Cap 17- Quieren a tu hijo

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Cap 17- Quieren a tu hijo

Natalie:

Dormía plácidamente, sintiendo las suaves caricias de William en mi vientre y sin poderlo evitar sonreí.

- Todo terminará pronto, te lo prometo - decía suavemente en mi oído. Me sentía la mujer mas feliz del mundo al tenerlo a mi lado.

- William mi amor.

- ¡William no está aquí y jamás lo volverás a ver, de eso me encargo yo! - la fría voz de su madre rompió mi felicidad.

- ¿Will...William mi amor? - lo llamé espantada, al percatarme de la realidad.

Todo era un sueño, William no estaba a mi lado y no acariciaba mi vientre. Mi corazón comenzó a saltar incontrolablemente en mi pecho.

- Tú me arrebataste a mis hijos y al único hombre que amé en la vida. Ahora, vas a saber lo que se siente perder todo lo que crees tener.

Quería abrir los ojos, pero no podía. Todo mi cuerpo estaba entumecido, como si llevara toneladas de plomo sobre mí. No podía respirar, el miedo que me consumía era indescriptible.

¡Mi bebé! Gritaba en mi interior. Debía despertar y luchar contra este demonio ¡Lastimaría a mi bebé!.

Esa sensación de que alguien acariciaba mi vientre se sentía cada vez más real ¿Pero quién era si William no se encontraba aquí?

Los recuerdos volvieron a mí, a esta mañana.

Después que William se marchó volví a dormir un poco más, cuando unos insistentes toquidos a la puerta, me despertaron.

- Natalie soy yo, Alberto. Abre la puerta es urgente!.

¿Por qué tanta insistencia? ¿Qué habría pasado? ¿William?

- Me tengo que ir a México ahora mismo, detuvieron a William - dijo al instante que abrí.

Mi mundo dió un giró, poniéndose de cabeza ¿Lo detuvieron? ¡Yo necesitaba hacer algo! ¡Debía ayudarlo a escapar!

Aunque llevaba mucho tiempo fuera del negocio, tenía algunos contactos que me debían algunos favores y era tiempo de cobrarme.

Iría a mi casa, en donde tenía la información de esas personas. Planearia su fuga, Leo me ayudaría, yo lo sé. Él no me dejaría sola en estos momentos.

Will no podía estar preso en ese lugar, contaba con muchos enemigos y no duraría mucho tiempo vivo. ¡Debía sacarlo ya!

- Deja me visto - dije antes de cerrar la puerta.

En cuestión de segundos mi abuela entró preocupada y suplicó que no saliera.

Ella supo que no lograría convencerme, el bienestar de mi esposo era lo primordial para mí. Así que a regañadientes aceptó, pero iría conmigo.

Íbamos a toda prisa en el coche y mi abuela trataba de tranquilizarme, diciendo que no era bueno para el bebé que me preocupara.

Podía ver los ojos de Alberto viendo ansioso, por el espejo retrovisor. Volteé a ver mi escolta y pude ver como autos desconocidos cortaban el pasó a mis hombres.

Alberto aceleró y giró en la esquina más cercana. Trataba de perderlos de eso estaba segura, hasta que se adentró a un lugar solitario.

Todo era bosque, no habían casas, ni carros, ni mucho menos gente alrededor. Este lugar era muy familiar, pero no recordaba de dónde.

- ¿Alberto? - pregunté angustiada. No quería creerlo, pero el hombre de confianza de mi esposo nos acababa de traicionar.

Mi abuela sacó una pistola de su sacó y le apuntó a la cabeza.

Enseñame a Olvidar II: volver a nacerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora