podía entender su enojo y mucho menos el porqué de sus gritos hacia mí.

—¿Eres estúpida o algo por el estilo?

Solo dije lo primero que llego a mi mente y salí de ahí corriendo. Sí damas y caballeros, salí corriendo como una estúpida niña de cinco años.

 Espero y les haya transmitido mi sarcasmo.

 Llegue a una cuadra de la pequeña librería donde trabajaba y decidí detenerme, tenía que tranquilizarme no podía entrar en el estado en el que me encontraba en esos momentos y que la señora Esther me viera en estas condiciones.

Luego de la gran huida y el espectáculo que di echándome a correr como si hubiese hecho algo malo solo podía pensar y pensar en lo que había sucedido era como una película en mi cabeza, era como si rebobinara una y otra vez la misma escena, no podía sacar la voz de ese hombre de mi cabeza podía jurar que sentía odio hacia mí y me gustaría saber por qué, yo jamás olvido una cara pero la suya sí que no la conocía.

Pero rogaba a dios no toparme con él jamás en la vida, sí, le estaba eternamente agradecida por haberme ayudado, pero vaya genio el que se carga el señor dejé esos pensamientos a un lado y me dediqué a trabajar. 

Enamorada de él Matt Hamilton (Mi Bestia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora