Narra Malú
Pasar tiempo junto a Dylan, y aquella familia que también era mi familia, lograba que me olvidara de los malos momentos ocurridos antes. Eran un chute de energía y de la verdad.
- Tita... - hablaba Dylan, mientras observaba a su hermana entre mis brazos.
- Dime corazón. - le acariciaba el pelo.
- ¿Por qué no puedo caminar aún?
- Porque es muy pequeña, y tiene que crecer mucho mucho. - ponía voz de niña pequeña y sonreía.
- ¿Como yo? - se levantaba y medía su altura, mientras yo reía ante sus ocurrencias.
- Sí, así mismo. - acaricié sus cachetes.
- Y, ¿falta mucho aún? Es que quiero jugar con ella; y ahora solo puedo jugar con papi...
- Solo un poco. - sonreí.
- volvió a sentarse, y pensó. - Jo... - puso sus manos en su mandíbula. - Aunque, - levantó la mano rápidamente. - Sí tú tienes un niño, así como yo, podríamos jugar; y Alma también. - Dijo alegremente. - Yo quiero un primo. - aplaudió. - ¿Me das un primitito tita?
- A ver amor, no es tan fácil. Para eso faltaría muchísimo tiempo. - hice el gesto con la mano.
- Qué mal... - protestó.
- Eh pero te prometo que tendrás un primito. - sujeté su mentón.
- Biieeen!!! - sonrió. - Y ¿será también su primo? - señaló a Alma.
- Sí ella quiere... - la miré y me desvanecí ante ella. Si había algo en la vida que adoraba eran los niños.
- Pues seguro que si...eres la mejor tía del mundo. - me abrazó, y reí.
- Y tu el mejor sobrino del mundo mundial. -se acercó y chocamos nuestras narices, como siempre.
De pronto, Alejandro abrió la puerta del jardín, donde estábamos nosotros para evadirnos un poco de las personas y la música.
- Parece que tu invitada al final sí que vino. - Dijo, y pude ver como Vanesa entraba a su lado.
- Hola- Saludó ella; yo simplemente me mantuve observándola.
- Hola tita Vane. - la abrazó El crió, mientras ella le daba unas vueltas en el aire. Todo por un momento se mantuvo igual que siempre. - Te eché de menos.
- Y yo a ti, pequeño. - le besó.
- Venga capitán, vamos a dejar a las titas solas un momento. - Dijo Alejandro, y ante de irse tomó a Alma de mis brazos.
Por un segundo, nos mantuvimos la mirada fija, como uno de esos momentos en los que no incomoda, ni te hace menos delante de la otra persona; sino de esos en los que no te importaría estar así horas y horas. Pero aquellos reclamos volvieron a hacerse presentes en mi memoria y deshice el vínculo.
Me acomodé como antes, en la silla; y mi vista se dedicó ahora a observar el sol que se ocultaba entre los árboles.
- Lo siento. - escuché como su voz se deshacía. Y sobre todo, conocía lo que le costaba decir aquellas palabras.
- Vale. - dije después de varios segundos.
- ¿Me puedes mirar? - preguntó, y acarició mi mandíbula para cambiar el sentido de mis ojos que chocaron con los suyos. - Te lo digo en serio, perdóname por todo, lo que te dije fue...
- Es que no lo entiendes... - mi voz salió como un hilo, como el último hilo. - No estoy así por lo que dijiste, sino porque no me diste el beneficio de la duda...yo simplemente quería que me lo contaras, que me preguntaras... joder - una lágrima cayó por mi rostro. - Qué confiaras un poco en mi. - me mordí el labio inferior, para que mi cara no se inundara otra vez.
Un silencio entre ambas se hizo. Era algo que necesitábamos en aquel momento.
- Ya, lo sé. Pero; sinceramente me dio miedo. - la miré, y en aquel momento algunas lágrimas también se le habían escapado a ella. - Te quiero demasiado Malú, a veces me da miedo quererte tanto, y saber que nunca podré borrarte de mi vida y de mi mente. Eres algo que se clavó en mi aquel día en el teatro, y que nunca he podido sacar. - Por primera vez, desde hace mucho tiempo, estaba sacando todo lo que guardaba dentro. - Y solo la idea de saberte con alguien más, aunque suene egoísta, me aterraba. No quiero perderte otra vez. - Al concluir las lágrimas ya habían abarcado su rostro.
- me arrodillé, y acaricié sus manos. - Yo también te amo...y claro que tengo miedo; pero también quiero luchar con todo por esto, y para ello necesito que confíes en mi. - nuestros ojos volvieron a hacer contacto y quité unas pocas lágrimas. - Necesito que hagamos esto juntas, ¿vale?
- Vale. - sonrío, y se acercó más a mi hasta acariciar sus labios juntos a los míos. Fue un beso de sello, de pacto y de ganas. - Entonces ¿Me perdonas? - Dijo, muy cerca aún.
- Claro que si, gorda. Siempre. - atrapé sus mejillas con mis manos, y volvimos a unir nuestras vidas. - Prométeme algo. - asintió. - Nunca dejemos que la situación nos sobrepase; nunca. Hablemos, discutamos, o nos enfademos; nunca dejemos de hacerlo juntas. No dejes que me vuelva a perder quién eres. - la última frase, casi fue una súplica.
- Te lo prometo. Y ahora tu, prométeme algo. - tambien asentí. - cuéntame todo lo que te suceda, hasta lo más malo; cualquier duda, miedo, lo que te diga la gente; todo. No quiero volver a dudar de ti por los demás, nunca más.
Y ante ello, no tuve opción más que besarla otra vez, para demostrarle que estaríamos ahí, las dos, juntas, contra el mundo. Que no volvería a dejar que lo demás nos sobrepasara, y que la quería en mi vida de cualquier manera; como debió de ser siempre.
Así que después de eso, disfrutamos de la fiesta y de nuestra familia, como siempre; como antes.
Dylan y Alma se clavaron en nuestra vida y acariciaron nuestras entrañas, y nos hicieron recordar esos días donde soñábamos como llamaríamos a nuestros pequeños, mientras Alejandro y Raquel decían lo felices que estaban de vernos juntas y felices.
Porque el amor siempre gana, como la música; siempre se sobrepone a todo y gana la batalla a lo falso y a la sociedad. El amor libre es el mejor; el que lucha y el que ama sin temor a nada.

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Aprender a (sobre)vivir
Fiksi PenggemarUna vez más, aquí estoy, tratando de vivir, de ser feliz sin ella, sin sus besos y sus manos agarrandome tan fuerte, que me podían retener incluso con una multitud de cuerpos a nuestro lado. Se que no será fácil, porque nos conocemos demasiado y sie...