Maria Teresa contaba con tan sólo 19 años cuando decidió contraer matrimonio con Felipe. Fue un amor rápido, pero no acelerado. Todo se dio un día en el que Maria Teresa fue a hacer el trabajo de su padre y decidió llevar una carta al emperador. De mala gana lo hizo, pero ella no podía desobedecer a su amado padre, porque era así como le habían enseñado.
Fue caminando con su largo vestido, levantándolo para evitar mancharselo con barro y llegar presentable al castillo.
A la entrada estaba un caballero con armadura que custodiaba el gran castillo. La recorrió con la mirada y le impidió la entrada apuntándola con una lanza.
-Vengo a entregar una carta -. La chica mostró el sobre con la carta y el caballero se la arrebató.
-Yo se la entrego al emperador.
-Necesito la propina, así que tengo que dársela directamente a él.
El cabellero dudó, pero antes de que pudiera sacar unas monedas para darle una propina y que aquella chica se fuera de la entrada del castillo. El hijo del emperador se apareció sonriente con el cabello revuelto. Al ver a la chica de cabellos negros y mirada molesta, quedó encantado, la miró por un largo rato, haciendo que Maria Teresa lo piyara por completo sin tomarle mucha importancia.
-¿Quien es esta bella dama?-. Preguntó Felipe III al caballero, sin quitar la mirada sobre la chica.
-Alguien que vino a traer una carta, pero como sabe no la puedo dejar entrar.
-Y sí yo digo que puede pasar y está totalmente invitada -. Le sonrió a la chica.
-Señor pero...
-Pero nada. Ella es mi invitada-. Colocó su brazo en la espalda de la chica y la hizo pasar al castillo.
Maria Teresa mostraba desinterés. No estaba emocionada porque el hijo del emperador quisiera invitarla al castillo. Algo que debía significar mucho para cualquiera, pero para ella no. Era una chica que no se deslumbraba con los lujos, o al menos iba ser así por ahora, porque cuando sientes el poder en tus manos aquella sensación de vértigo, se te llena la cabeza de codicia y sed de más poder. Como una droga, esa podría ser la definición de poder.
Maria Teresa estaba sentada en una larga mesa de 20 puestos, sentado uno al frente del otro a una distancia grande. Felipe la había invitado a una comida junto a él y ella sabia que no podía hacerle un desplante. Así que ahí estaban los dos conversando y comiendo juntos. Dándose cuenta de que Felipe no era tan prepotente como su padre, sino que era un chico humilde y amable además de que estaba muy cercano a su edad, sólo le llevaba 3 años a Maria Teresa.
A partir de ese encuentro Maria Teresa sin quererse proponérselo quedó encantada con aquél hombre caballeroso y soñaba como una adolescente con él. Siguieron viéndose a espaldas de su padre, teniendo clandestinos besos y encuentros románticos sin que este hiciera insinuaciones indebidas. Todo yendo como color de rosa, pero tarde o temprano pasaría a color de espina, porque si amas la rosa también tendrás que amar sus espinas, porque también hacen parte de ella.
El emperador que era un hombre con actitud déspota y poco compasiva. Desaprobó su relación, atribuyendo a la diferencia de clases sociales cuando en realidad eran los celos, dado a que éste había quedado encantado con la belleza de Maria Teresa y la quería para él, no para su hijo.
Más sin embargo Felipe no aceptó ni hizo caso a su padre, se casó en contra de todo pronóstico con ella y tuvieron una boda que dio mucho a hablar.
Él emperador que en ese tiempo enfermó, no tuvo fuerzas para seguir cuestionando a su hijo y se concentró en las fiebres que le aquejaban, no pensaba dejarle el trono a su hijo tan fácil y más cuando vio que aquella mujer que se casó con su hijo perdió toda humanidad en ella. No le gustaban los errores y arriesgaba lo que fuera por mantener la estabilidad de lo único que le importaba, el reino y Felipe, lo último era lo que aliviaba un poco al emperador, sabia que ella le guardaba una fidelidad y un amor ciego a este, y rogaba porque jamás la traicionara porque ella podía ser hasta más peligrosa que él. No era que le importase su hijo, sino el legado de su apellido.
El cambio de Maria Teresa se dio a causa de la muerte de sus padres, el emperador los mató con la intención de alejarla de su hijo, lo que produjo exactamente lo contrario, ella no teniendo nada se volvió frívola y para su rabia siguió con Felipe, su hijo.
Bélgica
Actual reinato de Felipe III (emperador del imperio central)Sentada a su izquierda estaba Maria Teresa con un rostro inexpresivo, quien miraba a la gente analizándola de pies a cabeza, venían del reino ruso y algo en sus expresiones le delataba que no eran sinceros, había aprendido a sentir la mala vibra y ellos le trasmitían eso. Felipe era muy blando con ellos, mediaba y buscaba la paz pero Maria Teresa estaba segura de que ellos buscaban independizarse para luego atraer a los otros países inconformes y formar un gran imperio ruso. Sabia que era la guerra lo que necesitaban, pero Felipe era tan confiado en la palabra de la gente.
-Todos los países sentimos el abuso de vuestra parte, están convirtiéndonos en sus esclavos y es momento de que tomemos la libertad por nuestras manos-. Habló el hombre con acento ruso y tono alto.
-Esto no es una democracia, soldado. Aquí los que mandamos somos nosotros y debe tenerlo claro, es una monarquía muy bondadosa que ha hecho crecer a cada uno de los países que ha acogido, antes estaban inmersos en pobreza y ahora rebozan en crecimiento económico. Son unos desagradecidos, al parecer criamos cuervos pero no permitiré que me saquen los ojos. Así tengamos que ir a la guerra y demostrarlo.
María Teresa estaba siendo observada por su esposo, con gran admiración, aquella mujer tenía la dureza necesaria para mantener un reino.
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Guerra De Imperios
Historical FictionUn país utópico, se convirtió en el imperio más grande la historia, pero que fue borrado para siempre sin explicación alguna, no hay datos ni referentes históricos sobre el. De este lo que más resaltaba era su emperatriz que más tarde se convirtió e...