Capitulo 16

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Izta abrió los ojos, la cabeza le daba vueltas y a veces la recorría una punzada dolorosa. Cuando pudo enfocar bien, se topó con un techo desconocido, se incorporó lentamente sosteniéndose la cabeza con las manos, no reconoció la cama donde estaba.

Una alarma sonó en su cabeza cuando notó que se encontraba en camisón.

Lo último que recordaba era que iba rumbo a Rodorio con Serinsa. Intentó ponerse de pie, pero sintió sus piernas débiles debido al dolor agudo de su cadera y cayó con el golpe seco de sus rodillas.

Alguien ingresó a la habitación y la hispana descubrió que era el caballero de Capricornio. La levantó con cuidado y la colocó nuevamente en la cama.

-Deberías hacer caso a tu propias indicaciones y quédate en la cama.- Reprendió él.

-Debo hacer tantas cosas.- dijo ella.

-¿Ves?, eres igual de terca que nosotros.

Izta giró el rostro para no enfrentarlo, pues tenía razón, el Cid formó un atisbo de sonrisa. Se devolvió a la cocina y volvió con un plato de sopa caliente, un trozo de pan y un té tibio.

-¿Haz preparado esto?. - Preguntó ella sorprendida.

El aludido negó, ligeramente sonrojado, no lo admitiría frente a ella.

-No, una de las doncella lo hizo- mintió. Izta fingió creerle para que el conservará su orgullo, pero la sonrisa no se borró de su cara.

La sopa estaba rica. La joven se sintió impresionada por la habilidad del santo de adaptarse al tener solo un brazo, cuando sin problemas levantó los platos sucios.

Aun tenía la duda de quien la había vestido con su ropa para dormir, se sonrojó vivamente al pensar que había sido el dorado.

Sus pensamientos se vieron interrumpidos por una voz masculina burlona y que ella conocía muy bien.

-Y resultase ser igual que nosotros, chiquilla. - le dijo Manigoldo.

-Por eso yo si puedo meterlos en cintura

El caballero de Cáncer soltó una sincera carcajada.

-Eso te lo concedo.

-Veo que ya te dieron tu armadura- comentó ella al ver que la portaba.

-Si, ha sido una larga espera- respondió él. - aunque aún tengo que esperar para estar en acción de nuevo, por el momento estoy aquí esperando como idiota.

-¿Dé que hablas?

-De que todos han ido a reparar el arca de no se que diablos, mientras nos han dejado a el Cid y a mi aquí para resguardar el santuario, todo por estar en "recuperación".

Izta soltó una pequeña exclamación de que comprendía.

-Me dijeron  que te diste duro en la cabeza- dijo el Cáncer.

-Ni yo se que me paso. No suelo enfermarme.

-Pues dicen que te caíste algunos escalones de la casa de Acuario a está. Y como él Cid estaba más cerca te atendió primero con ayuda de la alumna de Tauro.

-Vaya- dijo ella- eso explica el dolor de mis piernas.

Manigoldo posó su sonrisa pícara en sus labios antes de soltarle con un movimiento sugerente de cejas.

-¿Estás segura que fue por la caída?

Izta tardó unos segundos en reaccionar, se coloreó de rojo de pies a cabeza, primero de vergüenza, pues aun recordaba la "charla" que le había dado su diosa sobre la reproducción humana, y había que aclarar que al ser la diosa de la medicina y los nacimientos, Tozi había sido muy gráfica. Pero cinco segundos después, estaba atacando con una almohada al santo que reía divertido.

El Cid entró y se quedó estoico ante la escena, pues Izta estaba de rodillas en la cama, el camisón se le había subido ligeramente por los muslos y Manigoldo detenía con sus manos las muñecas de la muchacha. La almohada se había caído por esa acción.

Ambos voltearon a ver al caballero de Capricornio cuando este carraspeó para llamar la atención, Izta se sonrojo y Manigoldo la soltó. Le revolvió los cabellos como una niña pequeña.

-Vendré a verte luego, chiquilla.- dijo a manera de despedida.

El Cid acompaño al caballero de Cáncer a la entrada de su casa y el italiano, le sonrió cómplice.

-No quiero que llegues a conclusiones erróneas con lo que viste.- le dijo - Izta es mi amiga y le debo mi vida, pero no la veo con otros ojos,- y antes de que el Cid le dijera algo continuó - veo como la miras, además ya te llevaste su primer beso.

Al ver la confusión en el rostro del Capricornio, supo que él no estaba enterado del incidente.

-Ya sabes- siguió como si nada el canceriano. - cuando casi mueres y ella tuvo que darte su pócima boca a boca.

El Caballero de Capricornio no dijo nada, despidió de manera silenciosa de su compañero.

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Izta se había vuelto a dormir, el Cid no podía dejar de pensar en lo solitario que se sentía el santuario, disfrutaba la soledad, pero había algo en el ambiente que no dejaba de ser tenso, sabía que en alguna parte del cielo sus compañeros luchaban por el bienestar del mundo. No podía evitar sentirse relegado.

Un gritó le alertó. Se metió a su habitación, solo para encontrarse a Izta revolviendose en la cama inquieta, murmurando y de vez en cuando gritaba de dolor.

Se acercó a ella y la sacudió ligeramente.

Ella se levantó estrepitosamente y miró a la nada unos segundos, antes de reaccionar y comenzar a llorar asustando al sorprendido santo, que no tenía ni idea de cómo actuar.

-¿Qué ocurre?- le preguntó suavemente acercándose a ella. Izta aprovechó la proximidad del caballero para abrazarlo por el cuello, él simplemente dejó que ella se desahogara, pues seguía sollozando.

El aroma de Izta era aún más fuerte en el hueco de su cuello, cerró los ojos e inspiró profundamente, aquella cercanía lo confundía pero al mismo tiempo se sentía bien, reconfortante, pasó su mano izquierda por la espalda. Podía sentir el calor de su cuerpo a través de la fina tela del camisón, quiso saber como es que aquella muchacha podía crearle tantas emociones solo con un toque, una sonrisa o una mirada.

Ella se separó un poco de él y se quedó viéndolo con sus ojos de pajarillo. Él recordó las palabras dichas por el canceriano y miró los labios de la joven. Con un mutuo y silencioso acuerdo se besaron, pues ambos lo necesitaban. Primero sólo posando sus labios sobre los del otro, él subió la mano hasta la nuca femenina, acariciando la piel haciendo a estremecer a Izta que abrió ligeramente los labios en un suspiro, el Cid profundizó el beso, aprovechando para adentrarse en su boca. No tenía demasía experiencia, pero con ella no parecía ser necesaria, ella se movía de la misma tímida manera.

Se separaron después de un rato y se miraron anelantes, el besó su frente y ella busco refugio en su pecho.

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NOTA DE LA AUTORA:

Al fin la parejita consolidada ;)

O más o menos, todo puede suceder de aquí al final de la guerra santa.

Nos vemos a la próxima.

Los quiero a todos los que me leen y votan.

Los Caballeros Del Zodiaco TLC: Encontrando El CaminoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora