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Conocí un hombre que prometía darme una familia feliz, sólo que no alcanzo a cumplirlo.

Se preguntaran "¿qué esta pasando? ¿Cómo es que Marion tiene un hijo y David esta muerto? ¿Cómo es que David murió y por qué?" Puede que incluso se hagan muchas más preguntas que yo, pero sinceramente no puedo contestar ni la mitad de las que yo ya me hice. No planee tener un hijo a mis dieciocho años ni mucho menos que David muriera. Esas preguntas poco a poco se las iré contestando.

Después de que David hubo muerto vivía al borde de la tristeza. La verdad es que me sentía tan mal que en medio del llanto un día, noté que ya no reía, ni nada me importaba, pensé en irme de este mundo, pero luego mi hijo me miraba con esos ojos igual a los de su padre, llenos de amor… Lo abracé y en sus bracitos sentí que por él tenía que hacer algo, que no podíamos seguir viviendo así. Entonces tomé mis cosas y me fui a otro lado, dejando todo lo que me recordara a David. Solo me despedí de mi padre y Lucas, recuerdo muy bien que Lucas me abrazó y dijo "mientras hay vida hay esperanza" esta frase me la pudo haber dicho en cualquier momento y me hubiera reído de él pero aquel día solo lo abrace y le agradecí. Mi padre se ofreció a pagarme el vuelo y un departamento que era de su abuela en Nueva York por un par de semanas. A los pocos días de llegar a Nueva York encontré un trabajo de empleada domestica, la señora era muy mala pero tenía que juntar dinero para al menos alimentar a mi hijo ya que con lo que mandaba papá no me alcanzaba ni para una leche. Cuando pareció que todo estaba a punto de perderse porque tendría que desalojar el departamento que papá me había ofrecido  apareció la persona que jamás creí que me encontraría aquí. María José, esta chica ahora tiene mi misma edad y que viene a estudiar a Nueva York. No podía creerlo pero ella era la que iba a alquilar este departamento ya que su universidad quedaba a cuadras de este. Sorprendentemente ella sigue muerta por Nicolás y vino aquí, a Nueva York para buscarlo. Es extraño, ella viene a buscar al amor de su vida y yo vengo a cumplir mi sueño. Lamentablemente yo no puedo vivir aquí mi historia de amor como lo hizo mi madre con  papá, tampoco creo que poder cumplir mi sueño de ser bailarina como igual lo hizo mamá ya que renuncie a mi trabajo y ahora no tengo ni un dólar para seguir pagano mis clases de ballet baratas... 

Pero hay una personita que no deja que me derrumbe, mi hijo. En su primer grado de escuela me dijo,-Mamita, te quiero- sus palabras me hicieron llorar, no tenía nada para darme el día de la madre, sólo estas nobles palabras que con sinceridad brotaron de su inocente corazón. Mi hijo es mi vida.

Pero bueno regresando a presente, tengo apenas veinte años, vivo en Nueva York con la esperanza de conseguir trabajo y tengo un hijo que me mantiene de pie.

—Marion les he traído un par de lechitas, de esas que le gustan a Santiago—dijo Majo al mismo tiempo que entraba al departamento. Desde que ella vino a hospedarse a este departamento me dijo que podía quedarme aquí en lo que yo conseguía otro. Es de las pocas personas que me han estado apoyando demasiado.

—Majo—suspire rendida—. ¿Cuántas veces te he dicho que no es necesario que nos compres tanto?

—Santiago es mi adoración, déjame consentirlo—rio mientras metía las cajas en leche en el refrigerador—. A parte el dinero es lo que más me sobra.

Fruncí el ceño y seguí revisando el periódico. Parece que aquí jamás encontrare un buen trabajo.

—¿Qué haces?— Pregunto Majo acercándose a leer el periódico. Intente esconderlo pero ella en seguida lo arrebato de sus manos y lo empezó a leer—. ¿Ya no tienes trabajo?

—Sí—mentí—. Sólo estoy viendo sí encuentro uno mejor...

—¿Desde cuándo no tienes trabajo?

—Sí ten...—

—No me mientas Marion, yo te he dicho que cuando necesites e un trabajo me digas.

—No es necesario yo puedo conseguir uno.

—Marion... por lo menos una vez acepta mi ayuda.

—Majo no quiero abusar de ti, lo sabes.

—Y sé que quieres tener un buen trabajo para tener un departamento para ti sola y poder comprarle lo que siempre has querido a Santiago, así que por favor deja que hable con mi padre.

Ya no sabía cómo agradecerle tantos favores que me había hecho.

—Muchas gracias—dije al mismo tiempo que le sonreía y le agradecía con la mirada.

—Bueno—comento mientras miraba el reloj—. Creo que es hora de pasar por Santiago a la escuela.

                                                    * * *

Llegando a la escuela de mi hijo vimos que él ya nos estaba esperando y al vernos corrió hacia nosotras con los brazo abiertos.

—¡Mamá!—corrió llorando a mis brazos.

—¿Qué pasa cariño? ¿Qué tienes?

—Mis compañeros de clase dicen que soy malo porque no tengo papá.

Sentí un pique en mi panza y lo abrace más fuerte.

—Vamos, cariño, lo dicen para molestar, tú y yo sabemos que no es cierto. 

—¿No soy malo, mamá?— pregunto con toda su inocencia.

—Claro que no, tú eres el niño más bueno que conozco, eres como un angelito— le sonreí y le empecé a hacer coquillas para que me regalara una sonrisita que hacía que me sintiera llena de felicidad.

—Te quiero mamá—sus pequeños brazos rodearon mi cuello mientras me plantaba un beso en la mejilla.

—Y yo a ti cariño.

De regreso a casa Santiago se había quedado dormido en mis brazos y mientras Majo manejaba me miraba intranquila, como si supiera que me estaba muriendo por dentro. De repente me miró fijamente:

—¿Tú también vas a llorar?

Entonces me di cuenta de que dos lágrimas descendían por mis mejillas. De golpe solté una sonrisa y trataba de no verla mientras se me nublaba mi vista.

—No Majo, no lloro es solo que..

—¿Lo extrañas?

En ese preciso momento me derrumbe, empezaron a brotar una lagrima detrás de otra. Majo me miraba asustada pero era incapaz de contestarle. Me sentí fatal, era incapaz de tranquilizarme y aún me sentí peor al ver que Majo fingía no estar asustada para tratar de calmarme.

Por fin llegamos al departamento y antes de poder bajar del carro Majo en seguida me dijo que ya tenía que trabajara por supuesto no se le olvido decirme que tenía que presentarme mañana con el asistente de su padre para ver qué puesto me asignaban.

Al entrar al departamento  sentí que alguien me abrazaba con fuerza, el impacto me hizo que apretara más a Santiago entre mis brazos.

—Oh por Dios, Marion estas bien, no estas muerta... ¿qué ha pasado? ¿Dónde estabas' ¿por qué no contestabas mis mensajes?

—Lucas...—me estas apretando demasiado y tengo a Santiago en mis brazos—. Estoy bien, tranquilo.

Sentí los ojos de alguien mirándome fijamente, expectante a la respuesta de donde estaban había estado todo este tiempo busque aquella mirada. 

—Marion...

—¿Qué hace ella aquí?— pregunte enojada.

—Vino acompañarme, es nuestra madre, quería conocer a su nieto.

—Ella dejo de ser mi mamá hace dos años...

Holaa! :DD

¿Cómo están? Espero que muy bien. Si no es mucho molestia espero que se puedan pasar por mis otras dos obras, una que se llama: Mi querido anónimo y la otra mis locos niñeros.

 

Espero que se puedan pasar por ahí, saludos y besos :*

La teoría de MarionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora