- Luciérnagas - [Gold×Freddy] [FINALIZADA]

014

— ¡Ok! Ahora que te lo he jurado, debo buscar un animal con el cual simpatíces — afirmó Freddy con optimismo. No pensaba que fuera tan difícil, porque existían muchos animales y estaban en una montaña llena de fauna silvestre y encatadora.

— No creo que así como así vayas a... — Gold intentó hacer que Freddy fuera realista y entendiera que no seria tan sencillo hacerlo amigo de los animales. Gold a veces sentía que los animales podían ver a través de él, que sus instintos indicaban peligro en él y por eso lo evitan y odian tanto.

— ¡Ahí, una ardilla! —Freddy  corrió hasta el ingenuo animalito para ofrecerle una de sus manos como una señal de paciencia, la ardilla toma confianza y salta a la palma de la mano de Freddy. El animalito tiene un pelaje entre el café y el rojizo, con unos grandes ojos negros brillantes, era encantador. Emocionado, llevo a la ardilla hasta Gold con una amplia sonrisa —. ¿No es bonito?

— Me parece una rata —Gold dijo con repelencia. La ardilla se lanzó a la cara de Gold y lo rasguño hasta el cansancio, una vez dejado un montón de marcas rojas alargadas y finas, salto hasta Freddy parándose en su hombro para restregarse contra la mejilla de Freddy y retirarse —. Maldito roedor — gruño con su típica cara de indiferencia.

— No importa, Gold. Ya hallaremos un animal que te agrade y que le agrades — tomo su mano y lo llevo en dirección al bosque. Golden que observó todo desde una distancia prudente, más o menos desde que la ardilla atacó a Gold, ladeó la cabeza

— ¿Crees que regresen vivos, Guillermito? — hablo Golden inseguro, de entre su cabello salió la paloma, que soltó un ruidito que hizo que Golden pusiera cara de preocupación —. Eso pensé —  murmura concordando con la paloma. Si es que eso se pude, claro.

Mientras Gold y Freddy se aventuran dentro del bosque a los alrededores del campamento...

En la mansión de los Golden mos encontramos a tres personas y sus tantos sirvientes. En el despacho reposando después de una buena taza de té negro con galletas, la cabeza actual de la Familia, William Golden primero, el viudo rico de sesenta y ocho años dueño de las industrias Golden's confirmadas por numerosos servicios, como por ejemplo: la línea de Hoteles Golden, las disqueras Gold, el aeropuerto Silver, las estación de radio Saphir... En si todo lo que pertenecía a él tiene nombre de algún mineral valioso o gema presiosa.

Su matrimonio con Anastasia Abrantes dió como resultado a tres hijos varones, eso sería cuando tenía unos dieciocho años –un matrimonio arreglado entre dos niños, como era común en la época– Su hijo mayor Antonio, que huyó con una doncella de la casa hace ya algunos años, lo que ocurrió con él es algo de lo cual prefiere no hablar y mantener bajo llave. Luego está su hijo del medio que nació dos años después, William Junior, el heredero de más del sesenta por ciento de sus propiedades que está casado con Jessica, un matrimonio por beneficios. Y un año después Walder, el único de sus hijos no esperado, quién está casado con Emily, un matrimonio por embarazo.

El señor Golden, hace unos días atrás, tuvo repetidas visitas de su nieto menor, William Golden Junior Tercero, que le pedía con insistencia que firmará un documento para que el y su primo fuera a un dichoso campamento lleno de la gentuza. Obviamente, le dijo que no, más parecía que esta vez el pequeño "Goldencito" no aceptaría un "no" como respuesta, y le insistió muchísimo, llegando a rogarle, dió argumentos dignos de político, le amenazó con escapar y vivir de comer papas. Cuando llegaron sus dos hijos y su otro nieto, que miraron expectante el espectáculo montado por Golden, no le quedó más remedio que soltar un suspiro de resignación y acariciar su frente con sus dedos, incluso con la mirada clavada en la firma que ponía sobre la línea puteada podía sentir la impresión e incredulidad de los presentes. Una vez firmado los documentos se los entrego a Golden que con el papel en sus manos, empezó a saltar de alegría con una sonrisa amplía, parecía impensable que algo tan primitivo como un campamento lo hiciera tan feliz, un sentimiento que parecía que Gold no compartía.