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Intenté marcarle a Nicolás. No contesto. Fui a su casa y nadie salió. ¿Saben cuanto tiempo estuve afuera de su casa? Más de tres horas. ¿Qué hice esas tres horas? Nada, estuve sentada en la calle con frio y hambre.  Lo peor es que él sabía que estaba allí y no hizo nada por dar la cara o tan siquiera darme una explicación. Cobarde. Es ridículo lo que estoy haciendo, se supone que él debería de estar buscándome, no yo. Al principio trate de ignorarlo (eso funciona con varias compañeras de mi colegio) pero conmigo no funciono, si lo ignoro él me ignora aun mas y eso hace que muera por él todavía más.

Después de cuatro semanas y tres días de arrastrar la cobija por toda la casa, hoy, por fin, amanecí de buen humor. Bueno eso creí hasta que vi en el perfil de facebook de Majo que ya había puesto una relación con Nicolás. Lo perdí, ya es tarde, esto es oficial...

—¿Se puede?

Marcos abrió la puerta de mi cuarto, en cuanto la abrió cerré de golpe mi Lap. Marcos trae una charola en sus manos con un pan duro, jugo de naranja y lo más parecido a un té. Algo bueno de que él este conmigo es que como cree que estoy en la depresión total (si lo estaba)  siempre me hace el desayuno. Aunque estos berrinches y gustos complacidos ya se me va acabar porque dentro de una semana se va.

—¿Y ahora? —Sonreí mientras me paraba de mi cama. Estoy acostumbrada a que me vea tan desarreglada que ni me tomo la molestia de limpiarme la baba.

—Pues te traje tu desayuno, como acostumbro a hacerlo —me miro a los ojos y me regalo media sonrisa mientras me quitaba los cabellos de encima.

—Mucha gracias, sigo diciendo que eres un amor de persona —encogió sus hombros y sonrió aun mas. Vi mi reloj y marcaban las seis de la mañana —. ¿Te has levantado tan temprano para solo hacerme el desayuno?

—¿Eso importa?—Me miro y luego se empezó a reír—. En lo que desayunas yo me iré a bañar—tomo un fuerte suspiro y se empezó a estirar sin pudor—. En una semana me voy así que aprovechare el tiempo contigo.

Sin esperar mi respuesta se levanto y abrió la puerta. Antes de que saliera grite:

—¡Necesito que me ayudes!

—Te tardaste—detuvo sus largos pasos y me echo una mirada recelosa. Con una fuerte intriga pregunto: ¿A qué quieres que te ayude?

No estaba segura de pedírselo, es mi mejor amigo y se supone que me debe de apoyar ¿no? Pero ya llevo bastante tiempo sin verlo lo que significa que le perdí un poco de confianza, ya no es lo mismo y eso hace que me cueste más trabajo pronunciar las siguientes palabras:

—Finge ser mi novio.

Agache mi cabeza evitando su mirada burlona. Aun así lo vi a los ojos y puede notar con facilidad lo que estaba pensando de mí. Volvió a reír y puso una cara de "ni lo pienses mamita".

—¿Y todo esto es para...?

—Nico...

—Estás loca si crees que lo voy hacer. Menos para darle celos a tu Nicolás, no vale la pena darle celos a ese tipo ¿entandes?

Dijo algo en otro idioma que no logre comprender y salió de mi cuarto.

¿Se habrá enojado? No lo culpo, creo que él fue de los pocos que sufrió al verme llorar noches enteras por Nicolás.

A los veinte minutos ya estoy lista y solo estoy esperando a que Marcos termine de desayunar. Estamos solos en casa, mi mama y papa están trabajando, Lucas ya se fue desde hace rato y la pequeña Valentina se quedo en casa de una amiga.

En lo que Marcos terminaba de desayunar yo intentaba convencerlo. ¿Qué le cuesta ser mi novio de mentiras?

—Ya te dije que no.

La teoría de MarionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora