El cántico de Hrormir

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Anónimo.


Hrormir,

hijo de Hrorgar,

llamado fue a la corte de Vjindak,

hijo de Vjinmore y rey de Nieve Eterna.

"Poderoso hechicero y mago,

que vayas a Aelfendor te encargo,

antediluvianos guerreros amenazan mis terrenos

y traen a sus primos demonios

a aterrorizar a mis gentes y sus patrimonios.

Hrormir,

hijo de Hrorgar,

oyó las palabras de Vjindak Nieve Eterna.

"Por el bastón de hielo

que sería un honor ayudar,

pero tengo una empresa primero:

doce jarras de aguamiel tragar

y después al catre con varias mozas del lugar.

Así pues tal oferta

me temo que debo declinar."

Al rey no le hizo gracia

ni Hrormir ni su respuesta.

"Por tu honor, a prestar ayuda

a mi causa te obligo,

que empuñes la espada de tu amigo,

el bueno de Darfang

quién lo intentó y no fue capaz."

Hrormir dijo a carcajadas:

"Ahora eres tú el de las chanzas.

Pues Darfang no sabe lo que es perder.

No encontrarás mejor espadachín.

Si algo le encargasteis, lo terminaría bien."

"Yo no dije que cayera, pero de bando cambió,

y ahora lucha con los reyes de Aelfendor,

y de esta forma ha deshonrado tu amigo

tanto a ti como a sí mismo."

Hrormir no daba crédito,

pero sabía que Nieve Eterna

no podía estar mintiendo.

Durante veintitrés días cabalgó

hacia las tierras de la noche y del reino del terror,

donde los campesinos prenden velas

sabiendo que el demonio espera

a tan solo unos pasos de su resplandor

en el reino de los tres reyes oscuros:

el temido Aelfendor.

Elevando su antorcha Hrormir

atravesó campos embrujados

y pueblos atemorizados

hasta cruzar el negro portón

del negro castillo de Aelfendor.

Al ver acercarse a Hrormir

los Tres Oscuros rieron con maldad

y llamaron a su paladín,

el Cuchilla Darfang.

La Biblioteca de Tamriel: OBLIVIONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora