El tercer hermano había conspirado contra la emperatriz por un largo tiempo, reuniendo pruebas que la relacionaran con la brujería. Hoy era el día en el que podía decir que lo logró y por ello estaba contento comiendo con su familia, sabiendo que ellos ya no eran una familia nunca más. Marella era por la única que guardaba aprecio, pero últimamente ella había estado distante, parecía más pendiente de su hermano de crianza que por si hermano de sangre.
Tomás agarró el muslo de Marella con atrevimiento debajo de la mesa y esta le dedicó una mirada de advertencia. Y el sólo apretó más su muslo. Ella apartó la pierna y volvió a meterse un bocado de la fruta sobre su plato.
-Hummm... Está delicioso- dijo Marella tratando de disimular su nerviosismo.
La emperatriz miró entre ceja a la chica que hablaba con la boca llena y nerviosismo. Estaba al tanto de su relación con Tomás, hasta había escuchado ruidos provenientes del jardín mientras retiraba rosas. Ellos eran un par de chicos rebeldes enamorados, o al menos lo era Tomás porque Marella parecía ver el reflejo de un muerto Adrián por el que sintió amor y deseo. La emperatriz se había dado cuenta de que a Marella le gustaban los amores prohibidos, qur fueran en contra de toda moral y por eso no ponía en duda, de que a la hora que se diera cuenta que no era lo mismo que sentía con Adrián, se aburriera pronto. Y la emperatriz no se equivocaba del todo.
La cena terminó y todos subieron a sus habitaciones, excepto el general que fue a arreglar algo a Turquía. La emperatriz lo despidió con un beso tan profundo y sentido como nunca, sabiendo y palpando en sus manos que su muerte estaba cerca. El general era ciego y salió sin saber que seria la ultima vez que la vería.
Marella se había desvestido como de costumbre y andaba desnuda en su cuarto. Su hermano llamó a su puerta y no le importó estar completamente desnuda al recibirlo.
-¿Qué se te ofrece hermano?- dijo la chica fingiendo una inocencia que nunca había existido.
Rafael recorrió su cuerpo con lascivia y ella lo notó pero le dio la más mínima importancia.
-Yo.... Venía a ver que estuvieras bien.
-¿Bien?, solo mírame, estoy perfecta - dijo Marella colocándose de pie.
Su hermano se levantó y apretó sus bellos senos con lujuria y ella se curvó de placer. Era aquél placer que no tenia en mucho tiempo.
-Eres toda una mujer- su hermano apretó su sexo humedecido.
Marella no pudo resistir más y arrebató la ropa de su hermano, sintiendo un tremendo acaloramiento. Se comportaron como bestias sedientas de beber del agua que tanto necesitaban, en este caso el placer que iba en contra de todas sus creencias. Estaban cometiendo incesto y se sentía como la gloria, aunque estuvieran pecando.
Las manos de Rafael viajaban por todo el cuerpo de Marella con lujuria y ella disfrutaba sin saciarse del placer que le brindaba Rafael a su cuerpo. Sus gemidos llegaron a los oídos de un Tomás que buscaba a Marella enamorado, llevándose una gran sorpresa de verla teniendo relaciones con su hermano mayor. Su ramo de rosas cayó en el suelo y una daga que reposaba en la pretina del pantalón fue alzada contra el pecho de Rafael, no le dio ni siquiera tiempo de articular algo cuando la vida se esfumó en segundos. Marella lloraba desconsolada. Y una emperatriz pasó por aquél cuarto y solo cerró la puerta y bajó las escaleras para tomar un café. Todas sus sospechas habían sido ciertas y se le alegraba de que Rafael estuviera muerto, pero aún faltaba algo, la tortura que ella perfectamente le hubiera proporcionado.
Un hijo alegre fue hasta donde su madre luciendo su traje de ceremonia para su coronación y ella estaba a punto de darle un beso en la frente cuando fue llevada amarrada con cadenas de hierro oxidadas y restos de sangre de antiguos apresados. Su hijo gritó e hizo llamado a sus soldados pero estos dejaron que su señora fuera llevada sin más.
-Es una bruja, entiendalo. Estamos haciendo un bien para usted- dijo uno de los hombres que la llevaban.
-¡¿Por qué nno hacen nada?!- estalló en ira el futuro emperador en contra de los soldados.
-Señor no podemos, es la ley...- dijeron al unísono y el futuro emperador apretó sus puños y fue tras de su madre.
El tumulto estaba listo a la espera de que la bruja fuera quemada y así su pueblo seria resguardado y todo el imperio también. Lejos de saber que Maria Teresa tenia todo preparado había hablando horas antes en la cárcel de fríos hierros oxidados, con su bruja confidente. Tenían todo rodeado, miles de seguidores de Maria Teresa que recitarían las palabras necesarias para que su alma viajara al cuerpo de una mujer distinta.
Ella sentía cierto de temor que las cosas fallaran y se viera reducida a solo piel carbonizada, que luego sería tirada al río como si nada, tantos años de servicio al pueblo siendo pocos valorados por un pueblo el cual dio la vida, un imperio que hizo crecer en economía y se volvio el mas fuerte de todos. La gente olvidaba pronto las cosas buenas que hacian los dirigentes, nada los satisfacía y estaban en la búsqueda constante de cualquier defecto para reprocharlo. Los dirigentes también eran humanos que cometian errores como ellos, ella no fue perfecta pero si la mejor emperatriz que habían tenido, una mujer con voz y voto, que obro con mucha mas astucia e inteligencia que los otros emperadores.
ESTÁS LEYENDO
Guerra De Imperios
Historical FictionUn país utópico, se convirtió en el imperio más grande la historia, pero que fue borrado para siempre sin explicación alguna, no hay datos ni referentes históricos sobre el. De este lo que más resaltaba era su emperatriz que más tarde se convirtió e...