Corrí hasta la casa de Melanie, no quería hacerla esperar. Llegué a las 5:15 ¡Vaya que corrí rápido! Golpeé la puerta medio nervioso ya que era la primera vez que iba “formalmente” a la casa de alguien, y aparte era una mujer. No tengo nada con las mujeres solo que al ser hombre, la madre y sobre todo el padre, me verían como una “amenaza” por así decirlo. Como el chico malo que les puede arrebatar a su hijita, que la puede lastimar.
Lo sé por mi madre. Ella solía pasar la mayor parte de su tiempo en su cama leyendo alguno que otro libro o llorando, raramente se levantaba y solo si yo se lo pedía. Hasta que un día, a mis 7 añitos, me cansé de verla así.
-Mami, ¿por qué lloras? -pregunté parado en la puerta de su pieza.
-Por la vida. -dijo llorando aún más fuerte.
-¿Qué tiene esta vida, ma? A mí me gusta. -respondí inocentemente.
-TÚ ERES HOMBRE, CLARO QUE A TI TE GUSTA. -gritó llorando mientras le caía baba de la boca, estaba desesperada.
Recuerdo haberme asustado, mucho; hasta el punto de llorar.
-Mami, ¿y eso qué tiene? -dije en tono casi inaudible.
-Los hombres no sufren, los hombres hacen sufrir. -dijo sentándose en la cama. -Al principio estaba así por el infeliz de tu padre; maldito bastardo. -agregó por lo bajo. -Nunca me va a lastimar una mujer, ellas no hacen eso. A ellas solo les toca sufrir.
No entendí nada de lo que ella estaba diciendo pero sabía que tampoco era buen momento para preguntar, así que simplemente me callé.
-Por eso tú nunca vas a sufrir, tú solo vas a hacer sufrir. -dijo señalándome con cara de desprecio.
-Yo no quiero lastimar a nadie. -dije llorando.
-Si yo hubiera tenido una niña estaría tan preocupada por el pobre infeliz que estuviera a su lado. No la querría ver sufrir. -dijo como si estuviera hablando sola. -En cambio contigo me tengo que preocupar por “a quién vas a arruinarle la vida”. -dijo mirándome con desprecio.
Me acuerdo que la conversación siguió pero fue hace mucho así que no recuerdo exactamente que nos dijimos. Algo era evidente, mi madre odiaba a los hombres, y tenía a uno de hijo. Lo que sí sé fue que esa noche me prometí nunca lastimar a nadie, nunca dejar a nadie como dejaron a mi madre.
-Hola Josh. -dijo Meli sacándome de mis oscuros pensamientos.
-Hola. -la saludé desganado.
Apenas entre a su casa había un televisor enfrentado a una mesa donde, yo supongo, ellos comían. Del otro lado del televisor había una puerta que estaba entreabierta, era el baño. Pasando la mesa había un pasillo bastante largo.
Meli se sentó en la mesa y me hizo un gesto como para que me sentara.
-¿Quieres tomar algo? -me preguntó amablemente.
-No, gracias. Quiero terminar el trabajo. -dije bastante desatento, creo que los pensamientos que recién había tenido me habían puesto tenso.
Comenzamos a hacer el trabajo. Eran 12 puntos así que para agilizar las cosas, yo hice los 6 primeros y ella los 6 últimos. No había ninguna dificultad, eran simples preguntas textuales.
Eran ya las 6:30, nos habíamos hecho varias preguntas en el transcurso de esa hora pero dentro de todo la tarea era fácil. La había ayudado a ella con algunas cosas y ella a mí con otras.
Ya había respondido todas las preguntas completas y justo cuando le iba a preguntar si quería ayuda, ella me habló.
-Oye Josh, me ayudas con esta pregunta que no encuentro. -dijo pasándome el cuadernillo y mirando sus hojas.
-Sí. -respondí amablemente.
Leí la pregunta que a ella le dificultaba. La respuesta no estaba en mi resumen así que decidí leer en los suyos. Después de leerlos rápidamente noté que la respuesta tampoco se encontraba allí.
-Ei, no están en tus resúmenes.
-No, tampoco en los tuyos. -dijo preocupada.
-Leamoslos devuelta más detalladamente, ¿quieres? -ofrecí.
-Emm, no creo que este aquí. ¿Por qué no lo buscamos en internet? El profe dijo que podíamos sacar algo de información de ahí.
-Sí, me parece bien. ¿Tienes…-dije aunque no terminé la frase.
-¿Computadora? -dijo terminando mi frase.
No terminé la frase por no ser… indiscreto. Me di cuenta después de que comencé a hacer la pregunta que quizás ella no tenía computadora, y si no tenía le podía ofender. A mí no me hubiera ofendido pero hay gente a la que sí. Así que instintivamente dejé de hablar.
-Sí, eso.
-Sí, sí tengo. -dijo riendo. -Está en mi pieza.
No sabía porque se reía pero sentí que de mí. Ella avanzó hasta el pasillo, y casi entrando allí se dio vuelta y me miró.
-¿No vas a venir? -preguntó señalando el pasillo.
-Sí, disculpa. -dije parándome de la silla.
Cuando dijo que estaba en su pieza pensé que la iba a traer hasta aquí. ¿Cómo iba a entrar a su habitación con ella? Su madre no estaría muy contenta si me viera allí.
La seguí, ella estaba sentada en la cama. Su habitación era pintoresca, una cama con frazadas rosadas y al lado una mesita de luz. Estaba pintada, la parte de arriba, de blanco y la de debajo de rosado, separados por una guarda de flores, y en las paredes habían varias fotografías.
-Aquí está. -dijo abriendo la notebook y poniéndosela en la falda.
Me senté al lado de ella con la hoja que tenía la pregunta.
-¿Qué busco? -me preguntó con la computadora ya encendida.
Empecé a dictarle y en cada pausa que yo tenía que hacer para que ella pudiera alcanzar a escribir miraba las fotos que habían colgadas. Tenía muchas con una chica mayor que ella, creo que era su hermana por el parecido que tenían. Habían algunas con su padre y su madre, y las demás eran con chicos de su edad, así que supongo, sus amigos.
Era una bonita pieza y me gustaba el detalle de las fotografías. Me hubiera gustado hacer lo mismo pero, claro, no tenía con quién pegar fotos. Me las quedé mirando un segundo cuando una de ellas me llamó la atención. Era una foto de ella y un chico abrazados. Lo que me sorprendió fue quién era el de la foto y por qué estaba allí.
-Josh. -dijo golpeándome.
-¿Qué?
-Oye estás distraído. -rió. -Que me sigas dictando.
-Ah, lo siento.
Seguí; pero de mi cabeza no salía la pregunta de por qué ella tenía pegada una foto con Ethan en su cuarto.
O sea, si yo fuera a pegar fotos en mi cuarto pegaría fotos con gente importante en mi vida, no con cualquiera. Ethan y ella se conocieron hace menos de seis meses ya que todavía ni siquiera estamos a mitad de año. ¿Por qué ponía una foto con él? Sí, los había visto hablar un par de veces pero se conocían hace tan solo seis meses.
-Y, -dije aclarándome la garganta. -¿eres muy amiga de Ethan? -pregunté señalando la fotografía con la cabeza.
-Em, sí la verdad que me cae bastante bien, ¿y a ti?
-Creo que no le he hablado nunca. -dije a modo de chiste aunque decía la verdad.
-Pero desde primero del primario vas con él. ¿Nunca, nunca le has hablado? -preguntó incrédula.
No tenía idea como sabía que Ethan y yo íbamos juntos desde el primario. Primero, él o yo podríamos haber entrado en la secundaria al colegio, y segundo, aunque estuviéramos los dos desde la primaria podíamos haber ido a distintos cursos ya que en la secundaria te mezclan. De todos modos decidí no preguntar nada, seguramente Ethan le habría dicho.
-No, he hablado muy pocas veces con él.
-Pues, háblale. Es muy amable y gracioso. -dijo riendo. -Podrían ser amigos. -me sugirió.
Ja, si esta chica supiera que él me debe ver como una cosa rara no diría eso.
-Oye Meli, me tengo que ir. -dije cuando ya habíamos completado la pregunta que nos faltaba.
-Oh, creí que te ibas a quedar conmigo toda la tarde.
-Emm… -comencé a hablar como para justificarme, me había puesto muy nervioso y me estaba trabando. –Lo siento. -fue lo único que se me ocurrió decir.
-No hay problema, está bien. Solo que estoy aburrida.
Se paró y me abrió la puerta.
-Gracias por venir. -dijo saludándome con un beso.
Le dediqué una media sonrisa mientras me daba vuelta y caminaba hacia mi casa. Ella sí me caía bien.
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De eso se trata.
Teen FictionJosh tiene 16 años. Su madre muerta y un padre que no conoce. Tiene que empezar las clases con Paul, su acosador. Y su único amigo es Sam, su perro. 16 años, tanto dolor, tanto sufrimiento... tanta mierda. Pero bueno de eso se trata la vida, ¿no?