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Narra Malú

Tenía que ponerle fin a la relación con Gonzalo si quería que lo que tenía con Vanesa en aquel momento, o lo que quisiera tener; funcionara. Tenía que ponerle punto y final a la mentira de vida que estaba llevando a cabo, a cada parte de ella que destruyó lo que teníamos antes.

Por primera vez, no tuve miedo, no tuve ganas de correr y evadirme de la realidad; quería luchar por ella. Quería luchar por la mujer que tenía encima de aquel enseñarlo dándolo todo, y mirándome a cada rato; y sobre todo gritándome en cada canción todo lo que se guardaba dentro. La quería tanto, que estaba Dispuesta a enfrentarme a los monstruos que llevaba dentro.

Así que si quería intentarlo por lo menos, tenía que empezar a cambiar ya. Por lo que le mandé un mensaje a Gonzalo.

"Mañana en la noche llegaré a Madrid. Necesito hablar contigo. ¿Cenamos?"

A los pocos segundos recibí su contestación.

"Claro amor. Paso a las 10 por ti. Te quiero"

Suspiré; ya había dado el primer paso.

- Qué bonitas que sois. - interrumpió Francis a mi lado, lo que hizo que guardara el móvil inmediatamente.

- ¿Perdona?. - le miré.

- Qué se ve que os queréis mucho, a pesar de todo. Por lo menos mi hermana lo hace, y por más que quiera no puede evitarlo. - sonrío, y ambos la miramos. Era bella, así sin más, con maquillaje, en pijama, a las 6 de la mañana o a las 12 de la noche.

- Y yo a ella, como lo más grande de mi vida. - mis ojos estaban perdidos en su potencia, en toda ella; como en la última hora.

- Lo se, me gusta que estéis juntas otras vez, por casa te echamos mucho de menos; bueno a pesar de todo el lío...ya sabes. - acarició mi hombro.

- Y yo a vosotros; créeme. Pero aún no estamos juntas, se hace de rogar. - me reí junto a él.

- Así es mi hermana, difícil cuando quiere, y después de tanto sufrimiento también es normal... - se quedó callado ante mi mirada expectante.

- Ya lo sé. - bajé la cabeza. - Ahora quiero hacer las cosas bien.

- Espero por su bien...

Y ante estas últimas palabras desapareció de mi lado, y volvió al escenario junto a ella.

Cada vez que alguien me decía que había sufrido, por mi culpa, hacía que mi corazón se rompiera un poco y otro más. A veces, siento como si no fuese suficiente para ella, como si por más que nos quisiéramos estuviéramos predestinadas para solamente amarnos.

Quería todo con ella, pero no sabía si era lo que necesitaba en aquel momento. Si era algo bueno en su vida. Y entonces las palabras que dijo la última vez en la discusión, volvieron a mi; y si ¿solo fui algo un estorbo para ella?

Así que dejé el backstage, y salí a tomar aire y fumar un poco.

Mientras encendía el piti, mi cabeza no dejaba de dar vueltas; primero Ana antes y ahora Francis... todo veían la realidad menos yo.

Estaba hecha un mar de dudas en aquel instante, no respecto a lo que deseaba, sino con Vanesa y su vida. No quería herirla otra vez, no quería verla llorar por mi; pero a la vez la quería a mi lado. ¿Es malo ser tan egoísta?

Y sin más; olvidè los minutos que pasé en aquel lugar, pero el frío de la noche me arropaba y me cubría con su calma.

- Pensaba que habías cambiado de opinión y te habías ido.

- No, solo necesitaba respirar. ¿ya has acabado? - mis ojos buscaron por inercia el suelo.

- Sino no estuviera aquí, ¿no crees? - respondió Vanesa y se acomodó a mi lado. - ¿Qué te pasa, gorda?

- Nada, solo pensaba.

- A mi no me mientes. - tomó mi mejilla para que la mirara, y me sonrió.

- No quiero que vuelvas a sufrir por mi. - una lágrima cayó sin permiso por mi rostro.

- ¿Y quien ha dicho que lo iba a hacer? - me sonrió.

- Yo...no se Vanesa. - me levanté. - Todos hablan de lo mal que estuviste cuando rompimos, y simplemente me niego a que vuelves a sufrir por mi. No merezco la pena. - volví a suspirar, y me giré dándole la espalda. La respiración me estaba siendo torpe, y me costaba mucho mantenerla controlada. No quería que aquello fuera a más. - Además, aquella noche en casa de Alejandro me lo dijiste tú también.

- A ver, relájate primero vale. - me abrazó por detrás. - No Quiero que te dé otro ataque.

- No, estoy cansada que todos tengan que estar ahí para mi. Estoy cansada de hacer sufrir a la gente que quiero joder. - me separé y la miré a los ojos.

- No me haces sufrir. - acarició mi cara. - A veces decimos cosas que no sentimos cuando nos enfadamos. Tú solo me haces ser feliz, hasta en los peores momentos. De verdad.

- No estoy tan segura de ello.

- Pues claro que sí. A ver. - cruzó sus manos por mi cintura, y me acercó a ella. - ¿quién me va a despertar a besos? ¿O quién me va a salvar cuando necesite tiempo para simplemente desconectar? ¿O quién me va a mirar como tu lo haces?

- No se; Inma... - bajé la mirada.

- Eres tonta gorda. - dejó un beso suave en mis labios. - y es que por más que quiero no te puedo dejar ir, sin más. Así que nunca más digas que me haces mal; o cualquier tontería. Si estoy aquí a pesar de todo, es por algo ¿no? Y Te quiero, ¿vale? Eso es lo único que me importa. Y si tenemos que estar una a la otra salvándonos toda la vida, me da igual, si estás tú. Y por más que no quiera aceptarlo, así va a ser siempre.

- Te quiero. - la abracé como si mi vida se fuera en ello, porque era como mi Estrella polar, mi suelo firme donde siempre quería regresar. - Ojalá no te haga sufrir nunca más.

- Ya está, dejemos el tema. Entonces, ¿ahora te vienes al hotel conmigo? ¿O tienes dónde quedarte? - me miró sonriente.

- Pues claro que no, pensaba quedarme contigo. - mis brazos se enredaron en su cuello, y lo acariciaron como si fuera un cuadro de un museo, el más caro y todo mío.

- Bien pensado. - volvió a juntar nuestros labios.

Entrelazó nuestras manos y me llevó por todo el backstage así. Volvía a sentirme segura, y volvía a quererlo todo si fuese a su lado.

Aprender a (sobre)vivir Donde viven las historias. Descúbrelo ahora