Capítulo 27

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   Las semanas siguientes fueron una de las mejores en mucho tiempo. Pude leer libros tranquilo y sin interrupción, no tuve mucha tarea, me hice más apegado a Max, con Jennifer hablábamos sobre mis borradores, (estaba inspirado así que escribí bastante) me hice más amigo (o menos desconocido) de Melanie, en el trabajo no habían problemas y me habían pagado bien.
Por primera vez en mucho tiempo sentía otro sentimiento que no fuera tristeza.
Era domingo y me estaba preparando para ir al trabajo. Últimamente no estaba yendo mucha gente, no sé por qué pero por mí mejor.
Pia estaba en la puerta fumando. La saludé.
-¿Hoy no piensas trabajar? -bromeé.
-¿Qué, me extrañas ya? -dijo jugando conmigo.
-Yo no, los clientes sí. –dije ya entrando al bar, riéndome.
Gunn no estaba y ya habían varios clientes adentro. Así que colgué mi chaqueta y comencé a trabajar rápido. No era muy bueno hacer esperar a los varoniles, alcohólicos y depresivos hombres que allí se encontraban. Lo digo por experiencia propia.
Hice un par de tragos y contenté a todos.
-¿Dónde está Pia? –me preguntó el hombre que la había acosado la otra noche.
-No lo sé. –mentí. -¿Qué necesitas?
-A ella. Si la ves dile que la busco, ¿sí?
-Como digas.
Luego de un rato Pia entró, él ya se había ido hacia las mesas así que no la vio. Le advertí que él se encontraba allí y estaba algo ebrio.
-Ya es normal para mí. –dijo sonriendo aunque se notaba un poco agotada.
Dentro de todo fue una buena noche. No se produjo ninguna pelea ni ningún conflicto, así que yo estaba feliz. Ya eran las cuatro, agarré mi campera y me estaba por marchar. Había saludado a Gunn, solo me quedaba saludar a Pia, aunque no la encontraba. Miré a la barra, el pool, y las mesas pero no estaba allí. Me podría haber ido pero la verdad es que me empecé a preocupar por ella.
-¿Has visto a Pia? –le pregunté al guardia.
-Se fue por allí. –me respondió serio, y señalando hacia el pasillo que conduce a los baños.
Caminé hacia ahí, sólo para asegurarme que estuviera bien. Apenas miré por el pasillo la vi, estaba contra la pared, con un hombre encima de ella que no la dejaba salir. El hombre acercaba su boca a la de Pia, y ella corría la cabeza, haciendo que la boca de él quedara en el cuello de ella. El hombre comenzó a besarle el cuello y ella, molesta, quería librarse pero él tenía las manos de ella contra la pared. Las manos de él comenzaron a bajar por su cuerpo, ella estaba enfadada pero sobre todo muy asustada. Y yo no soporté verla así.
-Oye imbécil, ¿Por qué no dejas en paz a mi novia? -dije parado enfrente de ellos.
Él se alejó rápidamente de Pia, pero al verme, a mí, un niño de apenas 16 años, debilucho y patético se acercó enojado.
-Yo la dejaré de molestar pero tú dime tres razones por las cuales ese bombón. –dijo señalandola. –estaría contigo, un niño 10 años más chico y que trabaja en un bar, y no conmigo, un millonario. –dijo ya delante mío.
Él me sacaba casi una cabeza de altura, y era unos 15 años más grande que yo. En cualquier otra circunstancia habría temido por mi vida; en realidad estaba aterrado pero tenía que ayudar a Pia.
La gente ya se había dado cuenta del conflicto y disimuladamente habían dejado de tomar o de comer para mirar el espectáculo que aquí se estaba por armar. Muchos se habían parado alrededor de nosotros, por las dudas. El silencio en el lugar se había hecho absoluto, solo se oía música pop de fondo.
-Uno, -dije enumerando con los dedos. -yo la quiero en serio. Tú solo la ves “candente”.
Él se rio, delirándome y Pia se acercó al lado mío.
-Dos, yo seré un fracasado por trabajar aquí pero tú eres el doble por venir a tomar, solo, y querer conquistar a la moza que está felizmente de novia. -dije agarrando a Pia por la cintura y dándole un beso en la mejilla.
Se escuchó un “Uhh” de los que estaban escuchando, y alguno que otro cuchicheando por lo bajo. Él volvió a reír mirando a sus costados.
-Te queda una, niño listo. –dijo amedrentándome.
Me acerqué a él, quedando frente a frente.
-Tres, -dije con una media sonrisa sobradora y confiada. –A diferencia mía, -dije agarrando sus pantalones y calzoncillos y bajándoselos. –tú tienes el pene chico.
Todos quedaron atónitos a lo que acababa de hacer, nadie lo podía creer, ni yo. Me di vuelta a ver la expresión de Pia, tenía una mueca sorprendida con la boca abierta pero esbozando una leve sonrisa.
La verdad es que con lo que le había dicho no estaría mintiendo, su amiguito no era del todo grande.
  ¿Qué acababa de hacer? ¿Acaso me había vuelto loco? Ese tipo me iba a matar; definitivamente me había desquiciado. Eso no era propio de mí.
El público comenzó a reírse no intencionalmente, sólo que era imposible no hacerlo.
   Yo ya me había puesto algo nervioso, estaba por entrar en pánico.
   El hombre se subió los pantalones y me miró con mirada asesina, ahí supe que me iba a doler.
-Esto te va a costar caro, maldito. -dijo tirándose encima mío.
Comenzó a pegarme fuertemente en la cara, desquitándose. Su mueca expresaba la gran furia que él sentía. Traté de librarme pero la verdad es que yo no sabía pelear y él era más fuerte; al fin y al cabo en estos diez años con Paul me había acostumbrado a ser golpeado.
“Ya, déjalo”, “No le hagas nada”, “Es tan solo un niño” eran frases que se escuchaban desde el público.
Comencé a sentirme mareado y pálido. Alguien tumbó al hombre que estaba encima de mí con un golpe, y este cayó a mi lado
-Ya es hora de irse, alcohólico. Y si puedes, no vuelvas. –dijo echándolo.
-Gracias Gunn, -dije en el suelo. -pero ya casi lo tenía. –bromeé.
   Luego de eso, me desmayé.

De eso se trata.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora