¡Mi cabeza!... Duele como el demonio... ¿Dónde estoy?
Sentí los movimientos bruscos que me sacudían de un lado a otro y desperté, además mis labios estaban resecos y rotos. Poco a poco fui parpadeando hasta abrir mis ojos, los cuales no enfocaban bien. Intenté moverme pero era imposible, estaba torpe y podía sentir que una cuerda se entrelazaba en mis manos y piernas, pero sobre todo, el lugar donde me encontraba era extremadamente pequeño.
Cerré mis ojos con fuerza varias veces, hasta que logré ver perfectamente. Estaba dentro de una cajuela.
Al percatarme que me habían atado y de dónde me encontraba, solté un grito ahogado. Mordí mis labios para no volver a hacerlo e intenté mantener la calma. Todas esas películas ridículas, sobre secuestros y asesinos en serie, tenían que servir, ya que si no pensaba en algo, al llegar a nuestro destino no podría escapar, o al menos sería un 10% contra un 90%.
—Piensa Simone... Piensa... —Estaba asustada, así que con mis manos amarradas, golpeé mi cabeza con fuerza para controlarme, sin percatarme que era el mismo lugar donde Owan me había golpeado con su pistola. El dolor fue tan intenso que volví a dejar escapadar un grito, esta vez más fuerte.
¡Joder, callate!
Miré a todas partes, pero no encontré nada como para abrir la puerta de la cajuela. El pánico quería tomar control de la situación, pero no lo dejé, era un momento donde tenía que estar atenta y calmada para poder pensar, no debía dejarme llevar por mis emociones, las cuales estaban a flor de piel.
Intenté acomodarme adecuadamente para ver por un pequeño hueco en la cajuela; miré al rededor y al juzgar por las calles, letreros y edificios familiares, seguíamos en Miami, así que por esa parte estaba un poco más tranquila.
Sin embargo, me encontraba en la parte trasera de un auto, atada, y lo más probable, Owan era el que manejaba. Sentí como la respiración se entre cortaba, como todo me daba vueltas y la falta de aire era mayor. No podía pensar en algún escape, objeto o algo que me ayudara a salir de allí. En ese momento vino la vaga idea de que talvez no habían sacado el celular de mi sostén (por que estaba en mi sostén), así que con mis manos, intenté buscar el celular que tal vez no había sentido por el estrés.
Entre el toqueteo por toda la zona de mi pecho y las curvas que me hacían chocar con las paredes del auto, logré encontrarlo milagrosamente. Mis manos temblorosas no me ayudaban y provocaban que fuera complicado manejar coherentemente el celular, así que me detuve de golpe y respiré profundo, luego con algo más de control, busqué entre mis contactos alguien que pudiera ayudarme.
De un momento a otro, la velocidad del vehículo fue disminuyendo, hasta detenerse del todo. La calidad del internet era pésima, y ya no podía esperar más, era en ese momento o nunca. Mi corazón palpitaba como loco y mis dedos torpes intentaban escribir lo más rápido posible, además de algo fácil de entender. Al terminar, sin pensarlo pulsé la opción "enviar" y esperé hasta que el mensaje lograra llegar exitosamente, pero no lo hacía.
—Maldita porquería, ahora no es el momento para esto. —dije frustrada al ver que la pésima señal detenía la única opción de rescate.
En medio lío, la puerta del auto se abrió, eso me desconcentró totalmente. Escuchaba las pisadas de alguien, él estaba rodeando el auto en dirección a la cajuela.
—¡Vamos señal! ¡Por favor! —supliqué en voz baja, pero el mensaje no se enviaba.
—¡No, no, no!
Las pisadas se detuvieron y casi de inmediato, la luz del sol me iluminó por completo. Había quedado encandilada, no podía ver absolutamente nada, pero si pude actuar inteligentemente. Sabía que si veían el celular en mis manos estaría perdida, así que giré en el momento que abrieron, dandole la espalda a la puerta y tiré el celular debajo de unos periódicos viejos. Al hacerlo casi al mismo tiempo, cerré mis ojos y recé por que no me hubieran visto hacerlo.
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Romances color vino (Sin Corregir)
ChickLit*Ganadora en los premios Carrot Awards 2017, en la categoría chick-lit. *Ganadora del mini concurso "Hablando sin máscara" 2017. "El quitó sus ojos de mi, y los puso sobre la copa que estaba frente a él. La tomó entre sus dedos con elegancia y la ag...