5. Sapos y príncipes

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Kyle.

Aplaudo mientras mi hermana de catorce años ensaya para la representación del Cascanueces en la escuela de ballet a la que asiste. Las madres de sus compañeras me observan como si fuera un lunático puesto que nadie más ha aplaudido. Entonces pienso que me estoy convirtiendo en mi madre, quien todas las veces que ha venido aquí aplaude por cada movimiento perfecto de Lucy.

Lucy gira su rostro hacia mí en señal de desaprobación y en lugar de seguir con los innecesarios aplausos, levanto el pulgar en señal de que lo está haciendo a la perfección.

Mi hermanita es amante del ballet, a esta edad ella sabe perfectamente qué es lo que quiere estudiar en la Universidad, y vaya que es increíble. Es como Dylan o yo, él a los cinco ya sabía que quería ser doctor y yo a los doce sabía que quería estudiar moda.

Me fascinan las telas, el tomar un lápiz entre mis dedos y crear un nuevo diseño... Sencillamente es fascinante.

Como tengo que esperar al menos una hora para que termine el ensayo, decido sacar mi libreta y lápiz de mi mochila; el ver a las bailarinas me provoca querer hacer diferentes modelos de vestuario, además, la señorita Skeeter, la profesora de ballet, me pidió que le presentará diseños para un vestuario diferente, y es lo que llevo haciendo estos días. He visto vídeos de recitales en otros lugares del mundo y en verdad son buenos, sin embargo... El vestuario no siempre es espectacular, quiero decir, es lindo pero, parece que todos deben seguir el mismo patrón, el mismo diseño, por lo que, ¿por qué no hacer algo totalmente diferente esta vez?

Me paso las siguientes horas dibujando hasta que mi hermanita me saca de mi ensimismamiento.

—Kyle, el ensayo ya terminó, y la señorita Skeeter quiere hablar contigo —habla Lucy sacando una botella de agua de su maleta.

—Claro, ah... Espera aquí, vuelvo en unos minutos.

—Pero apresúrate porque tengo hambre y mamá dijo que hoy prepararía lasaña.

—De acuerdo, niña —y antes de que pueda protestar, corro hacia la señorita Skeeter. Lucy odia que la llame niña.

Aguardo a que la profesora despida a unas cuantas niñas en la puerta y entonces se gira hacia mí.

—Hola, Kyle, ¿disfrutaste el ensayo?

—Fue bueno; han mejorado bastante estos últimos meses —aseguro elevando un poco mi rostro, ya que esta mujer es unos centímetros más alta. Podría resultarme intimidante pero, ya no, hace tiempo que dejé de querer lo que otros tenían y asumí que soy como soy, y más vale quererme y aceptarme como soy, o nadie más lo hará.

—Qué felicidad me hace escucharte decir eso, tú madre me comentó hace un tiempo que durante tu niñez fuiste bailarín.

¡Demonios! Mi madre parece querer presumir mis dotes artísticos con todas las personas que conoce. Está bien que me haya gustado el baile cuando tenía ocho, y que incluso se me metiera la loca idea de querer ser bailarín profesional durante esa época, pese a ello, después me di cuenta que no era lo que realmente quería y que el camino de la moda era lo que amaba.

—Sí, durante un tiempo me gustó mucho la danza y quise ser bailarín, pero ahora estoy muy seguro de que la moda es lo que amo.

—Podrías reconsiderarlo, ¿sabes? En el recital que se llevará a cabo dentro de dos meses vendrá una amiga mía que es...

—Señorita Skeeter, de verdad, amo mi decisión, amo lo que hago, y si no le molesta, le pido que no vuelva a mencionar el tema, ¿sí?

Asiente.

Besos Bajo La LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora