10. Tu nombre

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Dylan.

Observo a Lyla a una distancia prudente. Desde que el bebé murió hace unos días, ella cambió.

Su semana a mi lado ha concluido, sin embargo, le he pedido a Samantha que me permita esta unos días más con ella, y es que realmente la está pasando muy mal.

Ha estado asistiendo con nuestra psicóloga de duelo, pero siendo honesto, creo que no está ayudando demasiado.

La observo levantarse de la banca donde se encuentra y entonces aparece Samantha por detrás.

—Sigue creyendo que fue su culpa —asegura colocándose a mi lado.

—Sí, así es. Ella está... Convencida de ello —habló tratando de guardar lo que me contó que sucedió con su prima. Es algo que me confío, y si Samantha no lo sabe, no soy el indicado para hacérselo saber. —Quiero hacer algo por ella, el problema es que no sé qué.

—Dylan, has sido mi amigo desde que llegué, y yo tu amiga pero, dime algo: ¿por qué quieres ayudar tanto a Lyla? Ni siquiera es tu residente, es mía.

—¿Ahora nos debatiremos sobre quién está a cargo de ella? —cuestiono arqueando una ceja.

—No, es sólo que noto que tienes demasiado interés, pero no entiendo el por qué es así.

—¿Y qué me dices de ti? Tú también has intentado ayudarla todos estos días, tal parece que ya son amigas —contrataco.

—Es que es cierto, a Lyla la he llegado a apreciar, es una chica bastante... Querible. Es casi imposible no encariñarse con... Ella.

» No me digas que tú también...

—Aunque suene descabellado, la verdad es que sí. Estoy llegando a apreciar a Lyla. Ella es un gran ser humano y una excelente doctora. Porque sin importar cuánto tiempo lleve aquí, ha hecho cosas que ningún otro residente ha sido capaz de hacer.

» Lo que intentó hacer por Gus fue extraordinario. Si el tiempo no hubiese estado en nuestra contra, ella habría logrado su cometido: salvarlo.

No quiero que se sienta culpable, ¿sabes? No fue su culpa.

—Entonces, ¿por qué no hablas con la psicóloga? Tal vez ella te diga qué puedes hacer por Lyla para ayudarla.

—Tienes razón, creo que lo mejor será que hable con ella.

Asiente sonriendo de lado y se marcha, no sin antes presionar ligeramente mi hombro derecho.

Asiente sonriendo de lado y se marcha, no sin antes presionar ligeramente mi hombro derecho

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«Toc, toc»

—Adelante —. La voz de la psicóloga se hace presente y es cuando entro. Parece estar demasiado ocupada, así que le comento que puedo volver más tarde. —No, está bien doctor, ¿qué sucede?

—Quiero... No sé si sea posible hablar de la residente Lyla Rico, ella es...

—¿Hablar? —cuestiona frunciendo el ceño—. Con exactitud, ¿qué quiere hablar sobre ella?

Besos Bajo La LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora