- Extra 05 -

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— Buenos días, joven Cristina — hablo la doncella a la pequeña que le pasó de largo con calma, mientras miraba a todos lados. Parecía perdida en los largos pasillos mientras observa a su alrededor con su mirada llena de preocupación, sus ojos eran como dos cristales, de un curioso color cian que era tan claro que a la luz del sol parecían brillar como dos copas de cristal. Era baja de estatura, media de un metro treinta aproximadamente, poseía una cara redonda pero muy delicada a la vista, y su piel es muy blanca decorada con dos mejillas rosadas. Sus cabellos son rubios, pero un rubio claro que parecían rayos de sol cayendo graciosamente en pequeñas ondulaciones. Su vestimenta le daba todo el aspecto de una muñeca, lleva muchos lazos rosados pastel, en su cabeza, vestido, medias y zapatos, todas hacían juego con el color azul pastel del vestido tan delicado que lleva, el vestido le llega a la altura de las rodillas permitiéndole lucir unas finas medias blancas. La pequeña seguía caminando por los vastos pasillos de su hogar algo ansiosa, mordía sus labios rosados mientras miraba a su alrededor. En cierto puntos de su recorrido llegó a las escaleras, cualquiera que la viera desde la parte baja de las escaleras, pensaría que es una muñeca de porcelana que se había salido de la vidriera. Cristina bajo las escaleras con cuidado, precavida de poder caerse por culpa de la suela de sus zapatos, las escaleras eran tantas y ella era tan pequeña y tardada al bajar que parecía que le tomarían años el moverse. Finalmente llegó a la planta baja, camino al centro del recibidor con mirada perdida

— ¡Papi! — llamó, pero no recibió respuesta. Pronto sus ojos se humedecen y empezaron a brotar pequeñas lágrimas que se ensancharon, con su manos limpiaba las lágrimas que salían de sus ojos, gimotea lamentándose de su suerte. La inmensa puerta principal se abrió mostrando una figura alta e imponente, la pequeña a pesar de quedar corta ante aquella figura, la miraba buscando que se apiadaria de ella. Corrió y abrazo las piernas de aquel hombre

— ¡Cristi! — la apartó de sus piernas para poder agacharse y quedar a la altura de la niña, que seguía llorando desconsolada —. ¿Qué pasa?

— Papá — Cristina lloraba mirando los ojos grises del mayor, que acababa de llegar de una reunión —. Papi y yo, jugábamos al escondite pero me ha tocado contar, he contado hasta cien y lo busque. Pero no encuentro a Papi — lloraba angustiada —. Perdí a Papi, y ahora tu estarás muy triste porque Papi no está ¡Yo no Quiero que estés tristes y no quiero que papi se quede perdido por siempre! — gimotea apenada. El mayor la alzó con cuidado para acariciar su cabeza y limpiar sus lágrimas, la pequeña se abraza a él temblorosa

— Vamos Cristi, buscaremos a Papi juntos — le asegura el hombre. La pequeña levantó la mirada aún llorando, parpadeó sorbiendo sus nariz para evitar moquear.

— ¿De verdad?

— Claro que sí — afirmó —. Vamos — más animada, Cristina dejo que la pusiera en el suelo para darle la mano a su papá y empezar a buscar juntos a su Papi.

Cristina mantenía una sonrisa cálida sin soltarse del mayor, que mantenía la vista al frente con una expresión serena. Cristina lo guiaba a los lugares donde ya había buscado con anterioridad dándole un pequeño resumen de cómo buscó y por dónde. Su papá le escucha atentamente, su pequeña parecía un adulto chiquito al hablar pero sin perder ese lado lleno de ingenuidad. Ambos recorrían lo pasillos pensativos, cada uno absorto a sus mentes.

— ¿Y si está en el ático? — sugiere el hombre.

— Papi le tiene miedo a las alturas, a duras penas sube las escaleras principales — razonó Cristina. Su padre le dió la razón, aparte de que Freddy detesta los lugares oscuros y le tiene prohibido a Cristina subir allí, temiendo que algo pudiera pasarle.

— ¿Qué tal en la cochera? — pregunto el mayor.

— Ya busque ahí — contesta Cristina.

— ¿Los cuartos?

— Ya los revise, hasta los cerrados bajo llave.

— ¿Cómo entraste?

— Pedí las llaves amablemente — Cristina respondió jugando con sus dedos. El hombre no esperaba que la mucama la dejara entrar, pero sino le paso nada entonces no hay de que alarmarse.

Siguieron hablando y descartando lugares de donde se pudo haber escondido, pero terminaron en la cocina por un bocadillo. Galletas de avena con leche. Gold soltó un suspiro quitándose el sacó y la corbata para echar su cabello atrás, mientras Cristina igualmente suspiraba pero más decepcionada. Gold levanta la mirada viendo que la puerta trasera que lleva al jardín se abría. Reconoció ese cabello castaño y esos ojos azules, Freddy llevo su dedo índice al frente de sus labios indicando silencio, Gold mostró una media sonrisa para mira a su pequeña que comía desganado las galletas

— No te desanimes — le dijo Gold tomando el rostro de la niña y levantandolo con gentileza. Cristina levanta la vista —. Ya lo vamos a encontrar

— ¿Pero si no lo encontramos? Papi se quedará perdido para siempre — exclamó llena de pánico. Cristina no podía imaginarse los días con su oasre extraviado y lejos de su familia por un inocente juego — ¡Yo quiero que papi me arrope por la noche!

— Puedo hacer eso, sí gustas — me sugiere Gold.

— Pero si tú me arropas ¿Quién va a cantarme una canción de cuna? — pregunto triste.

— Puedo hacer ambas cosas — le asegura Gold.

— ¿Pero quién te va a dar un besito de los buenos días? ¿Y quién me pondrá mis moñitos? — seguía preguntando alterada —. Papi hacia muchas cosas importantes.

— Bueno, puedes pedirle a Verónica que te peiné — siguió sugiriendo Gold. Todo esto no era más que una distracción para que su esposo fuera capaz de jugarle una broma a la pequeña.

— Pero yo quiero a Papi — murmuró apoyando su barbilla sobre la mesa. Freddy había llegado tras ella, con suavidad movió un brazo para que su mano tomara la nariz de Cristina y apretarla, sacándole un chillido. La niña se giró asustada, más al ver a Freddy ensanchó una sonrisa —. ¡Papi! — se lanzó a brazos del castaño con una amplia sonrisa. Gold levantó el pulgar cuando Freddy lo miró, este sonrió regresando el abrazo a su pequeña

— ¡Me encontraste! — anuncio alegre mientras la niña reía, Gold se levantó y se unió al abrazo para darle un beso en la frente a Freddy y a Cristina.

"Mucho mejor" pensó Gold viendo a su pequeña apretar las mejillas de Freddy para darle un beso en la nariz

.~ Tú tututuru ¡Extra! .~

¿Que extra quieren a continuación?

- Emily y Jessica

- Gold y Frydda

- Cristina

Adios~ ojalá les haya gustado UwU

- Luciérnagas - [Gold×Freddy] [FINALIZADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora