P R E F A C I O

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Dicen que a veces la risa es la mejor medicina, capaz de ablandar aunque sea por un breve momento a la persona más gruñona del mundo, sí, casi siempre funciona, puede que hasta un noventa por ciento de los casos, pero, ¿qué sucede con el diez por ciento restante? 

Ese día corrí como ningún otro– y vaya que odio correr–, hice de todo para cruzar ese tráfico que parecía interminable con mi bicicleta. 

Corrí, sí, corrí porque un idiota casi me arroya con su auto y tuve que dejarla abandonada en las calles, a inmersas de que la destrozaran, pero no me importó, no mientras llegara.

Mis piernas dolían peor que si hubiese corrido un maratón, y sé que me había dicho hace años que sería la última vez que correría de ese modo de no ser por algo que verdaderamente valiera la pena,  pero es que ese día sí valía la pena correr, porque... 

Recordar lo que sucedió ese día significa derramar lágrimas y tener que sentir ese hueco tan miserable que sólo provoca odiarme.

Yo la maté, por mí ella murió, lo sé, y eso jamás podré perdonármelo; supongo que tú tampoco.










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Sean bienvenidos a esta nueva obra; no me queda más qué decir, simplemente que se diviertan, lloren, se enojen y demás. No quise dejarlas sin esto, sin embargo, esta obra será publicida hasta que concluya La apuesta de mi vida, que tendrá como quince capítulos más.

No soy culpable de que se identifiquen con Lyla, que odien a Kathya o que se enamoren de Dylan, si vas a leer, ten preparada una ambulancia porque créeme cuando te digo que corres el riesgo de sufrir un infarto.

Besos Bajo La LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora