Narra Vanesa
Mi Málaga siempre me sentaba muy bien, estar en casa, con todo lo que ello implicaba, me hacía perderme en un mundo paralelo, en una realidad que abría mi mente y corazón.
En estos días pude darme cuenta que Inma había sido tan importante que me dolía romperla, pero porque siempre la había visto como la mejor de las amigas, a la que puedes llamar en cualquier situación y que sabes siempre estará ahí. Y también, comprendí, que el amor que sentía por aquella mujer que tanto había revolucionado mi vida era tan fuerte y tan Grande que estaba dispuesta a dejar todos mis miedos y mis males en un cajón y guardarlos para siempre.
Hoy, me preparaba para pasar el día en la playa con mis perros. Aquella que fue testigo de tantas cosas de mi vida, aunque mi rutina se vió interrumpida por el timbre que sonaba sin cesar.
- Gorda! - grité al notar su presencia, inquieta e insegura. - ¿Pero...? - sonrío por inercia. Siempre ella hacía estas cosas. Siempre me sorprendía, por eso para nosotras nunca fueron importantes los 14 de febreros, ni ninguna de aquellas fechas, porque nos queríamos y nos cuidábamos siempre; como aquellas sorpresas inesperadas; mimándonos.
- Te echaba de menos. - Dijo aún en la puerta.
- Dios, te quiero tanto. - y sin pensarlo me arrojé a sus brazos, porque no necesitaba nada más para gritarle que yo también la había echado de menos. - Pero pasa, ahora mismo me iba a ir a la playa con los perros. - la tomé del brazo y la llevé hasta el sofá, no sin antes pasar por los lametazos de Carmela y Pongo.
- Pues gracias a dios que te pillé en casa, porque no es plan de ir dónde tu madre. - rió, y tomamos asiento.
- Gracias. - dije acariciando su mejilla, después de varios minutos de solo miradas.
- Sinceramente, agradéceselo a Dylan, que por èl estoy aquí. - ambas reímos. - Quería que te diera cuando antes esto. - buscó en su bolso un dibujo, y yo morí al verlo.
- Le debo la vida a ese crío.
Nuestros ojos volvieron a hacer contacto, no me acostumbraba a todo lo bonito que estábamos volviendo a vivir, todo lo que la vida nos estaba permitiendo experimentar. Era vivir en un sueño; en nuestro sueño.
- Vanesa, también vine porque necesito desahogarme contigo. - me preocupé por aquella frase, y por ella.
- ¿Qué te pasa, amor? - acaricié su mano, la cual descansaba junto a la mía.
- El día que hicimos la maleta en tu casa, - bajó la mirada al suelo. - me encontré una caja con cosas nuestras, y con cartas...
Ante aquello yo me quedé inmóvil, todo mis sentimientos habían quedado plasmado en aquel lugar, los buenos y los malos, porque de alguna manera necesitaba contarle, desahogarme; y aquella Había mi forma de refugiarme, de ser yo completamente.
- Eh Malú...
- me interrumpió. - Y por un momento me sentí la peor persona del mundo, porque aunque no lo creas lo que más odio es hacerte daño, saber que no soy lo suficiente para tu felicidad...
- Eres más que suficiente... - volví a acariciar su mejilla, pero no pude retener su mirada.
- Déjame terminar. - asentí. - Y llegué a pensar que serías mucho más feliz sin mi, sin mis miedos, sin mis tonterías, sin tener que lidiar con la prensa y con todo aquello que odias. - volvía a abrir su corazón para mi, y con aquello no se daba cuenta que ya me hacía feliz, y que era perfecta con todo lo malo, también. - Pero después Alejandro me hizo ver, que nos habíamos jurado contarnos todo, y que también está bien tener miedo. Por lo que, quería decirte que voy a intentar ser mejor por y para ti, para que no sufras más, para que tu felicidad pueda ser alcanzada junto a mi, para que nunca más te vayas de mi lado por mi culpa...
- Eh, para para. - levanté su cabeza, había empezado a hablar en carretilla. - Eres increíble, eres tú; y a mi eso me vale. Nos hemos echo daño, las dos, y esto lo hemos hablado mil veces ya, gorda. - le sonríe. - Eres única para mi, y perfecta, y con que no me dejes nunca, a mi me haces muy feliz. - dejé un beso suave y lento en sus labios. - Así que ahora dejemos los miedos, todas esas tormentas que nos hicieron separarnos antes, y vamos a vivir el presente, ¿vale? - mis manos no dejaron ni un segundo de acariciar sus mejillas, y de rozar su piel con la mía.
- Vale. - juntó nuestras frentes. - Te adoro Vanesa, muchísimo. - cerró los ojos, y tomó mis manos y las unió a las suyas. - Y no quiero perder nunca más esto, porque para mi es vivir.
- Ya no. Somos más fuertes, más sabias, y lo que sentimos sigue intacto.- sonrío. - Así que ahora vamos a la playa, y vivamos. - moví mis manos por sus piernas, cuando nos separamos, y le saqué la lengua. Ella me dejó un beso rápido.
Nos levantamos y Malú automáticamente se subió a mi espalda por unos momentos, para después abrazarme y reírse. Estos pequeños detalles son los que adoraba de ella.
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Hola! Estoy de vuelta.
Quedarán 3 o 4 capítulos para el final.
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Aprender a (sobre)vivir
FanfictionUna vez más, aquí estoy, tratando de vivir, de ser feliz sin ella, sin sus besos y sus manos agarrandome tan fuerte, que me podían retener incluso con una multitud de cuerpos a nuestro lado. Se que no será fácil, porque nos conocemos demasiado y sie...