Permanecimos callados por un largo rato. Yo lo miraba y él a mí.
—¿Sabes? — Me aparte de Nicolás con la escusa de admirar su cuarto—. Creo que te estás equivocando— dije con arrogancia.
Arqueo la ceja y alejándose todavía más pregunto:
—¿Estoy equivocando?
—Te gusto —conteste con una sonrisa.
—Estás en lo correcto, me gustas.
—Y por supuesto quieres andar conmigo — dije con seguridad.
—No—, esa respuesta cortó mi respiración e hizo que mis piernas empezaran a temblar, intente fingir mi nerviosismo llevando mis manos al cabello y empezar a jugar con este—. Me atraes físicamente pero me desagrada tu persona— inquirió. Por alguna razón me dolió su comentario—. Estás tan segura de algo que jamás he pronunciado. Eres tan impulsiva que no piensas las cosas antes de decirlas, lo cual te va a generar problemas futuros si no es que ya los tiene como ahora.
—Era una broma, no te lo tomes tan apecho— mentí.
—Si lo quieres tomar de esa manera... adelante pero yo nunca me he enojado.
—Eso me gusta— sonreí. Lo mire a los ojos y esta vez él se sonrojo.
—Otra vez con tus palabras de doble sentido, eres una mujerzuela, bella y arrogante que en cualquier momento te puede dar la espalda.
A pesar de que su comentario hirió mis sentimientos decía la verdad. Cada palabra que salía de su boca la odiaba.
—No sé si sentirme alagada o molesta por lo que me acabas de decir. Tienes quince años pero pareces un viejo ochenta, tan amargado y maduro.
—No necesito ser un viejo de ochenta y amargado para darme cuenta cómo eres en realidad.
Quería cachetearle su linda cara pero me contuve. Tomé la tabla.
—Entonces me voy.
—Las puertas están abiertas— separo los brazos —. Recuerda que no puedes sacar la tabla de aquí.
—Quién te entiende, estas todo cuerdo.
Le arrebate con fuerza la tabla y salí de su casa con los puños a punto de usarse. Jamás me habían dicho cosas tan ciertas de mi persona, de como soy realmente. Estuve años trabajando para que nadie se diera cuenta de lo que en verdad soy pero alguien termino por descifrarlo.
* * *
Nadie está en casa. ¿Por qué mis papas no pueden estar un fin de semana conmigo? Siempre trabajan mientras que su hijo trabaja casi todas las tardes con la novia, yo insito en que se deben de cuidar, si no va a salir embarazada.
Para matar el tiempo me pongo a leer una de esas revistas de mi mamá que tiene guardada en su habitación. Esta vez omito la sección de mascarillas para el cabello. Todavía recuerdo que David mientras acariciaba mi cabello me quitó como cinco semillas de jitomate.
En una de esas, cuando saco otra revista del cajón de mi mamá, sale a la vista una libreta ancha y pequeña. Me quede en silencio, pensando en que este podría ser el diario de mi mamá.
Terminé abriendo la libreta. Leí y leí. Su vida suena a la de una telenovela, primero que la engaño su novio luego que se enamora del mejor amigo de su ex... si eso me pasaría no sé que haria. ¿Cómo puede soporta mi mamá estar tanto tiempo alado de un hombre? La neta yo me hartaría, o bueno tal vez digo eso porque nunca me he enamorado.
Cuando estaba a punto de cerrar su diario del drama total, cayó una foto al suelo, la recogí y vi a un niño rubio como de unos cinco años. Por alguna razon me resulta familiar, hago memoria y recuerdo que esa foto la vi en un lugar, juro que vi en un lugar pero no recuerto. Vuelvo a abrir el diario y no viene nada referente a la foto hasta que se me ocurre leer el reverso de esta. Y sí, a la hora de que volteo la foto está escrito el nombre de alguien. Vuelvo a leerlo y veo la foto, no lo creo.
—¿Por qué mi mamá tiene una foto de David cuándo era pequeño?
ESTÁS LEYENDO
La teoría de Marion
Teen FictionLa vida de Marion da un giro repentino cuando se da cuenta de los secretos más oscuros de su familia, relacionada con años atrás. Teoría de Marion: Toda Marion permanece en estado de alegría o tranquilidad, a no ser que sobre ella actué un fuerza l...