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Las dos últimas semanas de clases La Piraña no dejaba de sonreírme. Estúpida, por su culpa estoy castigada y gaste tanto dinero por nada. También, esas últimas semanas, no pare de buscar a Nicolás pero nada, por ningún lado lo encontré, incluso fui a su supuesto colegio y tampoco.

Cuando acaba la clase de La Piraña nos toca deportes. Ya en dicha clase me pongo reír y babosear, que es para lo que sirve una clase de deportes. Como siempre el maestro nos puso correr alrededor de la escuela. Majo aplica la misma y termina diciendo que está en sus días para que el maestro la deje en las bancas.

—¡Corre, Marion, correee!

¿A qué hora llegó del baño el maestro?

—¡Corréele!

—¡No me presione, que voy a vomitar!

Dejo de correr y me dan ganas de vomitar. Ni modo. Vomito y todo cae sobre mis Converse. Eso pasa por tener clase de deportes después de receso.

—Tal para cual, por algo son tan amigas, vete a las bancas con María José y quítate esos tenis. Iré hacer una llamada para que vengan a recogerte.

Le sonrió y voy a las bancas. Majo esta tragando como cerdo papitas cuando voy a sentarme alado de ella. El maestro habla a mi casa y oigo decir  “es que se sobre cargo su estomago”. Siempre dice eso con los cincuenta alumnos que diario vomitan en su clase.

—Cierto, ya ni te pregunte que le dijo La Piraña a tus papás— comentos Majo mientras masticaba sus papitas.

—Pues nada que no haya dicho antes. Me tiene vigilada.

—Y ¿cómo te fue con el vendedor, si esta chida la tabla?

—¡Padrísima! —Dije con sarcasmo y algo de nostalgia. 

Nos quedamos un rato en silencio, viendo como sufrían nuestros compañeros de clase mientras nosotras estábamos sentadas sin hacer nada.

—¿Ya viste a ese cuerpazo? —Majo me da un codazo y señala con la mirada a un chavo que pasa por enfrente de nosotras. 

—No esta tan mal —contesto.

—Es un bombón.

Majo se mete un montón de papas a la boca.

—Josué le habla—digo.

—Noooo.

—Neta. Los vi platicando ayer.

—Le voy a decir que me lo presente.

No paso ni media hora cuando Lucas ya estaba a fuera de mi escuela. Trae unos zapatos que se ven horrible con el pants. Tenía que ser hombre. Me despedí de Majo y salí cuanto antes de aquel lugar.

Cuando llego a la casa mis papás no están, lo que me da oportunidad para ir a ver a Mauricio y los demás chicos. 

—Vuelvo en dos horas, borreguito— le dije a Lucas mientras tomaba su patineta y mi celular que Alexa había escondido en la alacena.

—Hechas mi ropa a la lavadora por un mes si es que no quieres Alexa se enteren que saldrás.

—Está bien. Llevo mi celular, si regresan me llamas.

Cuando por fin logro salir me echo a correr hacia el parque.

Alguien está en las rampas y por lo que alcanzo a ver hay como diez chavos patinando con un cartel que dice: "Solo hombres".

—¡Hey! ¡Mau, nos han traído a una porrista!—Los demás voltearon a verme y se empezaron a reír. Unos dejaron de patinar y otros ignoraron el comentario.

La teoría de MarionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora