2920, Mano de lluvia, Vol. 4

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Autor: Carlovac Townway


3 de Mano de lluvia de 2920, Puerto Gélido, Oblivion.

Sotha Sil se apresuraba por los pasillos ennegrecidos del palacio, medio sumergido en aguas salobres. Repugnantes criaturas gelatinosas correteaban a su alrededor entre los juncos, estallidos de fuego blanco se encendían entre los arcos más altos de la entrada antes de desaparecer otra vez y distintos olores lo asaltaban, olor a muerte rancia un instante y a perfumes florales al siguiente. Había visitado a los príncipes daedra en Oblivion varias veces, pero cada vez había algo nuevo esperándole.

Sabía cuál era su propósito y evitó distraerse.

Ocho de los príncipes daedra más importantes lo aguardaban en la sala semifundida y abovedada. Azura, príncipe del anochecer y del amanecer; Boethiah, príncipe de las conspiraciones; Herma-Mora, daedra del conocimiento; Hircine, el cazador; Malacath, dios de las maldiciones; Mehrunes Dagon, príncipe del desastre; Molag Bal, príncipe de la cólera; Sheogorath, el loco.

Sobre ellos, el cielo dibujaba sombras atormentadas mientras se celebraba la reunión.


5 de Mano de lluvia de 2920, Isla de Arteum, Estivalia.

Se escuchó la voz de Sotha Sil gritar, resonando su eco desde la cueva: "¡Moved la roca!"

Inmediatamente, los iniciados obedecieron e hicieron rodar la gran roca que obstruía la entrada a la Cueva de los Sueños. Sotha Sil, con aspecto cansado, apareció con la cara manchada de cenizas. Sintió que había estado fuera durante meses, años, pero resultaron ser solo unos días. Lilatha le cogió del brazo para ayudarlo a caminar, pero él rechazó su ayuda con una amable sonrisa y sacudiendo la cabeza. "¿Lo has... logrado?", preguntó.

"Los príncipes daedra con los que he hablado están de acuerdo con nuestras condiciones," dijo con rotundidad. "Los desastres como el que sucedió en Valle de Gilver deberían evitarse. Ellos solo responderán a la llamada de los hombres y los mer si se realizan a través de ciertos intermediarios, como brujas y hechiceros".

"¿Y qué les prometiste a cambio?", preguntó el joven nórdico llamado Welleg.

"Los acuerdos a los que llegamos con los daedra", dijo Sotha Sil mientras continuaba su camino hacia el palacio de Iachesis para encontrarse con el maestro de la Orden Psijic, "no deben discutirse con los inocentes".


8 de Mano de lluvia de 2920, La Ciudad Imperial, Cyrodiil.

Una tormenta batía las ventanas de la habitación del príncipe, inundándola con un olor de humedad que se mezclaba con los incensarios llenos de hierbas e incienso.

"Ha llegado una carta de la emperatriz, su madre", dijo el mensajero. "Pregunta con angustia por su salud".

"¡Qué padres más temerosos tengo!", dijo el príncipe Juilek riendo desde su cama.

"Es natural que una madre se preocupe", dijo Savirien-Chorak, el hijo del potentado.

"Todo es antinatural en mi familia, akavir. Mi madre, exiliada, teme que mi padre crea que soy un traidor que codicia la corona y que por ello me envenene". El príncipe se volvió a hundir en su almohada, enfadado. "El emperador ha insistido en que tenga un catador para cada comida que consumo, igual que él".

"Hay muchas conspiraciones", dijo el akavir. "Ha estado guardando cama durante casi tres semanas y le han visitado todos los curanderos del Imperio, que arrastran los pies como si ejecutasen un lento baile de salón. Al menos todos podrán ver que se está haciendo más fuerte".

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