3. ¡TAXI!

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Dylan.

No puedo creer que Kathya haya hecho esto. ¿Por qué simplemente los demás no parecen respetar mis decisiones? Claro, piensan que lo que ellos creen mejor para mí es lo correcto, que yo lo aceptaré; pero ya no soy un niño al que pueden manejar ni tampoco un ingenuo adolescente, soy un adulto de veinticinco años con una carrera y con un cerebro completamente funcional que puede decidir si desea casarse o no y con quién.

—Tranquilo, hermano, pronto llegaremos a casa y podrás hablar con ella. Según sé, está con nuestros padres.

—No puedo tranquilizarme, Kyle, Kathya no debió haber hecho esto —comento frunciendo las comisuras de mis labios.

—Tal vez se confundió por algo que dijiste, o...

—¡No, Kyle! Hace dos semanas sacó a flote el tema sobre si quiero casarme, y le dije que sí deseo hacerlo, pero no por ahora, y ve lo que sucede ahora, ha organizado una estúpida fiesta de compromiso cuando yo ni siquiera le he propuesto nada.

—He ahí el problema, hermano, Kathya es demasiado... Cree saber todo, quiere controlar todo a su manera, y decidió que con lo que le dijiste, le estabas proponiendo matrimonio.

—No fue así, y lo voy a aclarar.

Kyle eleva las cejas negando con su cabeza mientras que gira el volante para entrar a la calle donde vivimos. Las luces de nuestro hogar están encendidas, por lo que sé que mis padres siguen ahí. Sólo deseo que sí esté Kathya para poder hablar con ella.

Kyle se detiene frente al pórtico y yo me bajo de inmediato para entrar a la casa.

Me dirijo a la sala y encuentro a mis padres sentados en el sillón. Mi padre abraza a mi madre mientras sonríe y le susurra cosas al oído. Es increíble cómo después de tantos años, siguen siendo la pareja más unida que conozco, y eso me hace muy feliz. Es como si su amor perdurara más allá de la muerte, lo cual es muy difícil de encontrar.

—Hijo, me alegra que llegaras —comenta mi madre levantándose de su lugar.

—¿Dónde está Kathya, mamá?

—Ella no está aquí —aclara mi padre. —Dijo que te esperaría en su casa para que nos dieran la noticia, aunque... ¿Por qué no nos habías dicho que le propusiste matrimonio?

—No le propuse nada. Ella me preguntó que si deseaba casarme y le dije que sí pero, que por el momento deseaba esperar.

» Escucha, papá, no estoy seguro de casarme con ella ahora. Sé que lo quiero, sólo que no ahora.

—Ella parecía muy segura cuando vino a darnos la noticia por la tarde —comenta mamá. —Hijo, creo que lo mejor será que hables seriamente con ella.

—Lo haré, aunque tenemos que ir a la equivocación de fiesta de compromiso. Agg... Odio cuando Kathya supone cosas que jamás he dicho. —Me siento en el sillón junto a la chimenea, mi madre se acerca a mí colocándose de cuclillas y me toma de ambas manos. Sus ojos me ofrecen un cálido refugio, en donde después de un mal o buen día, me siento tranquilo.

—Todo se va a arreglar, cariño, Kathya debe comprender que no estás listo para casarte con ella aún.

Asiento. Ella se levanta y me proporciona un gran beso en la cabeza, como cuando era un pequeño de cuatro años.

—Ahora, antes de irnos, ¿dinos cómo te fue con Seth? ¿Cómo salió la operación?

Sonrío al recordar a mi pequeño paciente, y entonces le cuento a mis padres todo lo que hice esta tarde, cómo Seth ahora puede decir su nombre, con algo de dificultad, pero lo hace, y cuál será su siguiente tratamiento para que poco a poco su lenguaje sea más fácil. Pronto mi pequeño Seth podrá ser un niño como cualquier otro.

Besos Bajo La LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora