Capítulo 8

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Reicher

El fastidioso sonido del despertador hizo que casi lo estrellará contra la pared, desde que paso lo de papá mis noches no eran las mejores y anoche no fue la excepción, mi mente solo pensaba y pensaba en que nuevo truco sacaría de su manga el todo poderoso Matt Hamilton.

Entré al baño tomaría una ducha y bajaría a desayunar moría de hambre por suerte era sábado y no tenía que trabajar.

Estaba en la cocina cuando el timbre resonó en toda la casa, me dirigí a abrir la puerta.

¿Les había dicho que solo llevaba puesta una jodida bata de dormir con poco que dejarle a la imaginación?

Pues si solo eso y en mi puerta se encontraba nada más y nada menos que papá, mi cara de asombro era épica acorte la distancia y lo abrace con todas mis fuerzas.

—Hija también me da mucho gusto verte, pero déjame pasar y darme una ducha créeme la necesito.

—¡No me importa papá no sabes lo feliz que estoy de verte fuera de la cárcel! ¿porque no me llamaste para ir por ti? ¿a qué horas te dejaron salir?

Las preguntas salían de mi boca sin poderlas detener aun en la puerta de la casa y abrasada a papá, su pecho vibró junto al mío cuando su risa algo ronca brotó de sus labios.

—Cher pareces un perico.

Dijo mientras se separaba de mí.

—Vamos entremos a casa y te explico luego de tomar una ducha ¿sí?

Asentí dejándolo entrar a la casa.

—Está bien papá ve a ducharte mientras te preparo un rico desayuno y hablamos mientras desayunamos...

Luego de que mis hermanas y yo desayunáramos con papá, me contó con pocos detalles lo que había pasado solo me dijo que lo habían liberado, que no le habían dicho más, me temía que esa parte se la contaría yo, pero no hoy era sábado por la mañana y no quería arruinar el desayuno con él.

Luego de dejar la cocina impecable y que papá decidiera descansar me disponía a subir a mi habitación para cambiarme de ropa y salir, pero a unos cuantos escalones el timbre de la casa volvió a sonar gire sobre mi eje maldiciendo por lo bajo ¿a quién se le ocurría visitar a esta hora de la mañana? Ni idea, pero sea quien sea no se libraría de una dosis de sarcasmo por mi parte.

De todas las personas en el universo jamás pensé que él estaría en la puerta de mi casa un sábado en la mañana.

Ahí estaba con pose despreocupada traje hecho a la medida color negro, camisa blanca, corbata color vino bien acomodada, su pelo recién peinado hacia atrás. Me sumergí en una visualización increíblemente detallada y ridícula no fue hasta que su voz me devolvió a la realidad.

—Una foto mía te durará más créeme, aunque en unos días tendrás está perfecta vista todos los días.

No pude evitar rodar los ojos, es que su arrogancia era monumental.

—Las he tenido mejores créame.

Sus ojos me recorrieron de pies a cabeza cerré los ojos y mordí mi labio inferior cuando me percaté de que había abierto la puerta vestida solo con una jodida bata color piel de ceda que apenas cubría las partes que debían ser cubiertas.

—Yo podría decir lo mismo señorita Collins.

Auch golpe bajo

Un brillo malicioso se tornó en su mirada, quería jugar pues juguemos. Me acerqué a él muy seductoramente quedando a pocos centímetros de su boca.

Enamorada de él Matt Hamilton (Mi Bestia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora