Sobre Morrowind

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De

Erramanwe de Solaria


Tras la toma de Hammerfell, las legiones imperiales se agruparon en la frontera noroeste de Cyrodiil, y se preparó la flota invasora en Skyrim.

En un principio, aunque se tenía a las legiones y la armada imperial por imbatibles, la casa de Indoril y la jerarquía del templo propuso resistir hasta el último suspiro. Redoran y Dres apoyaron a los Indoril, mientras que Telvanni se mantuvo al margen. Hlaalu propuso trabar un pacto.

Los incidentes fronterizos, frutos de una provocación, allá en la Ciénaga negra, fueron estériles, pero el terreno pantanoso no era favorable ni a las legiones ni a la coordinación de la armada. Contra las legiones agrupadas al oeste de la Torre de Silgrad y Kragenmoor, y las legiones al oeste de Lumen Oscura y el Mirador de Cormaris, Morrowind contaba con unas ridículas y minúsculas milicias, apoyadas por unas pequeñas compañías de mercenarios de Redoran y unidades de élite de nobles ordenantes y armígeros del templo. La negativa de Indoril, Dres, Hlaalu y Telvanni a guarnecer las fronteras occidentales vino a complicar aún más las cosas; Indoril y Dres propusieron replegarse al interior a crear guerrillas antes que defender la frontera de poniente. Un Hlaalu pactista y un Telvanni neutral dejaron solo a Redoran frente al imperio.

Las tornas cambiaron al presentarse Vivec en persona en la ciudad de Vivec para anunciar la negociación de un tratado con el emperador Tiber Septim, que supondría la conversión de Morrowind en provincia del imperio, pero garantizando "la libertad de culto y el autogobierno". La jerarquía del templo, pasmada por no haber sido consultada, recibió el anunció con un incómodo silencio. Indoril juró que resistirían hasta morir, con el leal apoyo de Dres, mientras que a Redoran la excusa le vino como caída del cielo: se evitaba enfrentarse a las legiones sin ayuda alguna, por lo que se unió a Hlaalu en pos del acuerdo. Telvanni, ante el cariz que adoptaba la situación, se puso de parte de Hlaalu y Redoran a favor del tratado.

Nada se sabe de las circunstancias de la reunión personal entre Septim y Vivec, ni en donde se produjo, ni de los preliminares al tratado. La razón que se dio a conocer fue la de proteger la identidad de las partes. En el oeste, se especuló en torno a la aportación de Zurin Arctus a la hora de lograr el acuerdo; en el este, hay quien rumorea que Vivec ofreció a Numidium ayudar a conquistar Altmer y la isla de Sumerset a cambio de considerables concesiones para mantener el autogobierno, las tradiciones regias y las prácticas religiosas de Morrowind.

El consejero mayor del gran consejo, un Indoril, se negó a aceptar el tratado y a dimitir. A su magnicidio, fue sustituido por Hlaalu. La casa de Hlaalu se tomó la revancha contra los Indoril, y distintos consejos locales cayeron a sus manos cruentamente. Más sangre derramaron estas familias que contra las legiones imperiales durante la conversión de Morrowind de nación independiente a provincia del imperio.

Los generales de la legión temían invadir Morrowind. Dunmer era el más temido y fanático de los enemigos, además de estar inspirado por sus tradiciones propias del templo y los clanes. Los generales no conocían la debilidad política de Morrowind, punto débil que el emperador Tiber Septim conocía y aprovechó. Al mismo tiempo, dadas la trágica despoblación y destrucción experimentada por otras provincias conquistadas por Septim, y la rápida y eficaz asimilación de Morrowind al ordenamiento legal y económico del imperio (con un efecto relativamente reducido en las clases bajas o altas de Morrowind), el tribunal también es digno de elogio por haber sabido ver lo desesperado de las defensas de Morrowind, y la oportunidad de obtener importantes ventajas en la mesa de negociaciones al adelantarse a ofrecer el fin de las hostilidades.

Por su parte, muchos nobles Indoril decidieron suicidarse antes que someterse al imperio, con lo que debilitaron a su propia casa durante el periodo de transición. De este modo, se aseguraron de ceder gran parte de la influencia y poder a la casa de Hlaalu, cuyo influjo y poderío aumentaban merced al entusiasta acomodo logrado con el imperio. La jerarquía del templo supo capear ingeniosamente la deshonra, y se supo ganar el aprecio del pueblo concentrándose en su bienestar económico, educativo y espiritual.

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