Capítulo 18

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   -¿Libro favorito? -me preguntó.
   Lo tuve que pensar un rato, en serio amaba leer. No había libro que, en algún punto, no me hubiera gustado.
   –Cualquiera que tenga letras y páginas. -respondí después de un rato.
   Él se rio. Tenía una risa muy graciosa, muy contagiosa, muy cálida. Me daban ganas de reírme a mí también. Así que lo hice, hace mucho no me reía. Me había olvidado como se sentía.
   -¿Y tu libro favorito? -le devolví la pregunta.
   -No leo. -me dijo.
   Me dieron ganas de aplaudirlo. Un chico con sus problemas, con su realidad; me preguntaba cómo hacía para no leer ¿Qué clase de persona no lee? Quería preguntarle como hacía para afrontar la vida sin un libro en la mano, pero lo único que me atreví a decirle fue:
   -Te voy a prestar alguno de mis libros. A ver si después de leerlo puedes volver a decir eso.
Se rio sutilmente y me golpeo. Un golpe amistoso.
   -Ya leeré algo.
Se produjo un silencio incómodo pero él volvió a hablar
-¿Qué signo eres?
-Escorpio. –dije inseguro. –Aunque no creo en el horóscopo, ¿y tú?
-Leo. –respondió ya pensando en otra pregunta.
-¿Tu mayor miedo?
-¿Ah? -logré decir con cara de confundido, odiaba que me hicieran preguntas desprevenido; no sabía cómo reaccionar.
-¿Cuál es tu mayor miedo? -preguntó devuelta mirándome fijo, poniéndome un poco incómodo.
Max era un descarado, ¿Cómo me iba a preguntar eso? Esta era la primer conversación que tenía con él y me preguntaba eso. ¿Por qué pensaba que le iba a responder? Nunca le he dicho, directamente, eso a alguien, ¿por qué suponía que a él sí?
Aprendí que las personas son así; sí les muestras tus “debilidades” se aprovecharan de ellas. Se hacen los interesados, como si les importaras, y lo único que quieren es saber tus mayores secretos, miedos, deseos, para después aplastarte como a un gusano.
   Obviamente no le iba a decir pero tampoco sabía cómo salir de esa situación.
-Emm, -comencé a juguetear con mis manos, cosa que solo hacía cuando estaba nervioso. -en realidad yo n…
Justo cuando mi cabeza estaba por explotar buscando una excusa el colectivo frenó muy fuerte haciéndonos, a todos los que estábamos parados, caer para delante. Me levanté y ayudé a Max, él se había caído encima mío.
-Oye, ¿te encuentras bien? -pregunté aprovechando el cambio repentino de sucesos.
-Sí, pero…-comenzó a decir antes de que lo interrumpiera.
-me pegué fuerte en el hombro, justo el que me esguince hace poco. -dije cambiando de tema lo más rápido que podía. -Fue en un…
Y así le seguí contando a Max como esguince mi hombro un par de meses atrás. Se le conté con muchos detalles así no se acordaba de la pregunta que me había hecho anteriormente, y aunque el suceso era verdadero, agregué hechos que no lo eran del todo.
Luego de una larga charla sobre eso, Max volvió con las preguntas.
-¿Y tú orientación sexual, qué onda? -preguntó como si me estuviera preguntando mi sabor favorito de helado.
-Emm, soy… soy heterosexual. ¿Por qué esa pregunta? -dije asombrado.
-Porque quería preguntarte si estabas en pareja, y no sabía si preguntar si tenías novio o novia.
-Novia; y no, no tengo.
-Que mal.
-¿Y tú? ¿Tienes novia? -pregunté.
-En realidad tengo novio. -afirmó serio.
Dios, la cagué. Tendría que haberle preguntado si estaba en pareja, ahora se sentiría discriminado. Aparte yo no tenía nada con los homosexuales, en realidad me daban igual. Si ellos estaban bien estando con personas de su mismo sexo, ¿porque me tendría que molestar a mí? Al fin y al cabo yo no era el que estaba con ellos. Me daba lo mismo si estaban con un hombre, mujer, perro, o lo que sea; de cualquier modo eso no me afectaba a mí.
-Ah, -dije tocando mis manos. -emm, y ¿cómo se llama? -dije con la voz temblorosa.
  Me daba algo de verguenza hablar sobre estos temas.
-Oye, tranquilo. -dijo riéndose. -Tan solo fue un chiste para romper el hielo. Tengo novia, se llama Anna.
-Ah, me alegro. -dije más tranquilo. -¿Y cuánto llevan?
-Dos años. -dijo sonriendo de oreja en oreja, con ese brillito en los ojos.
-Felicidades. -sonreí.
Terminamos comprando el colchón en una tienda del centro. Estaba bastante barato. Lo pago él y me pregunté si trabajaba o si el Estado le pagaba todo pero me limité a sonreír.
   Me di cuenta que había olvidado mi celular en casa y cuando llegué lo primero que hice fue lo de siempre, fijarme si tenía algún mensaje o llamada perdida. Aunque a diferencia de las otras veces, esta vez sí encontré algo.
*25 llamadas pérdidas de Jennifer.*
Esa chica era muy pesada.

Puse el colchón en el piso de mi pieza para poder dormir allí, y que Max durmiera en la cama. Ya era tarde así que decidí ir a dormir inmediatamente. Max sacó un cigarrillo y se fue al balcón a hablar por celular. Por sus ojos pude adivinar que estaba hablando con ella, con Anna.
Y ahí definitivamente me sentí solo, más solo que nunca. Él al menos tenía a Anna, yo no tenía nada. Luego me sentí mal, había olvidado a Sam. Le serví un poco de comida en el plato, agradecí tenerla en mi vida y luego me acosté.

De eso se trata.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora