-Hola Josh. -dijo Max al verme entrar.
-¿Tú no deberías estar en el colegio? -dije omitiendo su comentario.
-Exacto, debería. -respondió guiñándome un ojo.
Me reí mientras buscaba comida en la heladera. Eran las 3 p.m., a las 5 tenía que estar en la casa de Meli y me tenía que ir caminando; así que tendría que apurarme.
Eureka. -pensé mientras sacaba del fondo de la heladera una milanesa. Me la serví en el plato y rápidamente fui a buscar el pan para hacerme un sándwich con aquel manjar que acababa de encontrar.
-¿No la piensas calentar? -dijo casi de manera repulsiva.
-Emm, no. -dije tratando de disimular mi apuro, ya masticando mi almuerzo. -Creo que está bien así.
Inmediatamente pude sentir la mirada incrédula de Max examinándome.
-¿O sea que comes eso frío porque te gusta y no porque estas apurado? -dijo varios minutos después, ya con mirada de triunfador.
Me sentí… predecible, por primera vez en la vida. Normalmente la gente no sabía cómo me sentía, cuando mentía o cuando decía la verdad, cuando estaba tramando algo... Básicamente, la gente no sabía NADA de mí.
-Exacto. -dije con la boca llena de comida.
-Pues, no te creo. ¿A dónde vas?
-A ningún lado, idiota.
Volví a sentirlo; esa mirada. Era como si entrara en mí, como si pudiera ver mi interior solo a través de mis ojos y pudiera entenderme. Era una mirada rara. O sea, ya me habían mirado así antes, es más la mayoría de la gente me mira así. Con toda mi historia y lo “diferente” que soy (por no decir raro), a la mayoría le intriga como me siento o que voy hacer. Pero esta vez era distinto, esta vez era como si… en realidad él quisiera saber como me siento. Y en realidad, nunca nadie se había preocupado por mí.
-Mmm. -dijo rodeándome. -Todavía no te sacas la mochila, eso significa que la piensas llevar.
No respondí, todas las palabras que dijera iban a ser usadas en mi contra. Seguí comiendo, haciendo caso omiso a su comentario.
-Te pusiste colonia. -dijo acercándose y oliéndome el cuello. -así que no irás solo, estarás con alguien.
Él era un puto detective.
Se había puesto enfrente de mí y estaba mirándome. Luego de unos minutos en absoluto silencio, habló convencido.
-Arriesgo. -dijo mirándome fijo. -Te irás a estudiar con alguna chica.
En el palo y gooool.
-Entiendo todo tu análisis pero, ¿por qué con una chica… de sexo femenino?
-Em, porque no existen chicas de sexo masculino. -bromeó.
-Ah, claro. -me reí. -Ya en serio, ¿Por qué no podría ser con un hombre en vez de una chica?
-Tienes ese brillito en tus ojos. -comenzó a decirme mientras me guiñaba un ojo. -No es solo una chica, es esa chica especial ¿o no?
Tan bien que venía, y la embarra así…
-¿Me equivoco? -dijo convencido.
-En parte sí, en parte no. Iré a hacer un trabajo, no a estudiar. -comencé a corregirle.
-Oye eso no cuenta, es lo mismo. Quise decir que se juntan por algo del colegio. -se quejó inmediatamente.
-Está bien, está bien. -dije haciéndole señas con las manos para que se tranquilizara.
-¿Qué otro “error” cometí? -dijo haciendo comillas en la palabra error.
-Me voy a ver con una chica pero no me gusta. Sólo una niña que acabo de conocer. -dije indiferente.
Escuché la risa de él atrás de mí, y al darme vuelta noté lo incrédulo que estaba.
-Entonces dile a tus ojos, porque no parece.
-Oye en serio, NUNCA me ha gustado nadie -comencé a decir hasta que me acorde de… esa sonrisa. -salvo aquella chica de la primaria que no recuerdo su nombre; y ni siquiera me gustaba en serio sólo era un amor de niños inmaduros. -dije como justificándome. -¿Por qué crees que me puede gustar ella, que acabo de conocer?
-Ee, nunca me hablaste de “aquella chica”, ¿quién era?
-Nada importante. -dije queriendo simplificar la situación. -Sólo una niña que me gustó durante la primaria.
-¿¡¿Toda la primaria?!? -pregunto atónito.
-Desde primer grado. -dije casi fantaseando.
Max se quedó callado como para que yo le siguiera contando así que eso hice.
-El primer día de clases hay un sorteo para ver quiénes van a la mañana y quiénes a la tarde. Tuve que ir solo y caminando, ya que mi madre estaba en la cama llorando y no quería molestarla. -dije profundizando temas que no tenía que ni tocar. -no conocía a nadie, y había demasiada gente. Ahí fue cuando la vi entrar, venía con el cabello suelto, en su cara, y sonriendo de oreja a oreja.
-Nada importante. - me repitió riendose. -Ella en serio te gustaba.
-No lo sé amigo. Solo sé que hablamos un par de veces, por papeles o por mensajes, y muy pocas veces en la cara.
-¿Y cómo se llamaba?
-Pues… no lo sé. -dije avergonzado. -Planeaba preguntarle eso, y si quería ser mi novia en el baile de fin de año de 7mo grado pero ella se fue antes, y desde ese día no la vi más. -dije abatido.
Él me puso la mano en mi hombro, como conteniéndome.
-De todos modos, es un asunto ya superado. Intenté sacarla de todos los medios posibles de mi mente, y lo único que queda y va a quedar siempre de ella es su sonrisa, como recuerdo. -terminé vagamente la frase, casi como si la dijera para mí.
-Dicen que lo que te hace bien nunca se va.
-Creo que tienen razón.
-¿Entonces solo ella, y ya no te gusta?
-Hace cinco años no sé nada de ella y antes tampoco sabía mucho, obvio que no me gusta.
-¿Y esta chica a la que vas tampoco te gusta?
-No. -respondí seguro.
-Está bien, te creo. ¿Y a qué hora tienes que estar?
-A las 5.
-Yo que tú me apuraría rubio. -dijo mirando el reloj de su muñeca.
Yo también miré el mío, eran más 4 y tenía que ir caminando. Agarré mis cosas rápido y caminé hacia la salida.
-Eres un imbécil. -dije mientras, casi corriendo, salía por la puerta principal.
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De eso se trata.
Teen FictionJosh tiene 16 años. Su madre muerta y un padre que no conoce. Tiene que empezar las clases con Paul, su acosador. Y su único amigo es Sam, su perro. 16 años, tanto dolor, tanto sufrimiento... tanta mierda. Pero bueno de eso se trata la vida, ¿no?