Tal vez era cuestionable decir que un mega bombón millonario repentinamente se enamora de tí, declara que ganará tu amor y empieza a mandarte regalos por correo. Realmente al primero que le escuches semejante cuento pensarás de inmediato que no tiene nada mejor que hacer con su vida que andar con una compulsión por las mentiras y la popularidad.
Aunque la realidad se las pintaba bonito a Freddy. Parecía que su racha de mala suerte eterna fue borrada por un lapso indefinido de tiempo; porque antes de conocer a Walder, su vida era un poso de mala suerte sin fondo.
Como tener una tostada de mantequilla de maní y que se caiga precisamente boca abajo, dejando el manchón que limpiar. Pisar caca de perro para que tan solo tres pasos más adelante una paloma haga sus necesidades y caigan sobre tu chaqueta favorita recién lavada. Que la última rebanada de pizza tenga una mosca parada sobre ella. Perder tu ahorros al dejarlos a la vista de tu hermano menor. Besar al tipo malo de turno por accidente y ser castigado el primer día de clases. Acabar escalando una pared sin ningún equipo de seguridad apersar de sufrir vértigo. Y un sin fin de cosas más que se agregan a la lista de "infortunadamente de Freddy Fazbear".
Y ahora, desde hace un mes –si, ha pasado un mes desde el campamento– que ha recibido una cantidad ridícula de presentes que todos juntos valen más que la hipoteca de la casa.
Recuerda que el lunes que regreso al colegio, normal y corriente, en la primera y aburrida hora de física un pelotón de mariachis entro a dedicarle una canción. No podía estar más rojo en vergüenza ante las atentas miradas y murmullos de sus compañeros, para luego casi cavar con las uñas su propia tumba al momento que leyeron en voz alta un poema dedicado a él ¿Quien sería el ser tan cruel que le asesinó la dignidad?
Sin querer queriendo, fue Walder.
No fue tan terrible, le decía Chica. Foxy, Fred y Bonnie no pararon de burlarse. Mientras Abby y Golden se veían emocionados, saltando y bailando por todo el colegio humillando lo más de la cuenta. ¡Por dios! Si esos dos llegarán a conocerce...
Pero la cosa no para ahí, pues su casa fue sepultada en flores; flores rojas, blancas, azules y celestes. Estaba en shock al encontrar el campo florido rodeando los muros azules de su casa y pero aún, encontrar ese inmenso peluche de oso ocupando la mitad de su cuarto.
Freddy pensó que sólo sería ese lunes, que solo era un bombardeo excesivo único y que probablemente el sentido racional de Gold despertará y se diera cuenta de la exageración. Pero el martes, tenía a un chef cinco estrellas cocinando su desayuno, admitía que jamás en su vida había probado una pizza tan perfecta, pero ese hombre tenía escrito en la frente ser de lujo. Un solo pelo de ese cocinero sería más valioso que su vida entera.
Una comparación rara, pero es que a simple vista resaltaba ¡Como un elefante rosa en una habitación gris!
Al llegar al colegio no hubieron regalos que interrumpiesen las clases, más al momento del descansó notó la emoción en los ojos de Golden, como mordía su labio inferior y la manera tan fugaz en la que sus ojos plateados viajan de su figura a la puerta; casi esperando algo.
Ese algo era una montaña de chocolate ferrero rocher.
"Santa madre de las pizzas" fue lo único que se pasó por su mente al ver a la joven empujando el carrito de metal.
Y eso fueron solo fueron los primeros dos días, porque incluso recibió cuadros de él mismo. Todo el mes lleno de regalos.
Que tal vez ese día estaba de más de paranoico.
— Freddy, no creo que te vuelva a caer un cantante en la cabeza — río Bonnie, al ver a Freddy con el casco.
— Tifón pesa más de lo que parece — dijo haciendo referencia al artista que la semana pasada se lanzó del helicóptero y casi lo mata aplastado. Bonnie soltó una carcajada burlesca.
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- Luciérnagas - [Gold×Freddy] [FINALIZADA]
Fanfiction- Que hermosas son las luciérnagas ¿no? - Freddy murmura contemplando el resplandor de aquellos insectos luminosos - Aja - Gold contempla a Freddy cuyos ojos se iluminan con el resplandor de las luciérnagas ¡Mas Golddy pal body! Tengo un nada sano...