Así se pasó una semana más. Contando los minutos para salir de ese infierno y entrar en otro un poco mejor. Deseando que se pasaran rápido los próximos… dos años de mi vida.
Estaba deseando que pasaran 730 días y tan solo habían pasado siete.
Bien, solo quedaban 723 días para que pudiera ser un poco más feliz o mejor dicho, un poco menos triste.
Era lunes… devuelta. Llegué al colegio y directamente fui por la puerta de atrás. No quería encontrarme a Paul, aunque seguramente lo haría.
No sabía porque pero en toda esa semana de escuela, Paul nunca había entrado a clases. Iba, pero se quedaba por allí, sin hacer nada. Me esperaba, torturaba y luego se quedaba dando vueltas por allí. Nunca entraba. ¿Habría dejado la escuela? ¿Lo habrían expulsado? Sabía que el año pasado le había ido bastante mal, había roto varias veces las reglas y había desaprobado algunas materias. ¿Sería eso?
Lo único que sabía era que no quería que eso pasara más. Si él no entraba a clases me perjudicaría a mí. Él no tenía que entrar a clases, no le importaba quedarse mucho tiempo afuera molestándome. Pero a mí sí y él lo sabía, por eso lo hacía. No me dejaba entrar a clases solo para molestarme. Aunque no estuviéramos hablando él se metía en mi camino sin dejarme pasar. Me iba para un lado y él me agarraba con sus brazos para que no pasara. Me iba para el otro y él me agarraba de la capucha del cuello y me dejaba donde estaba. Trataba de escapar y el me agarraba de los hombros estampándome contra la pared y enfrentándome para que no saliera.
Toda la semana fue así. Entraba tarde, golpeado y frustrado al curso. Me había enojado, en serio. No quería entrar tarde este lunes; ni que me golpearan así que tendría que hacer algo.Estaba por entrar, abrí la puerta pero él estaba allí y me tomó fuertemente del hombro y me sacó afuera. Lo empujé.
-Disculpa, necesito ir a clases. -dije con la cabeza gacha.
-No irás. -dijo poniendo su brazo en la pared, interceptando el paso.
Mis ojos se pusieron llorosos, ¿por qué era todo tan difícil? ¿Por qué tan solo no se corría y me dejaba de molestar? Él me vio y se dio cuenta. Me agarró del mentón y me lo subió haciendo que lo mirara, simplemente para burlarse de mí. Iba a llorar si no hacía algo así que lo hice. Golpeé en la nariz a Paul Butcher.
Obviamente él no iba a soportar los abusos de un niño más pequeño, débil y cobarde. En realidad yo no era flacucho ni pequeño, es más, media 1.76 más o menos. Pero, a ver, ¿cómo lo explico? Un elefante es grande, muy grande, y da miedo. Pero si se lo compara a este animal con el Mundo entero, obviamente el elefante se va a ver pequeño; pequeño y débil.
Paul se tocó la nariz, salía muchísima sangre. Estaba atónito por lo que había hecho, en 4 años yo nunca había respondido a sus abusos. Nunca había hecho nada.
Tocó el timbre que hizo que entrara en razón. Y comencé a correr, con todas mis fuerzas hacia mi curso. Podía escuchar los gritos de Paul: “Ya vas a ver soquete” “Te voy a matar”
Pero cuando me di vuelta, con mis ojos verdes llorosos, él estaba allí sin moverse y de brazos cruzados. Él sabía que era inútil correr ahora, él sabía que tenía todo el puto año para hacerme pagar por eso. Y yo también lo sabía, supongo que por eso no lo había hecho antes.
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De eso se trata.
Teen FictionJosh tiene 16 años. Su madre muerta y un padre que no conoce. Tiene que empezar las clases con Paul, su acosador. Y su único amigo es Sam, su perro. 16 años, tanto dolor, tanto sufrimiento... tanta mierda. Pero bueno de eso se trata la vida, ¿no?