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Las cosas no marchaban como yo deseaba. Todo lo que he creído hasta ahora ha sido una completa mentira, mi madre lo ha planeado tan bien que desde que yo nací me preparo un futuro que jamás he aceptado. De alguna forma creo que ella quiere lo mejor para mí pero le preocupa más una reputación que ver feliz a su hija.

—Tu mamá me contacto desde antes que llegaras aquí, me dijo que tenía que hacerme cargo de ti de ahora en adelante, que tenía que apoyarte y cuidar de su nieto, Santiago...

—¿Por qué aceptaste la oferta de mi madre?

—Ella dijo que si yo lograba conquistarte y alejarte de David aún más me pondría en un rango alto en la academia — parecía arrepentido y cansado de tanto tiempo guardar este secreto-. Marion... al principio acepte esa oferta porque mi más grande sueño es ser un bailarín profesional pero con el paso del tiempo me fui dando cuenta que eso no valía nada, lo que realmente vale eres tú.

Todavía tiene el descaro de decirme esto, parece que no tiene vergüenza.

—Quiero que esto termine, Cesar.

—Marion, por favor, no hagas esto, te amo y por nada aceptaría alejarme de ti, ni aunque tu madre me quitará el puesto que ahora tengo en la academia de baile.

-Todo lo que siempre has dicho ha sido una completa farsa ¿crees que te voy a creer ahora? Tú nos viste a Santiago y a mí como un negocio, no nos viste como una familia.

-Claro esto es una excusa, me vas a dejar por él.

-¡Ganas no me faltan! ¡Al menos David no miente para ganarse algo! ¡Maldito interesado!

No me dio tiempo de que dijera otra palabra más a causa de que el puño de Cesar se encontraba en mi mandíbula, intenté levantarme cuando él volvió a dar el segundo golpe, su fuerza fue tan brutal que no me dio tiempo ni siquiera de reaccionar. Los golpes siguieron hasta que se cansó.

-Siempre serás mía, si intentas alejarte te va ir peor- susurro cerca de mi oído, antes de salir del cuarto.

Cuando por fin pude levantarme busque el móvil para marcarle a Majo pero Cesar se lo había llevado. Pasaron un par de horas y no se oía nada a fuera, decidí salir a la cocina y él se encontraba sentado mirando su botella, intente si quiera verlo pero fue inevitable, su mirada se clavó en la mía, al ver mi aspecto tiro la botella y dio unos pasos hacia a mí.

-¿Yo te hice esto? - preguntó. Su voz ya no sonaba a la de un borracho. Mi silencio hizo que él se hincara delante de mí-. Lo-lo siento, no pensé que fuera tan lejos, estaba tomando, prometo que no volverá a pasar- lo único que hice fue cerrar los ojos mientras contenía toda mi rabia entre lágrimas, Cesar lloraba de arrepentimiento y yo lo único que pude hacer fue acariciar su cabeza.

Al día siguiente nos tocaba otra presentación, Cesar quería que no bailará por miedo a que todos vieran el tremendo moretón que tenía en mi cara, yo quería bailar así que intente tapar el moretón con un montón de maquillaje, no se veía mucho.

-Marion, no puedes salir a bailar, tu rostro no luce bien, las cámaras que están a fuera notarán que te he golpeado.

-Tú me golpeaste, yo no tengo la culpa, ¿si entiendes eso? -conteste con voz amarga.

-Le dije Samanta que no te encuentras bien, que no saldrás, ya programaron a Lorena para que pase en tu lugar.

Esto último hizo que explotará.

-¿Qué no entiendes que voy a salir? Tú no vas a mandarme- lo mire directamente a los ojos, esta vez no tartamudee nada-. Yo voy a bailar, tú no tienes por qué decidir eso de mí.

Cesar sonrió, me robó un beso y salió de la puerta, lo que no me esperaba fue que la había cerrado con llave. Golpee y golpe y nadie llegaba a ayudarme, para mi suerte mi camerino era uno de los más alejados y nadie lograba escuchar mis gritos gracias al ruido que producía toda la gente de a fuera, solo alcanzaba a escuchar como Cesar le decía a Samanta que no saldría a bailar hoy porque según me sentía mareada y tenía muchos cólicos. Estaba a punto de rendirme cuando me acorde de que traía mi móvil que ayer me había quitado Cesar, le marque a Majo y en lugar de ella contestó un hombre.

-¿Marion?

-¿Quién eres?

-¡Hola! Soy Nicolás ¿te acuerdas de mí? Majo fue al baño, no tarda en llegar, es que la fila para entrar a este lugar fue enorme, no sabía que eras famosa y bailaba bien, bueno eso en un rato lo comprobare- soltó una risa.

-¿En serio eres tú?

-Claro... o ahí viene Majo, te la pasare.

-¿Por qué no me dijiste que ya habías vuelto con Nicolás? -casi le grito a Majo-. Olvídalo, eso no importa, bueno sí, pero necesito tu ayuda, quiero salir de aquí, Cesar me encerró en mi camerino y no me quiere dejar salir.

-¿Y cómo se supone que voy a pasar ahí? Cesar me conoce no me dejaría pasar.

-¡Que nadie te vea! ¡Ayúdame o no voy a poder salir a bailar!

Majo hizo todo lo que pudo pero Cesar lo evitó a toda costa, resignada me quede apoyada en la puerta, nadie me escuchaba o eso creí, porque al poco tiempo alguien estaba abriendo la puerta, era David, se acercó a mí y pregunto qué había pasado, yo solo lo abrace y no deje de agradecérselo.

—Gracias, gracias.

Salí corriendo y antes de que pudieran salir al bailar llegue yo, hice a un lado a la chica que iba bailar con Cesar y él me miro desconcertado, no podía hacerme nada gracias a que ahora toda la gente nos observaba. Baile como nunca, y ese baile fue dedicado únicamente a David.

Cuando acabe de bailar me fui corriendo hacia David, él me abrazó también y cuando acaricio mi cara el maquillaje se resbaló, el moretón apareció y su cara de trance hizo que me quedara sólo con una pequeña sonrisa.

—¿Él te lo hizo?

—Me caí.

La excusa más idiota que pude dar porque David fue corriendo hacia Cesar, no lo pensó dos veces y le soltó una bofetada.

—Así se sintió ella, animal.

Las personas los veían, se fueron en contra de David y lo querían sacar por órdenes de Cesar, yo impedí que lo sacarán y cuando todos vieron mi rostro no dijeron nada más, la maestra me miró y luego a David.

David me extendió la mano.

—Larguémonos de aquí.

Cuando estaba a punto de tomar su mano la maestra grito.

—Si das un paso más no vuelves a bailar aquí.

El silencio acaparó todo el lugar, Cesar soltó una risa y yo me quedé en shock total. Estaba a punto de dejar ir a David, seguridad ya se lo llevaba y mi corazón de nuevo se estaba rompiendo, siempre ha sido mi culpa dejarlo ir por dejarme manipular.
Pero le di la espalda y camine hacia la maestra, ser bailarina ha sido mi sueño desde que tengo memoria...

—Así se hace jovencita —sonrió la maestra y abrió los ojos para abrazarme, yo de tonta deje abrazarme.

David término por rendirse y dejo de luchar contra las autoridades.

—No, no puedo perderlo otra vez.

Me zafe de la maestra y fui corriendo hacia David, lo primero que hice fue juntar sus labios con los míos y ese choque me devolvió la felicidad.

OTRAS OBRAS:

-MI QUERIDO ANÓNIMO

-LA LISTA DE NORT

La teoría de MarionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora