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—No puedo creer que hayas desperdiciado tremendo bombón, Marion.

—¡Ya lo sé! Ya ni me digas que vas hacer que regrese corriendo a sus brazos.

—Pues es lo que deberías de hacer, babosa. Yo en mi vida dejaría una oportunidad así.

—¡Entiende que es mayor que yo! ¡Me lleva nueve años!

—Vive la vida, disfrútala, se libre.

—Una cosa es ser libre y otra es rebasar límites.

—Mira — Majo se paró de mi cama y cerró la puerta fijándose de que nadie estuviera escuchando —. David te trata bien ¿no?

—Pues sí.

—Él tiene nueve años de ventaja lo que significa que es experto teniendo sexo, ya está maduro y no anda como los babosos de nuestra escuela que con cualquier cosa se ponen duros. También tiene estabilidad económica.

—Va, si lo pones de esa manera suena perfecto, pero todo tiene su lado oscuro.

—A ver, échale — se mete un puño de palomitas a la boca.

—No todo es sexo, María José. Recuerda que tenemos quince años y que por ahora no pienso acostarme con alguien, como tú lo has hecho con varios.

—Oye cuidado con eso —interrumpe.

—¡Ah, ah! Déjame hablar ¿ok?

—Ok...

—David es muy celoso porque piensa que me podría ir con alguien mas joven. Si fuera mi novio yo no encajaría con sus amigos y él tampoco con los míos. Cuando yo apenas tenga veinte años él ya va a querer casarse y obvio yo no. Tiene muchas ex locas. Aunque digan que no, a la larga la edad va influir en nuestra relación. Parezco su hermanita, nuestra diferencia es de nueve años lo cual significa que cuando yo apenas pasaba a la tercero de primaria el ya había entrado a la universidad. Tal vez se termine desesperando de mi ya que soy virgen y la neta es lo más valioso que tengo y no se la entregaría así de fácil.

—Está bien, respeto tu punto de vista, pero...

—Pero nada, ya nos tenemos que ir.

—Última cosa.

—¿Qué?

—¿Te fijas si estoy manchada?

Majo camina delante de mí.

—No.

—Gracias.

Y salimos del cuarto.

                         * * *

Acompañar a mi mamá al súper, es un suplicio. Se tarda horas, me trae siguiéndola por todos los pasillos y habla sola.

De repente me manda por un medio kilo de jamón, regreso con medio del jamón, me dice que mejor el kilo para que nos dure la semana, luego me manda por la carne molida y me estoy horas en la fila para pedirlo. Cuando llego con la carne, me retacha porque se acordó de que también necesita unas piezas de pollo que le gustan a su marido. Es como para pegarse un tiro.

—¡Ay, mira Marión! Ya están las galletas de animalitos que le gustan tanto a tu hermano—tomo un paquete y checo el precio.

Suspire. Desesperada voltee a verla y aproveche para mirarla a los ojos. La neta mi mamá esta guapa ya quisiera yo tener esas curvas y ojos tan lindos.

—Mañana empiezan tus clases de ballet —vuelve a hablar mamá con una sonrisa.

—¿Tan pronto?

—Marion, a veces pienso eres de esas chicas que solo van a la academia por obligación.

—Pues no lo pienses, a mi me gusta.

—No parece.

Puse los ojos en blanco.

—Como sea. Mamá....

—Dime.

—¿Qué opinas de David?

No contesto y fue al pasillo de las sopas.

—Ma' —insistí, siguiéndola.

—¿Por qué sacas tan repentinamente a David?

—Nada más—mentí.

—Pues es un buen hombre.

¿Hombre? ¿Por qué le dice hombre? No esta tan grande.

—Tiene buen trabajo, es actuario y gana bien. Esta en edad para casarse —, con ese comentario mi amor hacia David se está yendo al caño.

—Mamá tiene veinticuatro años, no seas exagerada.

—Tienes razón. Aún así ya esta grande y no soy tan exagerada porque en esos tiempos yo ya tenía a Lucas.

—Ustedes porque no se cuidaron, todos sabemos que Lucas fue un accidente, mamá.

—Tú también lo fuiste, cariño.

Auch, eso dolió. Ya. Con eso la rego todito. Decido cambiar de tema.

                        * * *

Por fin quede con Nicolás, lo que no sabía es que me cito en su casa y para acabarla estaba toda su familia.

A la cinco minutos me quiero morir. Sus padres me están tratando como su fuera su novia y lo peor es que Nicolás no hace nada por corregirlos. Nicolás me enseño su cuarto y está repleto de comics en especial de DC. Que ñoño. Aunque la verdad esta padre su cuarto, no tiene posters pegados ni nada sino que tiene la pared pintada de sus personajes favoritos y arriba hay unas repisas con cientos de muñecos, tiene un Wii U y varias consolas mas, es como el paraíso para un Friki.

—Está muy padre tu cuarto— dije, mientras paseaba por todo su cuarto. Creo que jamás había visto tantos muñecos de colección.

—Gracias, me ha costado tenerlos así.

—Si se nota —, giro la cabeza hacia la esquina y no sé porque pero veo algo que me gusta —. ¿Pintas?

—Apenas estoy tomando clases aunque dibujar ya lo sé hacer.

Saco unas láminas con varios dibujos.

—¿Puedo verlos?

—No —lo volvió a esconder, tan rápido como pudo.

—Bueno... — no pienso rogarle para que me enseñe sus garabatos—. Entonces es hora de que me entregues la tabla.

—No te la voy a dar, Marion —dice al mismo tiempo que abre la puerta de su cuarto —. Ahora vete.

—¿Cómo? ¿Por qué?

Dio un par de pasos hasta donde yo estaba, metió sus manos en su sudadera me miro a los ojos y esta vez me sentí intimidada al darse cuenta de mi expresión sonrió y dijo:

—Porque si te la doy ya no tendría escusas para verte.

¡Ájale! Esa no me la esperaba.

 —Eres raro.

La teoría de MarionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora