35.

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Disculpen la demora, no  tenía internet, y estoy subiendo esto con megas.

35. Novios

Nervios.

Eso era lo único que sentía en ese momento.

Era nuestro momento de salir a bailar y mis piernas no se movían, por lo que me quedé paralizada mirando a nada en específico. Mis manos estaban temblando, al igual que el resto de mi cuerpo, me mordí el labio inferior con nerviosismo. Una mano se posó en mi hombro, haciendo que me sobresaltara, giré la cabeza para ver de quién se trataba y solo sonreí sincera.

-¡Hey! ¿Estas nerviosa, no? –habló con su voz dulce y tranquilizadora, cesando cualquier rastro de inseguridad en mí.

-¿Yooo...? –Alargué mirando a otro lado –Pssst...para nada –hice un desdén con las manos.

- Sí sí claro, que no se note –rio, contagiándome su risa.

-Bueno... tal vez si esté un poquitito nerviosa –me miró con mala cara -¡Está bien! ¡Está bien! –Levanté mis manos en señal de rendición –Muy nerviosa –reí agachando la cabeza –Pero, ¡Vamos! Es inevitable.

-Lo sé, yo también lo estoy –lo miré sorprendida. En absoluto parecía nervioso, al contrario tenía una fachada de superioridad y arrogancia, como siempre –Si claro –ironicé – ¡Ruggero Pasquarelli nervioso, !

-Es en serio, solo que no lo demuestro –se encogió de hombros desinteresadamente.

-¡Chicos es para ya! –la profesora Lieth habló sacándonos de nuestra pequeña burbuja.

-¿Vamos? –me preguntó tomando mi mano, en sorpresa, mi estómago dio un vuelco, y mi cuerpo comenzaba nuevamente a temblar.

-Vamos. –hablé dudosa.

El lugar estaba completamente lleno, por lo que maldecí internamente. ¡Eran muchas personas! Ya me había presentado en otros lugares, pero en cierto modo, estar con Ruggero ahí me afectaba, quería que todo saliera perfecto y que se deslumbrara conmigo.

La canción inició y todos seguimos la coreografía al paso que era. Orgullosos de nosotros mismos terminamos y nos despedimos.

Fue inexplicable la pasión que sentí al bailar. Fue tan hermoso todo. Quedo incluso mejor de cómo lo habíamos planeado, todo había salido a la perfección y más allá.

Abracé a cada uno de los chicos y los felicité por el esfuerzo. De último a Ruggero.

-Eso estuvo bien –me dijo luego de abrazarme.

-Genial, en verdad –acoté.

-Te apoyo –rio mirando al suelo. Cuando levantó su mirada, se detuvo en mis ojos verdes, y yo aproveché el momento para detallarlo. Su cabello estaba desordenado y un poco sudado por el reciente movimiento, sus ojos tenían una felicidad inexplicable, sus labios, esos labios que tanto ansiaba besar de nuevo, formaban una pequeña y definida sonrisa, dejando al descubierto sus blancos dientes. Llevaba unos vaqueros negros con una camisa azul oscuro, y en su cadera una camisa de cuadros negros con rojo. Que bien le quedaba. Su mirada parecía no tener fin, podía ver cada sentimiento reflejada en ella, cada historia, cada secreto.

Alguien carraspeó detrás de nosotros sacándonos de nuestro trance. –Ehh... chicos. Siento interrumpir este momento –era Malena, me volteé para verla a la cara, ya que estaba de espaldas a ella –Pero, Agustín me informó que dará una fiesta en su casa ahora para festejar todo esto, y me dijo que los invitara, claro –nos informó. Ruggero solo le dio una sonrisa de boca cerrada y yo me despedí de éste, para irme con Malena.

Unas dos horas más tarde, estuvimos en la fiesta de Agustín; antes de ir ahí, pase por mi casa a ducharme y cambiarme todo mi look de la presentación, para pasar a un short de jean y una camisa de flores.

Cuando llegamos el olor a alcohol y cigarrillo inundó mis fosas nasales, causándome un leve mareo.

La casa era bastante grande, casi tanto como la de Carolina, y había bastante gente, la mayoría concentrada en la parte de afuera, que era un gran patio con piscina y una pequeña área que, supongo, era la pista de baile. Adentro en la casa había una barra de bebidas y la sala con la música bastante elevada, por lo que se dificultaba hablar normal.

En cuanto mi mirada se cruzó con la de Ruggero, le dije –más bien le grité –a Malena en el oído que iría con éste.

-Vamos afuera –me señalo, guiándome hacia lo que era el jardín trasero. Atravesamos un gran ventanal y cuando salimos, jamás esperé ver lo que vi en ese momento.

Un ramo gigante en forma de corazón de mis flores favoritas estaban junto a un peluche más grande que yo, que sostenía en un pequeño almohadón la frase: ¿Quieres ser mi novia, minion?

Morí de ternura.

Mi corazón se detuvo, no literalmente claro, pero deje de respirar unos segundos, debido al shock que me causó.

Vuelvo y repito, ¿Cómo una persona puede ser tan perfecta?

Sentí mis ojos aguarse y Ruggero se acercó para darme un abrazo, el cual correspondí sollozando es su pecho. Él olía tan rico.

-Hey, ¿Por qué lloras, pequeña? –murmuró tomándome del mentón para mirarlo directamente a los ojos. En su mirada se veía felicidad y ansiedad pura.

-Es que yo... –alcancé a decir y el me acarició la parte de atrás de mi cabeza. Me separé para poder mirarlo mejor –Yo fui una tonta –su mirada se confundió totalmente –Sí, no me mires así. Fui tan estúpida, me confundí con Mike y te rechacé por eso. Tenía tanto miedo de resultar herida, que preferí no tener nada contigo. Y ahora que me doy cuenta, lo único que quería era estar en paz contigo. Ya no hay complicaciones –solté.

-¡Oye, no digas eso! No estabas segura, es todo. Pero ahora, aclaraste tus sentimientos, y eso es bueno –se encogió de hombros y me tomó la mano. Acto seguido de arrodillarse.

-¿Qué...que haces? –tartamudeé.

-Karol Sevilla, ¿Quieres ser mi novia? –preguntó, esperanza irradiando de sus ojos miel.

-¿Y aún lo preguntas? Claro que sí, tonto. –lo jalé de la mano obligando a pararse, y él me tomó de la mejilla uniendo nuestros labios en un profundo y con tantos sentimientos besos. Besarlo era simplemente inexplicable, nuestros labios se complementaban, como si estuvieran hechos el uno para el otro, sus labios sabían tan bien, que quería pasar el resto de mi vida ahí junto a él besándolo. Pero como no todo es para siempre, nos separamos por falta de aire.

-Te quiero tanto Karol –habló sincero.

-Y yo a ti, Ruggero.


Compañeros de Baile.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora