23

1K 43 1
                                    

Narra Vanesa

Mis pies siguen el balance de mi cuerpo, y vuelvo a pensar mil cosas mientras subo aquellas cinco plantas, como hace tiempo. Y vuelvo a imaginar que decir, cómo actuar...

Quizás ahora tenía las ideas más claras, y sabía que quería intentarlo con Malú, las veces que fueran necesarias, pero con ella.

Y algo que he aprendido, es que en el corazón no se manda. Es o no es; y ya está.

- Hola. - saluda la mujer delante de mi, y por primera vez, a lo mejor, no reconozco el sentimiento que causa en mi. - Pasa, amor. - me sonríe, y besa.

- Hola. - digo, pero aún mis palabras no salen de mi. Me siento en contradicción conmigo misma, no quiero dejar lo bonito que hemos creado, lo que me ha dado y me ha aportado; pero a la vez, tengo que hacerlo. - ¿Podemos hablar? - me siento en el sofá de siempre, y todo vuelve a ser igual.

- se acomoda a mi lado, y enreda sus manos en mi pelo. La melancolía invade cada parte de mi. - Sí claro, tengo aún varios minutos libres antes de irme al plató. ¿Pasa algo?

- Eh...si... - digo en un susurro. Una parte de mi no está preparada para esto, se niega a dejarla; a dejar la estabilidad que me da. Y vuelvo a sentirme cobarde, por esconderme en ella como todos estos años.

- Soy toda oídos. - me sonríe, y su maldita sonrisa me destabiliza. Si, nunca la he visto como al amor de mi vida, pero me duele herirla; si pudiera amarla lo hubiese hecho; mil veces.

- A ver, antes que todo te pido perdón... - digo rápidamente, y sin pensar. Así será mejor. - Eh...sabes que te quiero muchísimo, Inma, demasiado; y esto me cuesta como lo que más...

- Vanesa. - me toma de los hombros. - tranquila, me estas preocupando.

- cierro los ojos, y suspiro. Algo dentro de mi me susurra que es ahora o nunca jamas. - Quiero volverlo a intentar con Malú.

Y no veo reacción alguna en sus ojos o su cuerpo, su mano sigue pegada a mi. Se ha quedado inmóvil y yo simplemente no se que hacer. Me siento la peor persona del mundo. Tanto tiempo, tantas noche de desvelo en la que ha estado ahí, tantos sueños por cumplir; y yo simplemente he vuelto a romper todo delante de mi por Malú. Quisiera arroparla y no se...

- Inma... - susurró, pero ella sigue igual.

- Malú... - Por fin se levanta y puedo ver como una lágrima rebelde se escapa de ella.

- Lo siento. - repito.

- No, da igual. En el fondo sabía que esto alguna vez sería así. - aquellas palabras que parecen salirse de su boca con toda su fuerza, me deshacen.

- No...yo te quiero....

- me interrumpe. - Eso nunca estará en duda. - Por fin vuelve a mirarme a los ojos. - Pero nunca no hemos querido igual. - sonreí con tristeza. Odio verla así. - Yo te quería como se quiere a lo más grande que tienes; y tú... - se calla y las lágrimas bombardean su rostro.

Me acerco y la brazo. Sentir entre mis brazos como se hace pequeña, como alguna vez estuve yo y era ella quién me cuidaba; logra que mis piernas flaqueen y que desee que el tiempo volviera atrás. Cambiar, no podría cambiar nada; pero a lo mejor me hubiese obligado a mi misma a quererla más, a sentirla más mía, y más nuestras.

- lo siento... - repito en ocasiones, aún con su cuerpo pegado al mío.

- No, de verdad que no. - me acaricia las mejillas. - me has dado lo mejor que podáis este tiempo, no podíamos hacer nada. - traga saliva. - En otra ocasión me hubiese enfado, y te reclamaría mil cosas. Te hubiese echado en cara esas mil noches en las que llorabas por ella, y en las cuales la estaba era yo, las noches en las que te sentías inferior por no pertenecer a su mundo, por no querer defenderte delante de todos... - suspiró. - Pero no merece la pena, siempre he salido que seguías enamorada de ella, y que por más que quisiera no podía cambiarlo. Porque hay cosas que por más que nos empeñemos no están hechas para nosotros; y una de ellas eras tú.

- Te mereces lo mejor. - besé su frente; y fue lo único que pude decir ante aquello. Era bella, por dentro y por fuera, y hoy había mostrado ser también comprensiva y la mejor de las personas.

- Tu mereces ser feliz, y espero que ella te lo pueda dar. - juntamos nuestras caras y respiramos la una de la otra. Era mi aire, mi manera de salir de todo.

- Te quiero.

- Y yo, Vanesa. Y siempre te voy a querer, no lo dudes. Puedo...

Y por último, besó mis labios por última vez, acarició mi alma como solo ella sabía, arañándome por dentro, despejándome, y haciéndome sentir especial.

Me dejó el peor sabor a boca de la vida, el sabor a adiós, a tristeza...

El saber que tienes delante de ti todo lo que alguna vez soñaste, y que no la amas; que te empeñas en adorar a esa persona, que por más masoquista que suene, en la mujer de tu vida; te hace cuestionarte muchas cosas de tu vida.

Aprender a (sobre)vivir Donde viven las historias. Descúbrelo ahora