Rumbo a quien sabe donde

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Todos esperaban en la mesa, mientras bromeaban y hablaban de tonterías, miré adentro pero decidí no entrar al comedor, en vez de eso seguí caminando hasta la sala, abrí la puerta y caminé hasta donde se encontraban los autos. Miré a mi alrededor, todo estaba en silencio, solo los pájaros cantando se escuchaban a lo lejos.

Respiré profundo y solté un gruñido de frustración, pasé las manos por mi cara hasta colocarlas en mi frente, no podía controlarme en ese momento. Sabía que todos estaban en el comedor, por lo que comencé a hablar conmigo misma en voz alta.

-Ya Simone, controlate. ¿No entiendo por que estás así? Ya lo sabías. Dallana te lo dijo cuando la encontraste con Mark -Movía mis manos mientras hablaba y caminaba de un lado a otro -¡Lo sé! -Me contesté a mi misma -Pero no pensé que todo fuera tan difícil. ¡Maldita sea! Isabelle me amenazó, pero eso no lo hubiera echo si no tuviera las de ganar. ¡Mierda! Quiero matarla.

Cerré mis ojos y seguí hablando sola, una parte de mi estaba intentado calmarme, alguien podría escucharme y darse cuenta de todo, pero no hacía caso a mis propios consejos, era como si estuviera poseída de idiotez.

-¡Ya basta Simone! Tienes que ser valiente, sin miedo... Control, control, control, control...

Seguía con los ojos cerrados, y caminando de un lado a otro; estaba actuando como una loca. Hablaba tanto, que no escuchaba lo que había a mi alrededor, hasta que durante el intento por calmar mi estupidez, una mano se posó en mi hombro apretándolo ligeramente. Ese inofensivo acto, me hizo chillar como pendeja y abrir mis ojos como platos.

-¡Heey! -Exclamó Patrick, quien estaba frente a mi.

-¡Dios! ¡Me asustaste! ¡Deberías estar en New York! ¿Que haces aquí? -Contesté de manera exagerada, ya que seguía asustada por su aparición inesperada.

-Pues, se canceló el viaje, de echo Mark fue por mí, ahí está atrás.

Patrick estaba señalando detrás de mi espalda, asi que volteé mi rostro y mi mirada se encontró con un Mark bastante divertido, estaba mirándome atentamente, con una ceja levantada y brazos cruzados.

-Sr. Anderson. ¿Cómo está? -Pregunté en un tono normal, la aparición del sujeto me hizo controlarme totalmente, estaba haciendo el ridículo y tenía que aparentar normalidad.

-Pues no sé, dime tú. ¿Debería preocuparme? ¿Estas teniendo un ataque del cual tengamos que asustarnos? ¿Tengo que llamar a un psicólogo? -Sus preguntas sarcásticas y burlistas, me hicieron girar mis ojos y cambiar mi expresión por una de hastío.

-No... No pasa nada. Estamos apunto de almorzar, deberían pasar -Dije mientras suspiraba.

-Bien, en ese caso con permiso, muero de hambre -Dijo Mark mirándome con una sonrisa burlista todavía.

Al adelantarse, sentí la mirada persistente de Patrick, como si estuviera intentando descifrar que me sucedía. Me quedé por unos segundos simplemente mirando a lo lejos, perdida en mis pensamientos.

-Bueno... ¿No deberíamos entrar también? -Preguntó Patrick, mientras mantenía su mirada atenta a mi actitud.

-Si, claro. Puedes entrar. -Dije un poco más calmada, con una ligera sonrisa que aparentaba tranquilidad.

-¿Y tú? ¿No piensas comer?

-Yo... Tal vez coma algo más tarde. En este momento no tengo hambre.

-¿No tienes hambre?

-Si, exacto, ¿No puedo? -Pregunté con tono antipático.

-Pues de poder si puedes, pero que sea normal es otro nivel. Tu nunca dejas pasar comida Sim, recuerdo que era la única manera que lograba tranquilizante y alegrarte para así poder arreglar el problema que tuviéramos.

Romances color vino (Sin Corregir)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora