Capitulo 26

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Luego de su plan fallido y una sesión de convencimiento por parte de la guardiana de Quetzalcoatl, Izta había decidido confesarle a Gioca que el guerrero dorado que ella amaba era el Cid y no Manigoldo.

Así que de igual manera que cuando comenzó su extraño plan, llamó a su alumna para que se quedara después de su sesión.

-Gioca- dijo cuando la chica se hubo sentado- ¿Cómo vas con tu asunto del corazón?

-Pues no se si quiera hacer algo- respondió ella.

-¿Has hablado con él?

-No mucho en realidad. -Suspiró con la mirada perdida en algún punto del escritorio.

-Oye, ánimo. Mírame a mi, espere dos años para volver a ver al hombre que amaba y ahora que puedo hacerlo, lo mandan a una misión lejos y no me queda más que esperar de nuevo.

Gioca parpadeó sorprendida ante tal revelación.

-¿De quién habla? - soltó sin pensar.

-Del caballero de la casa de Capricornio- contó Izta- él y yo hemos tenido que sortear algunas barreras. Por eso te digo que no te rindas.

Gioca se sonrojó avergonzada, pero su maestra rápidamente la calmó y la italiana decidió confesar el nombre del hombre que le gustaba.

-Es Manigoldo - Susurró- él es por quien siento algo.

-Sabía que había algo entre ustedes- afirmó Izta con una sonrisa.

-¿Qué puede sentir él por alguien como yo? - preguntó Gioca. - No soy bonita, ni interesante.

-¿Qué no conoces los espejos? - rebatió Izta- eres una joven hermosa y muy inteligente. Puedes cautivar a cualquier hombre, tenlo por seguro.

-Tengo la sensualidad de una patata- exclamó la menor, generando una leve carcajada de la mayor.

-Entonces te enseñaré un que otro truco.

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Gioca se sentía ridícula, Izta le había prestado un vestido, sencillo y fresco, era de algodón blanco, con bordados del mismo color en los bordes. Llevaba sus sandalias y su maestra se había encargado de recogerle los negros cabellos en una linda trenza.

Le había enseñado unos trucos para maquillarse, solo leve, pues según ella ya tenía suficiente belleza y solo había que resaltar algunos rasgos. Le había delineado un poco los ojos de negro y le había puesto una especie de pintura rojiza en los labios.

Iba del brazo de su maestra hacia el santuario, con la excusa de llevar algunas cosas a la casa de Escorpio.

Subieron sin líos las primeras casas, hasta que al llegar a la cuarta una figura familiar se quedó petrificada al ver a ambas mujeres. Manigoldo no podía quitar los ojos de Gioca.

Izta pidió permiso y el santo tardo unos momentos en responder, dándoles el pase. La hispana le dio un leve codazo a la italiana para que de animara a hablar a solas con el caballero.

Gioca se giró sobre su propio eje, quedando frente a frente con el caballero. Izta se excusó rápidamente dejándolos solos.

Simplemente se miraron por unos segundos.

-Te ves más bonita- Dijo él rompiendo el silencio, estiro su mano derecha y tocó su rostro, luego llevó su diestra hacia su cabello, desatando el listón que lo mantenía unido- pero me gusta más tu cabello suelto.

La italiana era más de acciones que de palabras, por lo que se lanzó al cuello del hombre, rodeándolo con sus brazos y buscando ansiadamente sus labios. Manigoldo correspondió vigoroso y la instó a abrir los labios para introducir su lengua en la boca femenina. Ella accedió gustosa, Gioca en realidad no tenía experiencia alguna, todo le salía por instinto.

Se separaron luego de unos instantes y sonrieron.

-¿Soy lo suficientemente guapa entonces? - Preguntó ella.

-Me has dejado encandilado desde el momento en que te ví nuevamente -Confesó el santo.

-Manigoldo, ¿Sabes que no me quedaré tanto tiempo verdad?- pero él la calló poniéndole un dedo en los labios, aprovechando para acariciarlos.

-Por ahora no hablemos y disfrutemos- dijo volviendo a besarla.

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Izta subió con dirección a Piscis, mientras pasaba por la novena casa aún vacía, se preguntaba sobre los próximos aspirantes a Caballero Dorado, sabía que Teneo era el nuevo caballero de Tauro.

Manigoldo le contó que había un prospecto para Aries que seguramente sería nombrado próximamente. Aún se estaban compitiendo por los demás puestos.

Izta subió por la décima casa tratando de pasarla rápido. Un brazo la tomó por la cintura y ella pegó un ligero grito de sorpresa.

-Soy yo- anunció el caballero de dicha casa, a Izta se le erizaron los vellos de la nuca al escuchar su voz.

Se dio la vuelta y lo besó, no había tiempo para saludos formales, lo había extrañado demasiado y el sentimiento parecía mutuo, pues él no tardo en corresponderle. Cuando finalmente rompieron el beso, ambos se miraron felices.

-¿Por qué no me avisaste que habías vuelto? - Cuestionó ella con un puchero que le pareció adorable al caballero.

-Acabó de llegar, quería asearme antes de irte a buscar, pero creo que Atenea escuchó mis plegarias.

Izta produjo una risita y le dio un casto beso.

-Al parecer los dioses se pusieron de nuestro lado- reafirmó ella.

Ambos caminaron hacia el interior de la casa privada, el Cid le contó sobre su misión e Izta le habló de su pequeño consultorio, sus alumnas y un poco de su aventura como celestina.

-¿En serio creaste todo un plan para eso? - preguntó sorprendido el santo, ella se sonrojó.

-Ya se que fue tonto- lo miró y luego acusó- pero es tu culpa por dejarme aquí sola, buscando maneras de distraerme durante tu ausencia.

-Supongo que ahora cada vez que tenga que salir de misión, te vas a dedicar a buscarle pareja a los demás santos.- ella dejo salir una franca carcajada ante el comentario.

-Dudó mucho que espere tanto, ya tengo otras parejas en mente. - Declaró orgullosa de sí misma.

Él sonrió y le beso la frente.

-Mira nada más en donde me he metido- dijo él llevándose un golpe juguetón en el brazo por parte de ella.

Izta se sentía privilegiada de poder ver aquella faceta del Cid, pues sabía que no la mostraba ante todos. Quizá sólo Sísifo había conocido aquella actitud. Sonrió melancólica antes de volver a besarle.

Los Caballeros Del Zodiaco TLC: Encontrando El CaminoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora