Capítulo 30

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   Llegué, la puerta de entrada estaba entreabierta porque el padre estaba afuera cortando el pasto. Obviamente pasar sería de mala educación pero la intriga me controlaba. Lo saludé e inmediatamente atravesé el patio y entré, sin decirle nada más. Sin pensarlo fui directo a la pieza de ella. Ya sabía lo que buscaba, era solo cuestión de verlo para darme cuenta, para confirmar.
Todas las piezas encajaban, todo comenzaba a tener sentido.
La encontré, una foto de ella de hace unos años. La tomé y la miré detenidamente, detalladamente, sin que se me escapara un solo detalle. Y luego miré la parte de la fotografía que yo buscaba, su boca.
Oh dios mío. –pensé llevándome las manos a la boca con una mueca sorprendida.
-No puede ser. –susurré por lo bajo.
No me acordaba su cara, sus ojos, ni su cuerpo pero esa sonrisa, aunque fuera de una fotografía, nunca me la olvidaría. Esa sonrisa es lo único que nunca olvidaré.
“Melanie” -pensé.
Así que ese era el nombre de la niña que iba a la tarde, de la niña de hermosa sonrisa, de la niña con la que baile “Long Distance de Bruno Mars” en el baile de egresados antes de que se fuera; así que ese era el nombre de la niña de la que estuve toda la primaria enamorado.

Estaba atónito, desesperado, sorprendido, feliz, enojado, nostálgico. Tantos sentimientos habitaban en mí en ese preciso momento que no supe de qué manera iban a ser expresados.
Después de tanto tiempo… ella se acordaba, de mí. -pensé eufórico.
Después de tanto tiempo, ella volvió. -pensé melancólico.
La fotografía seguía en mis manos; un par de recuerdos pasaron por mí rápidamente, como cuando olí su perfume. Esos recuerdos que creí sepultados en mi mente, que ya creía en el olvido, volvieron para atosigarme. Como solían hacerlo, siempre.
Creo que uno nunca logra deshacerse de un recuerdo, simplemente se convence de que ya no existe. Y está bien, cada uno se engaña con la mentira que más le gusta.

¿Qué irónico, no? Tantas veces había soñado con esto, con este reencuentro romántico, y ahora que lo estaba viviendo desearía que fuera un simple y tonto sueño. Desearía despertar.
Ya no éramos unos simples niños inconscientes. Ya sabíamos querer, ya sabíamos apreciar, ya sabíamos diferenciar, ya sabíamos valorar y ya sabíamos lo que queríamos. Creo que ese era el mayor problema de todos, ella no querría a una persona como yo.
Los recuerdos comenzaron a llegarme, todos juntos, dañándome.
Se remontaron a cinco años atrás. Ella era de mi escuela, es más iba a mí misma aula, sólo que al turno tarde. Siempre nos topábamos a la salida del colegio o en alguna que otra fiesta que organizaba el colegio. Nos mirábamos mucho, ella me sonreía y yo a ella. Oh dios, su sonrisa. Nunca me había pasado algo así, pero su sonrisa influía a la mía. Podría estar en serio muy mal, pero su sonrisa de algún u otro modo me haría sonreír. Él solo ver su sonrisa me causaba una sensación tan… rara. Sus hoyuelos, sus labios, el brillo que producía, todo.
A veces me dejaba notitas en el banco, yo se las respondía y viceversa. Hablábamos por ese papel, era divertido. Pero nunca le pregunté su nombre, tan solo hablábamos de los profesores, de cuanto odiábamos ir al colegio y de cuánto nos “queríamos”; era algo así como un romance de niños. También hablábamos de mi madre, ya que yo había decidido contarle. Ella me daba consejos, me alentaba a seguir, me decía que todo iba a estar bien, ella me hacía un poco mejor. Algunas veces las notitas se perdían porque los celadores limpiaban; así que hablábamos de vez en cuando en persona pero con suma vergüenza.
En séptimo, hubo un baile. Teníamos que ir en parejas pero de nuestro curso, así que no podría ir con ella. De cualquier modo, tenía decidido preguntarle si quería ser mi novia allí. Tenía flores, me había puesto colonia y estaba bien peinado.
No logré encontrarla en todo el baile, y cuando estaba por dejar de buscar, frustrado, choqué con ella. La miré a los ojos, quería decirle mil cosas pero ninguna salió de mi boca. Estaba nervioso, no sabía que podría pensar ella. Así que simplemente le tomé la mano, y justo cuando lo hice comenzó a sonar “Long Distance de Bruno Mars”. Ella apoyó la cabeza en mi hombro y sus manos en mi nuca, yo tenía mis manos en su cintura, y empezamos a bailar, lentamente. Estaba temblando pero se sentía tan placentero, tan bien. Cuando la canción ya había terminado me decidí por preguntarle.
-Oye, tú quisieras… -no logré terminar mi pregunta.
Alguien la había tomado del brazo y estaba hablando con ella, creo que una amiga suya. Luego de eso, se la llevó. Ella giró la cabeza dedicándome su última y hermosa mirada que vería en muchos años…
-Josh. -exclamó Melanie sacándome de mis recuerdos.
Me di vuelta y la vi. Pero esta vez la vi bien, no como las otras veces, no como a las otras personas. La vi como si fuera la última vez que la vería; la vi como lo hubiera hecho ese día, ese último día, de haberlo sabido.
Apenas entró al curso, apenas la “conocí”, la miré y me pareció hermosa. Solamente hermosa. Pero, como solía hacer con el resto de la gente, nunca le presté en serio atención. De haberlo hecho me hubiera dado cuenta antes, de haberle prestado atención a esa sonrisa ya lo sabría.
No sabía qué hacer, como expresarme, que decir, ni siquiera sabía que pensar. ¿Qué pensaría ella de mí? ¿Qué pensaría de saber que el chico lindo y tierno que a le gustaba se habría convertido en esto?
   Normalmente no solía preocuparme por lo que la gente pensara de mí pero me daba pena el hecho de que ella también podría verme con los ojos de los demás, como ese chico raro, antisocial, aburrido. ¿Qué sabía la gente de mí? Aunque pensándolo mejor, era cierto. Yo era un bicho raro, antisocial y aburrido. Y creo que por eso no me gustaba que la gente me conociera. Si no lo hacían criticaban sin conocer, en cambio si me conocían podrían criticarme con conocimiento de causa.
-¿Me puedes responder? -me habló Melanie un poco preocupada.
-¿Así que tú eres ella? -pregunté un poco confundido y atontado, mirando la foto.
-¿Soy quién?
-La chica de la que me enamoré. –dije sin pensarlo y mirándola fijamente.
Ella sonrió pero no dijo nada, absolutamente nada. Y yo avergonzado me fui corriendo de allí.

De eso se trata.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora