Capítulo 5

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Un corazón dañado corrompe a los de su alrededor como una manzana podrida lo hace con el resto de manzanas. Así mismo ocurría con Benjamín y sus seguidores, un rebelde que infectó a los otros en sus ansias de poder, atribuyéndole una independencia.

Con cojera por dias con una pierna que parecía estar pudriendose empezó se subió a la tarima para hablarle a la multitud pero con disparos al aire fue interrumpido. El virrey se apareció con su ejército, con expresión molesta, todos hicieron reverencia a su dirigente.

-Veo que han formado una revuelta sin mi consentimiento - siguió con la mirada a cada uno de los presentes-. Yo soy el virrey, encargado de Agar. No pueden hacer una guerra contra nuestros emperadores sin yo saberlo, se han creído capaces de sobrepasar a los de mayores cargos sin ser nada.

El público entro en pánico.

-Maten a todos los presentes menos al general. Éste merece un peor castigo que la muerte por dirigir todo esta revuelta.

Los soldados acuchillaron, decapitaron, les dispararon y clavaron lanzas a los presentes. En un cuadro sanguinario donde miles de vidas se perdieron. El general sintió la ira apoderarse de él, pero sólo empuñó las manos, sabiendo que no podía hacer nada.

Lo tiraron en un piso de cemento frío, estrellándose su espalda en un golpe brusco. El general estaba humillado ante aquello, nunca se había visto en una situación de estas. Prefería que lo hubieran matado como a loa otros a que ser humillado de esta manera.

Un hombre escupió al general y se burló, cerrando con llave el calabozo. En aquel fría celda de concentro, con barrote de hierros, carecía de una cama, sólo de un retrete oxidado, sin agua, que aún tenía el orín de quien sabe cuantos días. El general sentía que su alma se destrozaba, más sin embargo no derramó lágrimas por su orgullo.

Maria Teresa sonreía en la comida familiar. Estaban presentes su esposo y sus 4 hermanos, entre ellos una mujer. Los chicos menores gastaban bromas entre ellos y los mayores mantenian una expresión sería, conocedores del significado de la vida y de las responsabilidades que esta misma traía.

-¿Por qué tan sonriente?-. Preguntó Felipe a su amada esposa.

-Porque ahora el general ruso debe estar retorciendose de la rabia, al ver que el virrey se enteró de su proceder-. Sonrió Maria Teresa, sabiendo que el hecho de retorcerse no era tan metafórico.

-Era lo necesario, aquél hombre merecía ser expuesto. Comprometía el imperio, estaba formando una revuelta.

-Odio a esos rusos, son tan altivos que no conciben que otros lleven el poder. Nosotros somos lo que mandamos, Agar es el que reina todos los 10 países, ¡nosotros somos el imperio central!

Felipe agarró la mano de su esposa orgulloso.

-Es verdad lo que dice mi cuñadita, hermano. Esos rusos son pura mierda, tenemos que hacerlos entrar en razón. Me pregunto porqué todavía no han mandado a matar a ese general-. Dijo Adrián, quien era el menos compasivo de los hermanos.

-Eso es lo que haremos, pero antes necesitamos todos los nombres de los que se estaban aliando con Rusia para la revuelta. Y luego a la horca.

Felipe III no mencionó algo al respecto, odiaba la pena de muerte, pero un emperador no podía mostrarse blando o lo tomarían de débil y pendejo. Así que tenia que seguir fingiendo ser un emperador autoritario y no alguien que buscaba la paz.

Luego de la comida familiar, los esposos salieron tomados de la mano y caminaron por el jardín, tomaron un té y se dieron besos cortos llenos de ternura. Guaradaban la dulzura de un amor juvenil, a través de los años de matrimonio no lo habían perdido, estaban en una etapa de la vida en las que no se les podía considerar viejos ni jóvenes como tal, aunque para reinar si eran catalogados cono lo último. La mayoría de los emperadores eran de 60 años.

-Tess, tengo que confesarte algo-. Soltó su mano para colocarse de frente-. No me siento capacitado para ser emperador. Simplemente yo...

