Capitulo 6

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Todo se veía tranquilo aquella tarde, Izta volvía de sus deberes en Rodorio y subía acompañada de la pequeña florista que quería visitar al Piscis.

Ambas subieron de buena gana y entraron al doceavo templo. Agasha inmediatamente se intimidó y se quedó detrás de la morena.

-Buenas tardes, caballero Albafica.- Saludó Izta animada. - hoy le he traído visitas.

-Buenas tardes - Le devolvió el saludo y miro curioso a la jovencita que se escondía detrás de la curandera.

-Buenas tardes, Se.. Señor Albafica, - dijo trémula la pequeña.

Izta le dio un empujóncito para que quedara delante y le entregará el presente que cargaba. Agasha se inclino dándole la canasta dónde guardaba sopa, pan y jugo.

El muchacho tomó la canasta y le agradeció. La jovencita se sonrojo y bajo la vista. Izta tuvo que interrumpir la atmósfera muy a su pesar.

-¿Como te has sentido? - le preguntó mientras tocaba su frente.

-Mucho mejor- contestó él, - estoy seguro que ya puedo entrenar.

-De eso nada,- Regañó- aún estas más blanco que tus rosas y eso quiere decir que tu sangre aún no se ha restablecido por completo. No debes sobreesforzarte y volverás a tu rutina diaria.

Agasha miró con preocupación al Piscis.

De pronto el ambiente se volvió pesado, Albafica se puso inmediatamente de pie, pero una fuerza extraña los retuvo en sus lugares, Agasha no resistió la presión y se desmayó, siendo atrapada por el caballero antes de que tocara el suelo, Izta le pidió que se quedará ahí para cuidar a la chica y a duras penas logró salir, sólo para presenciar como el cielo se llenaba de extrañas pinturas.

La presión en su pecho comenzó a dificultarle respiración, Izta cayó de rodillas. En un tiempo que le pareció interminable, la presión desapareció y ella pudo ponerse de pie nuevamente.

Volvió a meterse en la casa de Piscis, ayudó a reanimar a Agasha y la acompañó de vuelta al pueblo.

Cuando subía de regreso por la casa de Tauro, se topó de frente con el caballero de Capricornio.

-La Diosa Atenea solicita su presencia en el templo de Sagitario. - Le dijo el caballero.

Ella lo miró preocupada y le siguió a paso veloz por las escalinatas. Llegando a la novena casa donde se encontraban los dorados y la diosa Atenea. Ahí se hallaba el santo de Sagitario inconsciente, Izta no dudó en examinarlo.

Se dio cuenta de que aquel mal era uno que ella no podía curar o tratar.

-Su alma esta afectada.- Dictaminó ella.- No puedo hacer mucho.

La mirada de los dorados presentes mostraba desconsuelo, Izta agachó la mirada sintiendose inútil. La diosa de igual manera le agradeció.

La élite dorada, salió de la cámara de Sagitario con la cabeza gacha y con los ánimos decaídos, Izta le hizo compañía a Atenea por un rato más. De todos, ella parecía la más afligida.

-Señorita, - dijo la hispana - buscaré la manera de ayudarlos.

La mirada determinada de la joven enterneció a la diosa, que respondió con una sonrisa y un asentimiento.

Izta entonces abandonó la noveno templo y comenzó a subir con la intención de internarse en la biblioteca de Acuario. Pero sus pasos se detuvieron en la entrada de la décima casa. Frente a ella se encontraba el Caballero de dicha casa.

El silencio se instauró entre ambos, la mirada oscura se sumergió en los azulados ojos masculinos. Un rubor cubrió la dorada tez de la mujer ante la pesada mirada del santo.

Los Caballeros Del Zodiaco TLC: Encontrando El CaminoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora