Cap 27- ¿En dónde estás?

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Cap 27- ¿En dónde estás?

Elias:

Ya van tres malditos meses que no sé nada de Melissa. Me estoy volviendo loco. He intentado todo, el colegio, sus amigos,Tito y nada.

Tito no contesta mis llamadas y en la academia no me pueden dar información. ¡Malditas leyes! La privacidad, la privacidad ¡Pura mierda!.

Esta mañana me desperté sudando, gracias a las pesadillas. Recordando, cuando éramos niños y Tito la traía a mi casa. Le hacía tantas travesuras tratando de llamar su atención. Le jalaba las trenzas, le metía el pie, le tiraba piedritas etc... ¡Me odiaba!.

La última travesura que le hice, fue una tarde en la que vi cómo observaba a mi papá. Siempre le brillaban los ojos cuando lo veía y se retorcía como lombriz. ¡Por Dios, era un viejo para ella!

Me vino una brillante idea a la cabeza.

Conseguí una caja y la envolví como regalo, ella se puso feliz, pero cuando la abrió, dio el grito al cielo. En ella había una inmensa lombriz, que se retorcía dentro de la caja..

Solté la carcajada y le dije: esa eres tú, cuando ves a mi papá. Se puso a llorar, no sé si de miedo, de rabia o de vergüenza y yo reía aún más. En ese momento salieron nuestros padres corriendo, preocupados. Melisa les contó lo sucedido y me metió en problemas con mamá.

Me tomó de la oreja y me obligó a que pidiera disculpas. Yo pedí perdón y ella solo asintió con la cabeza, pero cuando volteó a verme le saqué la lengua y balbuceó entre dientes, LOMBRIZ.

Ella era mi chica y aunque no lo supiera, un día, cuando yo creciera y me pusiera grande y fuerte como papá, me vería a mí.

Pasaron varios años sin que volviera a visitarnos.

En todo ese tiempo estuve muy ocupado entrenando. Necesitaba estar muy capacitado si quería ser un gran agente. Le pedí a papá que me ayudara a ponerme fuerte como él.

Una tarde mientras me encontraba en el corral, papá me mandó un texto para que fuera a cenar. Llegué de lo más tranquilo a casa, con la camisa colgando del bolso trasero de mi pantalón y el torso desnudo. Llevaba leña para la chimenea, ya que empezaba a refrescar.

Bajé los palos al suelo y cuando voltee, ahí estaba ella, preciosa, sentada en el sillón. Para mi sorpresa, pude ver ese brillo en sus ojos que tanto anhelaba mi corazón brillar al verme.

Ya no era aquel niño flaco y pecoso que tanto odiaba, ahora, era todo un hombre y le agradaba lo que veía. A mí ni se diga, se había puesto más hermosa de lo que algún día pude imaginar.

Mí corazón dió un salto y me llené de orgullo, al ver la felicidad que le dio al verme. Sus ojos recorrieron mi cuerpo tímidamente.

La volteé a ver, le ofrecí la mano en saludo y cuando me la dio, la jalé, poniéndola de pie y pegué a mi cuerpo.

- ¡Lombriz! Te he extrañado tanto, no he tenido a nadie con quién pelear. ¡Mira Qué preciosa te has puesto!

Increíble pero cierto, sus mejillas se pintaron de color carmesí. Puso sus manos en mi pecho y me empujó. Lo que ella no se dio cuenta, fue que su acción me enloqueció más de lo que pudiera imaginar. No fui yo el único que tuvo esa reacción, porque ella también se estremeció al tocar mi piel, lo pude sentir.

!No cabía duda, era mi chica!

De repente desapareció, yo empecé a buscarla por todos lados desesperadamente, pero nada. Mis padres me observaban con dolor en los ojos, pero no hacían nada por encontrarla.

Enseñame a Olvidar II: volver a nacerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora