Capítulo 43

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El Cid se encontraba preocupado, Izta nunca se había enfermado de aquella manera. La fiebre era intensa y hablaba en la lengua de su diosa.

Calvera entró en aquel momento, con una canasta llena de cosas.

-Hace mucho que no le pasaba- dijo la mujer.

- ¿Esto ya le había pasado?- preguntó él.

-Si- respondió ella- Le pasaba a menudo cuando era más joven, le daban estás fiebres y comenzaba a hablar en náhuatl, ahora mismo solo dice niño y estrellas. Cuando despierte nos dirá que soñaba.

-¿Crees que le pase pronto?- Cuestionó.

- Si, a veces pasa en ese estado uno o dos días. - Contestó ella.- Si deseas puedo llamar a la Diosa Tozi para que la revise.

-Si tu crees qué no es necesario, no lo hagas.

-Continua poniéndole los paños húmedos, si no mejora manda por mi y yo llamo a la Diosa.

-Gracias.

Calvera sonrió y le colocó la mano en el hombro, de forma consoladora. Luego preparó una bebida y se la dió por sorbitos a una delirante Izta.

El Cid se quedó todo aquel día en casa cuidando a su esposa, para cuándo la noche llegó dejo de sudar y de murmurar, sólo parecía profundamente dormida.

Aún así se quedó despierto vigilando su sueño, antes de que amaneciera Izta comenzó a temblar y a hablar nuevamente, en cuando el sol salió ella despertó agitada, sudando y tocándose el pecho donde el corazón le latía fuertemente.

-¿Izta?- llamó su marido- Izta ¿Estás bien?

-Estoy bien- dijo ella, buscando el abrazo de el Cid. - Pero tengo algo importante que decirte.

- ¿Qué ocurre?- Cuestionó él preocupado.

Ella sonrió de una manera extraña, una sonrisa que no creía haber visto en su rostro nunca.

- Tuve un sueño,- Comenzó ella- ¿Recuerdas que una vez te dije que a veces podía tener sueños que podían significar algo del futuro?- él asintió- Bueno, pues vi un bebé, en tus brazos y que nacía bajo el signo de Capricornio.

-¿Eso que significa?- Preguntó él.

-Creo que serás padre- exclamó ella contenta.

Él sonrió y abrazó a su mujer.

-Entonces es la mejor noticia que me has dado desde que aceptaste ser mi esposa.

Ella simplemente rió llena de felicidad.

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Izta se sentía igual que cuando inició su aventura, ahí en el puerto de la Vera Cruz. Recordaba que cuando admiraba la inmensidad del mar la invadía ese sentimiento de incertidumbre, excitación y felicidad.

Y esto se intensificó cuando una espera de fuego bajo del cielo y se quedó flotando un rato a cierta distancia de sus manos y finalmente reposo, frente a ella tuvo la presencia de su hermano.

Inmediatamente se abrazaron.

—Estoy feliz de qué estés aquí.— Susurró ella con una sonrisa.

— Y yo de verte— Respondió él.

— Tengo noticias — Dijo ella impaciente, Chimalli la miró interrogante.— Vas a ser tío.

El hombre tardó solo unos segundos en entender lo que ocurría y luego alzó a su hermana en el aire. Ella rió.

—Un niño, los dioses te han bendecido.— Comentó.

Los Caballeros Del Zodiaco TLC: Encontrando El CaminoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora