Cuando arribaron apenas pasaba del medio día. Ambas mujeres bajaron, para sorpresa de Izta toda una comitiva les había ido a recibir. Ella sintió muchas ganas de llorar, recibió abrazos y elogios de algunos. Miró con cariño a todos, alabó a Agasha y a Serinsa por lo mucho que habían crecido y lo guapas que se habían puesto. Manigoldo reclamo su licor y ella le prometió dárselo apenas pudiera desempacar. Abrazó a Saro y a Regulus, quienes ya habían superado por mucho su estatura y ella lamento no poder hacer más bromas.
Cuando llego junto al Cid que la esperaba al último, se observaron simplemente. Se sentía temblar de impaciencia, pero ninguno sabía cómo proceder, sus compañeros y amigos se miraron cómplices y Kardia empujó al Cid y Manigoldo a Izta, haciendo que ambos chocarán y se abrazaran. Y para cuando voltearon a sus lados, ya se encontraban solos en el muelle.
-Volví- dijo ella.
-Yo sabía que volverías- respondió él.
Se besaron entonces, primero con timidez y luego con ansiedad producto de la espera.
Escondidos tras los edificios cercanos al muelle, todos los vigilaban.
-Quién hubiera dicho que el cabrito escondía toda esa pasión- Dijo Kardia entre sorprendido y burlesco.
-Él la besó primero, así que págame- reclamó Manigoldo.
-Mentira- discutió Calvera - Ninguno se atrevió y los ayudaron, así que gané yo.
-Esa es mi mujer- susurró Kardia, reclamando los labios de su esposa.
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*
Izta miró al cielo nocturno desde la ventana abierta de la habitación que le habían prestado en casa de Agasha, pues Calvera se quedaría en el templo de Escorpio.
Había sido un día de todo, luego de que descubrieran a quienes les espiaban, se dirigieron al Santuario. Dónde fue bien recibida por el patriarca y la Diosa regente.
Había aprovechado también para saludar a Albafica, ya que éste había recuperado la toxicidad de su sangre y había preferido no bajar al pueblo con los otros.
Izta creyó que era también por que había cierta jovencita de ojos verdes que ponía nervioso al santo y es que con dieciséis años cumplidos, Agasha había adoptado rasgos más propios de una mujer.
Habia sido un día muy ameno, pero para el final de la tarde, se sentía muy cansada y se había visto obligada a ir a casa de Agasha, donde se alojaría, para descansar.
Se acostó en la cama y casi al instante se durmió.
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*
Izta se levantó de buen humor y comenzó su rutina diaria, bajó a desayunar con sus hospederos que hacían muy amena la comida.
Ya pasaba el medio día, cuando fue al puerto a comprar pescado fresco, pues deseaba hacer un rico guiso para ofrecer compensación por su estancia, pues ni Agasha ni su padre habían aceptado el dinero que la joven les ofreció. Además deseaba llevar un poco al santuario.
Una hermosa joven de cabello lacio azabache chocó sin querer con ella. La muchacha se disculpó en italiano e Izta le respondió en el mismo idioma, haciendo que la chica la mirara aliviada.
-No encontraba a alguien que hablara italiano - le dijo la joven- ¿Podría indicarme donde esta el Santuario? Si no es mucha molestia, claro.
-No es molestia, mira toma el sendero de allá, así cruzarás el pueblo, de ahí sigue a la izquierda hasta que veas un camino en el bosque, lo sigues y llegaras a la entrada del santuario- explicó.
-Muchísimas gracias - respondió la muchacha y se dispuso a seguir, llevaba un sencillo blusón blanco y mallas negras e Izta miró curiosa como un pequeño primate se asomaba entre los cabellos oscuros de la chica.
Izta volvió a sus mandados.
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*
-Huele delicioso- alabó Agasha a la hispana que se había apropiado de su cocina y preparaba los alimentos, el pescado con cítricos y cebollino tenía un aroma agradable que le hacía agua la boca.
-Y espero que sepa igual- dijo Izta mientras picaba lechuga para hacer una ensalada ligera.
Había preparado también papas hervidas y especiadas con romero y sal de mar.
Una vez servido todo, los tres habitantes se dispusieron a comer, Agasha estaba muy entusiasmada y Pedía a la curandera que le contará sobre sus viajes. Izta prometió llevarla a alguno un día de esos.
La joven florista también parecía entusiasmada por el conocimiento de la curandera, pues sabía leer, escribir y muchas otras cosas.
Izta se puso como meta enseñarle a Agasha como lo hacía con las niñas que llegaban a la aldea en la Nueva España.
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*
Manigoldo bajaba de la sala del Patriarca, cuando vio a Albafica hablando a prudente distancia con una hermosa muchacha. La joven en cuestión tenía los cabellos oscuros y lacios que caían graciosamente hasta la mitad de su espalda.
Vestía de manera similar a las amazonas, con un blusón holgado blanco hasta medio muslo y mallas negras, el caballero de Cáncer se comió con los ojos las finas curvas de la fémina.
Estaba a unos pasos y a punto de presentarse, cuando un pequeño simio le saltó, haciendo que soltara una exclamación de sorpresa.
El caballero de Piscis y la chica voltearon a verlo.
-Vaya que no has cambiado- dijo la joven en italiano.
Manigoldo se topó con los hermosos ojos azules de ella. Y tardó unos segundos en reconocerla.
-¿Gioca? - Preguntó
-Así es- respondió ella tendiendole la mano en forma de saludo. Él acepto la mano de la joven, asombrandose por su áspero contacto. - He venido a hablar con su patriarca, sobre abrir un centro de entrenamiento de alto rendimiento en la Isla de la Reina Muerte .
-Entonces lograste volver- dedujo el santo.
-No solo eso, si no que junto a algunos de los huérfanos con los que me juntaba, hemos sacado a adelante la isla, tiene un clima horrible, pero te acostumbras.
-Me alegro por ti- dijo sinceramente el cangrejo y Gioca se sonrojó levemente. Albafica carraspeó para recordarles su presencia y la joven se despidió de ambos con la mano mientras seguía subiendo.
Albafica y Manigoldo se miraron unos segundos.
-Ha crecido- dijo el Piscis
-Ya lo noté- afirmó el Cáncer.
Albafica sonrió levemente al recordar la cara de Manigoldo cuando descubrieron que el crío que les acompañaba resultó ser una cría.
-¿Y ya la consideras lo suficientemente mujer? - preguntó el pisciano para molestar.
-¿De qué hablas? - Interrogó Manigoldo con el ceño fruncido.
-De tu despedida- respondió el santo mientras ingresaba a su casa.
El cuarto caballero dorado se quedó unos segundos tratando de averiguar a qué se refería Albafica, cuando recordó las últimas palabras que le había dicho a la joven mucho tiempo atrás:
Sonrió, "has superado mis expectativas" pensó.
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*
Nota:
Primera una disculpa por la tardanza, habia tenido mucha tarea.
Gioca sale en el gaiden de Manigoldo, se los recomiendo :B
Hasta la próxima.
ESTÁS LEYENDO
Los Caballeros Del Zodiaco TLC: Encontrando El Camino
FanficFic de TLC. Una misteriosa joven emprende el camino para encontrar algo sobre su pasado. Llega a Grecia y se ve envuelta en una Guerra Santa. Tal vez en sus manos esté el salvar a más de un caballero dorado. OC y posible Ooc.