Su esposa lo cayó colocando una mano sobre su boca.

-No vuelvas a decir eso, nadie nace capacitado Pipe. Eres un líder ejemplar y bondadosa, algo inexistente en nuestros tiempos.

-Pero eso no basta para ir a la guerra, tengo miedo de que el imperio caiga. Un emperador no debería tener miedo a nada.

-Somos humanos, tenemos derecho a tener miedo, el secreto está en no exteriorizarlo.

Felipe abrazó a su esposa, con tanto amor. En ella siempre encontraba un soporte. Recordó porque se enamoró de ella, por su ímpetu y valentía algo que el no tenía. Su padre quizás tenía un poco de razón al decir que no era apto para ser emperador. Él si había sido un hombre que jamás exteriorizó miedo a sus oponentes y salía vencedor de las batallas sólo con su liderazgo.

-Ten presente que esta guerra la ganaremos, no hay enemigos que puedan contra el imperio central.

Luego de aquella charla Maria Teresa y Felipe terminaron haciendo el amor en el jardín. Se amaban con demasiado fervor y era algo que todos sus enemigos notaban.

-Si matas al rey, la reina queda expuesta, como en el ajedrez. En este caso si matas al emperador, queda expuesta la emperatriz. Bien sabemos todos que Felipe es un endeble y su esposa es la que realmente manda, pero ella lo ama demasiado y su causa parece ser el en cada cosa que hace, ella quiere mantener una imagen de él. Así que hay que tocar su punto débil para derribarla.

Un mensajero vino corriendo apresurado a hablar con el virrey de Agar, encargado en Japón. Un traicionero, que estaba en contra de sus emperadores, queriendo formar otro imperio a su acomodo. Odiaba que el reinado se traspasara entre la misma familia.

-Señor han apresado al general Benjamín-. Dijo el hombre agitado.

-Maldita emperatriz -. Golpeó la mesa el virrey-. Más que pronto, tenemos que irnos a la guerra.

-Pero señor tenemos a 7 países contra nosotros que apenas somos dos, ya no contamos con Rusia. No podremos matar al emperador, los 7 países nos caerían encima.

-Al contrario estarán felices de ser independizados.

-No todos quieren eso señor, la mayoría adora a los emperadores. Propongo a que se retracte.

-Eres un maldito cobarde.

El virrey hizo seña a un soldado y este sacó su lanza y atravesó a aquél que lo había contradecido.

-Todo aquél que este en mi contra, acompañara a éste.

Los presentes temblaron ante lo ocurrido y ninguno volvió a contradecirlo.

-Ahora antes de proceder a ejecutar al emperador, vamos a debilitar el matrimonio más estable, para ello necesito a la segunda mujer más hermosa del imperio, porque la primera es...

-Su esposa-. Dijo el general Danilo.

-No, es la emperatriz. Bendita mujer hermosa, cuanto fuera deseado que fuera mi esposa, pero lamentablemente está al lado de ese endeble.

-Pensé que a ella también la quería muerta.

-No, yo amo a Maria Teresa, pero no como emperatriz. Esa mujer es un peligro para nosotros los hombres. Si dejamos que siga, pronto serán ellas las que gobernaran.

Felipe estaba cabalgando cuando tuvo que detenerse porque una linda muchacha se le atravesó en el camino, era casi de noche y se preguntó que haría una chica a estas horas por los alrededores del castillo. Se bajo del caballo y extendió su mano para saludarla, esta sonrió y la tomó.

-¿Qué hace por aquí una bella dama a estas horas?

-Se ha dañado mi carruaje-. Señaló el carruaje que había perdido una de sus ruedas-. Soy la duquesa de Noruega y vengo al castillo para informarles mi apoyo y...

La mujer cayó y empezó a llorar. Felipe la abrazó, en un gesto bondadoso.

-Mi esposo ha muerto -. La mujer lo miró con los ojos llorosos y fue ahí cuando logró reconocerla.

Sintió que todas aquellas emociones volvían como aquel día.

Guerra De ImperiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora