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No decía nada, no parpadeaba y podría jurar que ni siquiera respiraba. Los pocos rayos que atravesaban las ramas del árbol hacían que mis mejillas se tornaran rosadas al igual que las de él. Sus cabellos largos y rubios le daban un aspecto mucho mas encantador, lo que ocasionaba que, minuciosamente, recorriera cada centímetro de su bella y masculina cara.

—As de estar pensando cosas horribles de mí — anime a decirle. 
—No.

—¿Entonces por qué ya no dices nada?

—Sabes que las palabras salen sobrando.

Nos quedamos viendo un rato; no sé cuánto. Me suelta las manos y parece que se va a bajar del árbol pero lo que hace es acercarse y abrazarme. Ahorita me vale madres todo lo demás. Me vale que este güey tenga nueve años más que yo, me gusta y mucho.

De repente siento que respira en mi cuello. Y poco a poco se acerca a la oreja, luego a los labios. Pero antes de que pasara lo sucedido interrumpí, por algo me entro miedo.

—Yo no beso a desconocido y mucho menos ando con ellos— dije separándome de él.

—Llevamos más de un año conociéndonos ¿no es suficiente?

—No. Cuéntame más sobre ti.

—Lo sabes todo. Ya acabe la universidad, soy actuario, no tengo hermanos, odio la mayonesa y mi color favorito es el café.

—¿Tu color favorito no era el azul?

—También ese.

—¿Y por qué un actuario tan prestigiado se fijaría en una niña como yo?

—¿Por qué no?

—No sé. Tal vez porque la tendrías que estar aguantar en su etapa de plena punzada y con la hormona alborotada, también tendrías que estará aguantado en sus cambios de humor tan repentinos.

David se empieza a reír. Vuelve la mirada hacia abajo.

—Marion, me gustas pero yo no pienso abusar de tu confianza, ni mucho menos hacer algo que no quieras.

Me quede como cinco minutos pensando.

—A ver... no es que no quiera sino que tengo miedo a que mis papas vayan a desaprobar nuestra relación. Ya sabes, por la edad. Por una parte está bien que le caigas súper bien a mi papá pero que te metas con su hija es lo peor que le podrías hacer ya que el te ve prácticamente como un hijo a pesar de que apenas llevemos dos años conociéndonos.

—Puedo hablar con ellos.

—No creo que puedas convencerlos.

De nuevo mi celular suena y doy gracias a Dios que interrumpió.

—Es mi mamá. Ha de estar buscándome.

—Lo más seguro es que hasta la FBI te este buscando.

"FBI" igual a Nicolás. ¿Qué hago pensando en ese baboso?

Le aviento el libro a David y bajo del árbol sin su ayuda, gran cosa que por fin logre hacer pero en ese momento no me importo.

—¿Qué paso mamá?

—¿Dónde andas, Marion? ¿En qué momento te saliste de la reunión?

—Me regrese a la casa porque me dolía la boca—, odio mentir sin embargo, esta vez lo tengo que hacer para salvar mi vida —.Y ahorita estoy en la tienda.

—Son las nueve de la noche Marion, ya tiene más de media hora que nosotros regresamos a la casa y no estás. Ahora, fue una grosería de tu parte haberte ido, cariño recuerda que debes de aceptar a Vale como tu hermana.

La teoría de MarionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora